Cultura de paz
La cultura es labor de sementera. Quiz¨¢ por eso, cultura y cultivo tienen el mismo origen etimol¨®gico, y por eso la cultura aparece con muchas acepciones. No s¨®lo crea una segunda naturaleza sino que es consecuencia de la propia del ser humano. As¨ª, resulta tan singular y plural a un tiempo, tan sensible y fuerte, tan precisa y tan diferenciada como la primera de las naturalezas. Y por ser naturaleza, es ser vivo y tambi¨¦n ser viviente; hace a la persona, hace a los pueblos, y tambi¨¦n los cambia, desarrolla y confirma o conforma. Tiene mucho de establecido, de fijo, pero tanto o m¨¢s de evolutivo, de cambiante; generadora de creaci¨®n permanente. Durante muchos a?os, hemos convivido entre la cultura de la violencia y de la no violencia, y hemos hablado y sentido permanentemente algo deseado pero imaginario: el d¨ªa despu¨¦s. Me refiero, l¨®gicamente, al final de esas dos culturas opuestas para iniciar o ingresar en una sola, en el camino de la paz. En ese tiempo pasado, se hablaba de ello pero no se generaba ni cultura ni preparaci¨®n para abordarla. Ahora, superada la crisis de la violencia, queda pendiente el desarrollo de los nuevos acontecimientos que den paso a la nueva y ¨²nica cultura, a su cultivo. Solo sabemos que caminamos hacia lo imprevisible, que hemos de confeccionar y gestionar una nueva cultura, porque se supone que las cosas han cambiado y que los cambios afectan a todos: a los que fueron violentos y predicaron su cultura; y a los de la cultura de la no violencia. Unos y otros han de compartir ahora una nueva etapa, un nuevo ser vivo y ser viviente, en paz. Es lo que no parecen querer ver algunos de los pol¨ªticos que est¨¢n en el ajo. Act¨²an camuflando el inter¨¦s de todos, como si hablasen a un pueblo roto. Ahora el lenguaje y el comportamiento ha de ser distinto, global, tolerante y reconciliador. Hay que pensar en los ciudadanos en general (sociedad) y no en particular (partido o coalici¨®n). Ahora, ante lo imprevisible, se ver¨¢ a qu¨¦ altura se encuentra la clase pol¨ªtica, y tambi¨¦n si realmente todos, todos, creen y son agentes activos en la nueva cultura, ¨²nica: la de la paz.
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