Un dec¨¢logo para la deportividad
El directivo del Atl¨¦tico de Madrid Miguel ?ngel Gil Mar¨ªn pidi¨® hace dos semanas a sus jugadores que hiciesen m¨¢s faltas. El Valladolid empat¨® la semana pasada en Tenerife tras una serie de picard¨ªas de los dos equipos despu¨¦s de que un jugador local, Pablo Paz, quedase lesionado en el suelo: ning¨²n jugador quer¨ªa ser totalmente deportivo, sino s¨®lo un poco; ninguno quer¨ªa aprovecharse totalmente de la situaci¨®n, sino s¨®lo algo. Las pol¨¦micas abiertas por estos dos hechos originaron que el sindicato de futbolistas, la AFE, anunciara la elaboraci¨®n de un c¨®digo ¨¦tico (v¨¦ase EL PA?S del mi¨¦rcoles). A preguntas de este peri¨®dico, los representantes de la AFE han indicado que el proyecto a¨²n no tiene un texto concreto. As¨ª pues, EL PA?S ha elaborado un dec¨¢logo (v¨¦ase el cuadro de la p¨¢gina siguiente) con ¨¢nimo de abrir el debate entre jugadores, entrenadores, ¨¢rbitros y directivos, todos ellos integrados en un f¨²tbol que cada d¨ªa se da m¨¢s a la trampa, con unos deportistas cada vez m¨¢s alejados del comportamiento de los jugadores ingleses, entre los que es posible el caso del delantero Fowler, del Liverpool, que tras una ca¨ªda dudosa dentro del ¨¢rea se acerc¨® al ¨¢rbitro para explicarle enseguida que no le hab¨ªan hecho penalti. No es lo frecuente. Los campos est¨¢n demasiado llenos de gestos anti¨¦ticos. A continuaci¨®n se exponen los m¨¢s repetidos.Agresiones fingidas o exageradas. A¨²n resuena el llamado caso Buyo: Futre llegaba a toda velocidad con el bal¨®n controlado y el guardameta del Madrid sali¨® a frenarle; chocaron y se enzarzaron. Lleg¨® enseguida Orejuela para separar y, al instante, Buyo empez¨® a dar vueltas sobre el c¨¦sped llev¨¢ndose las manos a la cara. El ¨¢rbitro expuls¨® al jugador rojiblanco. Las c¨¢maras de televisi¨®n cazaron la treta de Buyo y el guardameta fue sancionado. Pero no es el ¨²nico caso. Frecuentemente, los jugadores simulan haber sido agredidos, para buscar la expulsi¨®n de un contrario.
La contradicci¨®n del ¨¢rea. Los jugadores simulan o exageran sus ca¨ªdas en cuanto un rival se les aproxima en el interior del ¨¢rea. Un gesto que dificulta el acierto de los colegiados al se?alar el lance m¨¢s decisivo del f¨²tbol: el penalti. En realidad, los que se han empe?ado en complicarse la vida son los propios ¨¢rbitros, que rara vez sancionan la m¨¢xima pena si el atacante no va al suelo. El asunto ha tomado tal cariz que el jugador que no se tira es duramente recriminado por los miembros de su propio equipo. (Robson hizo gestos a Ronaldo de que deb¨ªa haberse tidado tras recibir dos faltas seguidas dentro del ¨¢rea del Deportivo). Y sucedi¨® tambi¨¦n tan s¨®lo hace siete d¨ªas, en el duelo vasco de m¨¢xima rivalidad. Lo revela el ¨¢rbitro del partido, Prados: "Un jugador de la Real dificult¨® una incursi¨®n de Etxeberria agarr¨¢ndole y solt¨¢ndole intermitentemente. El delantero, que pudo mantener la carrera, sigui¨® la jugada y remat¨®. Alberto detuvo el bal¨®n. Cuando Etxeberria retrocedi¨®, Urrutia le ech¨® una bronca tremenda por no tirarse". Y Eusebio cuenta: "Hay tipos legales, como Ronaldo, que siempre intentan llegar al final de la jugada y que por esa costumbre de los ¨¢rbitros de condicionar los penaltis a las ca¨ªdas suelen salir perjudicados".
Lenguas y manos viperinas. La instant¨¢nea de Michel toc¨¢ndole los test¨ªculos a Valderrama sigue fija en la memoria de los aficionados. Si las c¨¢maras no llegan a captar la imagen, el suceso habr¨ªa pasado inadvertido, como otros muchos que ocurren a diario en los campos de f¨²tbol. En el Calder¨®n, hace ya algunos a?os, Calder¨¦ propin¨® un pu?etazo a Pedraza y fue expulsado. Mucho despu¨¦s se supo que el barcelonista perdi¨® los nervios porque el rojiblanco se hab¨ªa pasado media hora record¨¢ndole a su compa?ero Schuster el desnudo de su esposa en una revista.
La coartada del c¨®digo. A Songo"o (Deportivo) se le ocurri¨® denunciar que Hierro le hab¨ªa insultado a prop¨®sito del color de su piel y qued¨® se?alado: rompi¨® el c¨®digo. Rivaldo, cuando jugaba en el equipo de A Coru?a, clam¨® en p¨²blico por padecer un incidente similar con Simeone, y fue despreciado: rompi¨® el c¨®digo. A Mart¨ªn Gonz¨¢lez (Osasuna), por airear que Redondo hab¨ªa prolongado un regate al grito de "come pasto, burro", le cost¨® librarse del cartel de chivato. La canci¨®n es siempre la misma: cuando alguien pregona fuera del campo lo que ocurre dentro de ¨¦l, y rompe as¨ª un c¨®digo no escrito que supuestamente deben respetar todos los futbolistas, se le desprecia. No se cuestiona al que comete un gesto antideportivo, sino al que lo denuncia. Pero por la opini¨®n de los futbolistas, la cuesti¨®n tiene dif¨ªcil arreglo. "Las cosas del campo se deben arreglar en el campo", insiste Guardiola. "Somos ya grandecitos. Si no podemos arreglarlo en el campo, lo arreglamos en el vestuario. Pero nunca deber¨ªamos dar carnaza a la prensa".
La mano de Dios. Maradona ten¨ªa todas las de perder en el salto con Shilton. Por eso acomod¨® discretamente su mano junto a la cabeza y prob¨® fortuna: gol. Hace dos jornadas, frente al Espanyol, el jugador del Athletic Joseba Etxeberria marc¨® un tanto similar, pero a ras de suelo. "Son acciones instintivas", se justifican los futbolistas, "igual no las puedes evitar". Pero s¨ª se pueden reconocer.
Obligado perder tiempo. Son leyes inexorables: el n¨²mero de jugadores lesionados se multiplica en los ¨²ltimos diez minutos de los partidos, pero s¨®lo se duelen los jugadores del equipo que va ganando; en los cambios, el jugador que va a ser suplido est¨¢ siempre en el extremo opuesto del campo (si su equipo gana), y camina despacito hasta el vestuario; los guardametas (si llevan ventaja en el marcador) encuentran dificultad para determinar el lugar id¨®neo del ¨¢rea chica desde donde efectuar los saques de puerta... "Todo esto forma parte de la cultura de nuestro f¨²tbol", entiende Eusebio, "y es ley en todos los equipos. Deber¨ªamos tomar ejemplo de los ingleses: nadie se tira para perder tiempo, y se saca deprisa. Y aqu¨ª el que no cumple con las p¨¦rdidas de tiempo se lleva bronca del entrenador, de los compa?eros y hasta del p¨²blico".
Las distancias imaginarias. El reglamento prev¨¦ la distancia en los lanzamientos de falta entre el bal¨®n y el jugador contrario m¨¢s pr¨®ximo. Pero nunca se respeta. "Es una realidad imposible de cortar", reconoce el ¨¢rbitro Prados. " Los jugadores se adelantan aunque les amenaces con tarjeta. Y si cumplimos el reglamento, nos quedamos solos, nos cargamos el partido".
La trampa disfrazada. ?ltimamente, los jugadores tratan de sacar ventaja hasta de gestos supuestamente deportivos. Es el referido caso del Tenerife-Valladolid (EL PA?S del mi¨¦rcoles). "Para lo que estamos haciendo ahora", reconoce Felipe, del Tenerife, "es mejor no devolver la pelota. Cuando un jugador est¨¢ en el suelo, hay que enviar el bal¨®n al sitio m¨¢s pr¨®ximo que no entra?e riesgo. Y la devoluci¨®n debe ser real, no se puede acudir luego a presionar al rival".
La premiada falta t¨¢ctica. La pericia para saber c¨®mo y cu¨¢ndo cometer una falta en una zona intrascendente se ha elevado a la categor¨ªa de virtud. Y el afilar las botas en los primeros minutos contra determinados jugadores se ha convertido en necesidad. Son mensajes que salen de los banquillos y los despachos -Miguel ?ngel Gil, el director general del Atl¨¦tico- y que generalmente no se critican. "Mucha culpa tiene tambi¨¦n el periodismo", dice Felipe. "Es cosa de los entrenadores", matiza Eusebio, "pero tampoco tengo muy claro si se deben evitar. Puede formar parte de la manera de jugar. No lo tengo muy claro. Pero bueno, como poco que al menos no las aplaudamos".
Campos a la carta. En el norte, cuando juegan los equipos del sur, los terrenos de juego aparecen encharcados aunque no haya llovido; en el sur, cuando juegan los equipos del norte, no se riega el c¨¦sped ni con una gota. Otro truco: ya no es tan frecuente como en los primeros a?os de Clemente, o de Maguregui, pero las dimensiones de los campos aumentan o dismunuyen de forma misteriosa en funci¨®n de tal o cual rival. Luis Fern¨¢ndez, la pasada temporada, orden¨® estrechar San Mam¨¦s un metro por cada lado porque favorec¨ªa su sistema.
Consejos al ¨¢rbitro. Ya les sale de forma espont¨¢nea y mec¨¢nica. Quien recibe una falta pide sistem¨¢ticamente tarjeta para quien la hizo. Y al contrario, el jugador que la cometi¨® siempre levanta las manos en se?al de inocencia y recrimina la ca¨ªda o el dolor al agredido. ?se es uno de los puntos en los que la AFE va a insistir para corregirlo.
Malas caras. El tinerfe?ista Felipe, que tambi¨¦n cree que ha llegado el momento de invertir la imagen del f¨²tbol, propone a?adir un punto al dec¨¢logo: "Cuando se produce un cambio, no hay que hacer malos gestos al banquillo ni protestar. Despu¨¦s los ni?os tambi¨¦n lo hacen, les parece que deben hacerlo ellos porque lo hacen los mayores".
"Ya hay un c¨®digo no escrito", explica Guardiola, del Barcelona; "lo sabemos los jugadores y es parte ¨ªntima de nuestra profesi¨®n. Todos sabemos que no hay que pisar, pero se pisa; todos sabemos que no hay que pegar, pero se pega. Esto seguir¨¢ as¨ª porque hay una parte muy importante de piller¨ªa en el juego. Por supuesto que me gustar¨ªa que el f¨²tbol fuera un deporte limpio, pero me da la impresi¨®n de que esto s¨®lo ocurre sobre el papel. Hay que comprender que en el f¨²tbol estamos sometidos a presiones enormes, a exigencias que nos hacen actuar en contra de nuestros principios. Se habla mucho del f¨²tbol ingl¨¦s como referencia. Pero eso es una cultura muy diferente, tanto de los jugadores como de los espectadores. Los hinchas ingleses est¨¢n enamorados de sus equipos, sin una mirada cr¨ªtica. All¨ª te valoran especialmente el esfuerzo, lo dem¨¢s les importa menos. En ese ¨¢mbito es mucho m¨¢s f¨¢cil actuar con nobleza y naturalidad."
El vallisoletano Eusebio a?ade: "Ojal¨¢ se aplaudan los comportamientos deportivos por encima de los antideportivos. Por parte de los profesionales tenemos que ser conscientes de que todo lo que hacemos es copiado por los chavales. Ojal¨¢ lleguemos al comportamiento de los jugadores ingleses. Pod¨ªamos mejorar muchas cosas, pero va un poquito con la forma de ser de cada uno. Los hay m¨¢s deportivos y ejemplares; ¨¦sos nos tienen que servir de gu¨ªa. Siempre se ha premiado m¨¢s al jugador que usa la piller¨ªa y deber¨ªa ser al rev¨¦s. Algunos rondan lo antideportivo y se deber¨ªa corregir".
El seleccionador, Jos¨¦ Antonio Camacho, no ve sencilla la soluci¨®n: "El f¨²tbol tiene estas cosas. Es muy f¨¢cil opinar y decir lo que hay que erradicar. Pero luego, dentro de un campo, el ansia de ganar es incontrolable. Es muy bonito tomar conciencia, pero tambi¨¦n habr¨ªa que rebajar las exigencias. El jugador no puede cambiar si no se transforma todo lo que rodea al f¨²tbol: el periodista, los directivos, la afici¨®n. Y eso es imposible. S¨ª convendr¨ªa, para que estos gestos nocivos no produjeran contagio en los ni?os, que los educadores estuvieran muy encima. Los chavales son m¨¢s imitadores que aspirantes a futbolistas".
El ¨¢rbitro Jos¨¦ Luis Prados Garc¨ªa entona un mea culpa de los colegiados: "Deber¨ªamos transmitir m¨¢s seguridad al futbolista. No alzar la voz para sancionarle, no emplearse con ellos en plan d¨¦spota, casi golpe¨¢ndoles la cara. Hay que pedirles respeto, pero nosotros tambi¨¦n deber¨ªamos demostr¨¢rselo".
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