De El Jaro a Ruiz-Mateos
Victoriano Garc¨ªa-Redondo es ahora un hombre que busca afanosamente la felicidad y quiere olvidar su pasado. Un pasado turbio al que le condujo "la puta droga", sentencia."Me enganch¨¦ tarde, y la verdad es que no me he picado mucho, pero ca¨ª pronto en sus redes y pill¨¦ todas las enfermedades: la droga me ha matado, me ha exterminado, y fue, maldita sea, lo que dio lugar a que disparase en Aranjuez contra un polic¨ªa".
Ahora, por fin libre, busca rehacer su vida junto a su esposa, a la que conoci¨® casualmente estando ¨¦l preso y ella libre. Se casaron en la prisi¨®n de Oca?a. "A ella se lo debo todo: antes de conocerme, ella gozaba de una situaci¨®n econ¨®mica holgada, viv¨ªa como una princesa... Ahora lo ha perdido o vendido todo para ayudarme a salir de esta tortura, y limpia casas para que podamos tener un techo. Por ella, y por mi madre, me he propuesto no mirar nunca hacia atr¨¢s y jam¨¢s volver a la c¨¢rcel".
Su vida est¨¢ llena de espinas. "De ni?o estuve en el reformatorio; all¨ª conoc¨ª a El Jaro y algunos de su banda. Aquello era una f¨¢brica de delincuentes... No he conocido a ninguno de aquella ¨¦poca que despu¨¦s haya tenido una vida normal. O han muerto ya o ahora est¨¢n en la c¨¢rcel, algunos muri¨¦ndose...".
El recuerdo de los compa?eros que ha dejado entre las rejas de Navalcarnero permanece indeleble en su memoria: "De verdad, diga usted en el peri¨®dico que es muy duro lo que se ve en los patios de las c¨¢rceles, compa?eros que parecen cad¨¢veres andantes, muy enfermos. Le dejan en libertad cuando est¨¢n pr¨¢cticamente muertos, d¨ªgalo...".
En su periplo por buena parte de las c¨¢rceles espa?olas ha tenido compa?eros famosos. Muestra una foto antigua, de la prisi¨®n de Meco, en la que posa junto a Ruiz-Mateos. "Tras salir ¨¦l de la c¨¢rcel, me envi¨® dinero durante un tiempo; luego dej¨® de hacerlo...", evoca.
Est¨¢ satisfecho con su excarcelaci¨®n, pero le irrita que no se haya producido antes. "Deb¨ª salir en libertad condicional hace cinco a?os, pero ellos [los funcionarios] me provocaban para que hiciera cualquier cosa y as¨ª sancionarme. En los meses anteriores a cumplir las tres cuartas partes de la pena, me pusieron ocho sanciones, cuando en los nueve a?os anteriores s¨®lo me sancionaron una vez por a?o. ?Es que me port¨¦ mal a prop¨®sito al final para que no me dieran la condicional?", se pregunta Victoriano. Y a?ade: "En la c¨¢rcel te obligan a tragar con todo y tienes que perder la poca dignidad que te queda si no quieres que te sancionen. Basta con que eleves la voz a un funcionario para que te caiga un parte... Y eso es suficiente para que pierdas un permiso o te nieguen la condicional".
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