Nacionalismos o pueblos
En nuestro pa¨ªs vivimos hoy una crispaci¨®n de la vida pol¨ªtica y p¨²blica por culpa de un debate sobre el primer accidente que se produce en la vida de las personas: nacer en un lugar que uno no escoge. Una pol¨¦mica sobre conceptos hist¨®ricos, tantas veces manipulados y que, siendo riguroso, ?puede determinar de manera categ¨®rica, sectaria y dogm¨¢tica la condici¨®n inapelable de nacionalista de cualquier lugar con connotaciones excluyentes e intolerantes? Una controversia sobre si las personas son o no de un lugar, naci¨®n, regi¨®n o comunidad aut¨®noma, pero no sobre su estado social, sobre si tiene empleo o no, sobre si cuenta con un puesto de trabajo estable o en precario, sobre si disfruta de una vivienda digna, sobre si es joven o no tiene ni sabe qu¨¦ hacer, sobre si no es tan joven y est¨¢ desesperado porque no tiene ad¨®nde ir y no sabe qu¨¦ hacer para satisfacer las necesidades familiares b¨¢sicas, sobre si siendo mujer siente y padece la discriminaci¨®n social y laboral o c¨®mo escapar de los malos tratos. Una pol¨¦mica propiciada por la derecha en la que cae la izquierda, cuando deber¨ªamos discutir sobre cu¨¢l es la situaci¨®n de las gentes de Andaluc¨ªa, Catalu?a, Euskadi, Murcia, La Rioja o cualquier otro lugar de nuestro pa¨ªs o de fuera de ¨¦l. Tal como se est¨¢ produciendo este debate no hay diferencia entre derecha e izquierda. La derecha se distingue por la defensa de la diferencia entre ricos y pobres, entre el privilegio y la discriminaci¨®n, entre el triunfador y el perdedor, entre el integrado y el excluido, entre la igualdad y la desigualdad, en resumen, en la defensa de la sociedad dual y la sociedad de clases. Es la derecha econ¨®mica y la derecha pol¨ªtica, al servicio de aqu¨¦lla, la que ha dividido a la sociedad en clases. Y es a la derecha a quien interesa el debate de los nacionalismos y no sobre el estado social y la situaci¨®n de las gentes. Por esto creo que es necesario dar un grito y poner de manifiesto que en la sociedad espa?ola, sea naci¨®n o no, en la naci¨®n catalana, vasca, gallega, andaluza o lo que quiera que sean estos lugares, hay gentes que padecen, que sufren el drama del desempleo, la precariedad y la exclusi¨®n. Gentes que forman parte de estos pueblos, concepto ¨¦ste que s¨ª que me parece definitorio de todos y cada uno de los lugares que se conforman como espacios para la convivencia de las personas. Ojal¨¢ un d¨ªa todos nos sinti¨¦ramos ciudadanos del mundo y ¨¦ste constituyera el pueblo de la condici¨®n humana. Mientras debatimos aqu¨ª sobre qu¨¦ es o no una naci¨®n, observaremos c¨®mo hay pueblos en los que las personas, hombres, mujeres y ni?os, se mueren de hambre, de sed o de enfermedades que se curar¨ªan con una de esas cajas de medicamentos que en much¨ªsimos hogares de nuestro mundo acaban en el cubo de la basura. Mientras el debate sobre naci¨®n y nacionalismos ocurre aqu¨ª y nos distraemos con ¨¦l, veremos c¨®mo los grandes especuladores de las finanzas utilizan las autopistas de la informaci¨®n para desequilibrar la econom¨ªa de los pueblos, arrojando la incertidumbre y la amenaza de una nueva recesi¨®n, que no har¨¢ m¨¢s que agudizar las desigualdades entre ricos y pobres, entre Norte y Sur, entre pueblos y dentro de los pueblos. Yo no me reivindico nacionalista de nada porque me reclamo ciudadano del mundo y esto es perfectamente compatible con sentirme y reconocerme andaluz hasta la m¨¦dula, de los pies a la cabeza. Creo en la diferencia de las costumbres, las culturas, los h¨¢bitos, las lenguas... pero me niego a utilizarlas como factores de confrontaci¨®n entre los pueblos, porque ser¨¢ un enfrentamiento falso del que siempre salen beneficiados los mismos, los m¨¢s fuertes, los calificados por la ideolog¨ªa conservadora y neoliberal de triunfadores. No. Creo que el debate que merece la pena es el de la cohesi¨®n social, la justicia, la articulaci¨®n de la sociedad civil, el de una mayor igualdad, el del combate contra la discriminaci¨®n de la mujer, la lucha contra la exclusi¨®n, el de una mejor y m¨¢s justa redistribuci¨®n de las riquezas, el de la protecci¨®n social, la profundizaci¨®n y extensi¨®n de la libertad y la democracia, el de la creaci¨®n de empleo y la ampliaci¨®n de la cobertura por desempleo en nuestro pa¨ªs, el del reparto del trabajo, el de la solidaridad. Deber¨ªa ser un debate entre derecha e izquierda. Entre aquellos a quienes nos preocupan el modo, la forma y las condiciones de trabajo y vida de las gentes, con indiferencia de d¨®nde hayan nacido o vivan, y entre los que se preocupan de su RH, de su historia y de su lengua sin importarles mucho c¨®mo viven. Ser¨ªa bueno alzar la voz y dar un grito en medio de tanta hipocres¨ªa, y ver c¨®mo ayudamos a lograr una sociedad m¨¢s justa. Una sociedad donde vivir no sea un suplicio por c¨®mo viven o mueren los dem¨¢s. Una sociedad donde no exista la explotaci¨®n infantil a manos de las grandes multinacionales, las Adidas, Nike, Puma, etc. Una sociedad donde el Estrecho de Gibraltar sea un lugar de comunicaci¨®n y enlace entre dos pueblos y dos culturas y no una trampa mortal para la desesperaci¨®n. Lo dicho, creo en los pueblos, sus lenguas, sus culturas, sus costumbres, sus h¨¢bitos, sus diferencias, pero como factores de pluralidad, diversidad, riqueza y definitoria de la condici¨®n humana desde el concepto de iguales pero diferentes, es decir, iguales en la diferencia.
Julio Ruiz Ruiz es secretario general de Comisiones Obreras de Andaluc¨ªa.
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