Las hijas de Chaka
![Jacinto Ant¨®n](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fd95ad6a9-2f34-4f5b-89ec-ae39133965dc.png?auth=672bc54fe16083324b97a7e23f3d2e99a936333529c7e95ef224ac86d3fa5a18&width=100&height=100&smart=true)
La palabra zul¨² conjura la visi¨®n de la brava horda hormigueante y descalza que se desparrama veloz desde el inmenso horizonte africano para rodear y aniquilar al enemigo. Blood River, Isandlwana, Rorke"s Drift, Ulundi... La historia del pueblo zul¨² es en gran parte una sucesi¨®n de batallas y hasta pr¨¢cticamente ayer -recu¨¦rdense las im¨¢genes de los partidarios del partido zul¨² Inkatha armados de lanzas y escudos y abatidos a tiros en el asalto a la sede del Congreso Nacional Africano (ANC) en Johanesburgo, en 1994- no han dejado sus hombres de matar y morir aferrados a sus viriles tradiciones guerreras. Pero ?y las mujeres? Como siempre, y m¨¢s a¨²n en una colectividad que glorifica la lanza, son apenas sombras que discurren en segundo plano. Los zul¨²es practican la poligamia. La mujer se adquiere a cambio de vacas. De Chaka, el temible unificador de la naci¨®n, y el espejo en que se miran los hombres, se cuenta que ten¨ªa 1.200 esposas -practicaba con ellas el ukuhlobonga, sexo sin penetraci¨®n, quiz¨¢, seg¨²n algunos estudiosos, porque ten¨ªa el pene corto. "La posici¨®n de la mujer en la sociedad zul¨² es lo m¨¢s bajo que quepa imaginar; la cultura zul¨² es muy dura para las mujeres: el hombre lo es todo y la mujer nada", explica la escritora surafricana Riana Scheepers (Vryheid, Natal, 1957), autora de un libro de impactantes y sensibles relatos centrados en las mujeres zul¨²es actuales (La cosa en el fuego) que acaba de publicar Icaria. "Lo que m¨¢s me ha impresionado de las mujeres zul¨²es es que, a pesar de su existencia cruel, saben sobrevivir y salen adelante con enorme dignidad y hasta sentido del humor". Contin¨²a Scheepers: "El r¨¦gimen del apartheid castig¨® especialmente a la mujer zul¨², que se vio discriminada y oprimida por negra, por mujer, por zul¨² y por pobre. Y sin embargo, la mujer es el factor decisivo en la estabilidad de la sociedad zul¨², una sociedad que, pese al proceso de democratizaci¨®n surafricano, apenas ha cambiado desde Chaka". Se?ala la escritora que el pueblo zul¨² arrastra un estigma de negatividad: Kwazulu, el antiguo Bantust¨¢n de los zul¨²es, que actualmente forma parte de la provincia de Kwazulu-Natal, sufre el mayor ¨ªndice de criminalidad de Sur¨¢frica. "A los zul¨²es les cuesta mucho integrarse por su orgullo de pueblo, que les hace tenerse por superiores a los dem¨¢s". ?La mujer asume esos valores? "S¨ª, pero en otro contexto: de la mujer se espera que sea fiel a las tradiciones y que tenga muchos hijos. Y siempre ha sido honroso que el marido muera en lucha". En las historias de Scheepers ocurren cosas estremecedoras: una mujer zul¨² se deja sodomizar por un tendero para conseguir alg¨²n producto m¨¢s, otra se prostituye con camioneros en la ruta a Durban, una ni?a llega a un dispensario en un estado pavoroso tras sufrir la ablaci¨®n, una joven graduada muere en los disturbios de Natal... Violencia, miseria, humillaci¨®n. Y sin embargo, la mujer zul¨², subraya la escritora, conserva una gran carga de sensualidad que parece desprenderse del paisaje. Y vive con coraje y escupe su belleza a los hombres como una forma de vengar su sometimiento. La escritora, que escribe en afrikaans, no puede ocultar su admiraci¨®n por la mujer zul¨². Ella misma se considera una mestiza: se cri¨® en tierra zul¨², habla su lengua y remonta su vocaci¨®n a las historias que le contaba la ugogo, la anciana zul¨² que viv¨ªa en la granja de sus padres., a la que homenajea en uno de sus relatos -que tienen un notable componente autobiogr¨¢fico-. "Vivir en la actualidad en Sur¨¢frica es muy doloroso, pero para un escritor es un para¨ªso. Yo creo que vendr¨¢ una ¨¦poca mejor; veo nuevas generaciones que llegan con energ¨ªa y confianza. Hay futuro. Tambi¨¦n para la mujer zul¨²".
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