Cuando los sue?os se hacen realidad
Cada vez que Manuel S¨¢nchez de la Rosa, sevillano, de 68 a?os, regresaba a Buenos Aires, despu¨¦s de un viaje a Sevilla, y le contaba a sus compatriotas andaluces, en el Rinc¨®n Familiar Andaluz, "las maravillas" que hab¨ªa visto en su tierra natal, no le cre¨ªan. "?C¨®mo iban a creerme si, los pobres, hab¨ªan salido huyendo de un pa¨ªs en ruinas, para escapar del hambre, o de las crueldades de la guerra?", comenta ahora, orgulloso de haber logrado que 40 de sus compatriotas emigrantes -"todos trabajadores con muy pocos recursos", puntualiza- hayan podido regresar, por primera vez, a la tierra que les vio nacer. Ha sido all¨ª, en el Rinc¨®n Familiar Andaluz de Buenos Aires, donde se ha fraguado el milagro. Porque milagro es, seg¨²n corroboran todos los protagonistas de esta historia, volver, despu¨¦s de 40 a?os de ausencia como m¨ªnimo, a pisar suelo andaluz. Ana Ortega, natural de Hu¨¦rcal-Overa (Almer¨ªa), ten¨ªa nueve a?os cuando, cogida de la mano de sus padres, emigr¨® a Argentina. Luego se cas¨® con un sastre y eso fue toda la vida: ama de casa y costurera. Hoy tiene 72 y a sus hijos, que se han mostrado reticentes a que emprendiese este viaje, les dijo: "?sta es una bendici¨®n del Cielo que no me puedo perder; ?que me muero en mi pa¨ªs? No pasa nada... Porque yo soy espa?ola, sabe usted, no me pierdo una audici¨®n viniendo de Espa?a; ni en la tele ni en la radio". Claro que, para ganas de venir, las que ten¨ªa Mariquita. Mar¨ªa Antonia Portes, "aunque todos me llaman Mariquita", es la abuela del grupo; tiene 88 a?os cumplidos; aunque no aparenta esa edad. "Es que este viaje me ha quitado 30 a?os de encima", dice, coqueta. Natural de Benamargosa (M¨¢laga), ten¨ªa dos a?os cuando march¨®. Ya no esperaba volver. "Es como un sue?o". Pero sue?o, sue?o, el de las hermanas Mar¨ªa del Carmen y Ana Caparr¨®s, naturales de Uleila del Campo (Almer¨ªa), que aunque s¨®lo ten¨ªan cuatro y 10 a?os, respectivamente, cuando emigraron, hablan de su pueblo como si no hubieran salido nunca de ¨¦l. "Es que mi mam¨¢", dice Ana, que acaba de cumplir 75 a?os, "nos habl¨® siempre muy bien de Uleila". ?Qu¨¦ es lo que m¨¢s les ha sorprendido al volver? Seg¨²n ellos, "todo". Insistiendo, el alpujarre?o Alfredo Mart¨ªn, de Busquistar (Granada), afirma, con sorpresa, que "la educaci¨®n de la gente me sorprende". "Ac¨¢, los autos se paran para que pases. All¨¢, en Buenos Aires, no puedes cruzar una calle sin que te atropellen". Mart¨ªn, "dirigente gremial y perseguido", empleado en una f¨¢brica de coches hasta su jubilaci¨®n, recuerda que en Andaluc¨ªa, en 1950, a?o en el que ¨¦l emigr¨®, se viajaba a¨²n en burro, no hab¨ªa carreteras asfaltadas y se pasaba hambre. Aunque para hambre la que dice haber sufrido Concepci¨®n Dodero, 71 a?os, natural de C¨¢diz, que emigr¨® junto a su madre viuda y una hermana en 1947 buscando mejor suerte; y, seg¨²n cuenta, despu¨¦s de haber comido "todas las c¨¢scaras de papas del mundo" y padecido en carne propia las barbaridades de la guerra. "Mucha, mucha hambre pas¨¦. Yo era de las que no quer¨ªan volver jam¨¢s a Espa?a; ya no la consideraba mi tierra... ?Pero he visto a C¨¢diz tan bonito!"... Y varios lagrimones le impiden seguir hablando. Durante 15 d¨ªas, como una gran familia agraciada con un premio, los 40 emigrantes andaluces en Argentina recorrer¨¢n la tierra de sus antepasados. Luego dispondr¨¢n de una semana m¨¢s para visitar a los familiares. Todos ellos han podido hacer este viaje gracias al programa Andaluces por el Mundo, patrocinado por la Junta.
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