Sembrar y cosecharJOAN B. CULLA I CLAR?
Quiz¨¢ fuera la fr¨ªa arquitectura neocl¨¢sica del Instituto Nacional de Educaci¨®n F¨ªsica, en Montju?c, o tal vez los serios avisos de su coraz¨®n, pero el caso es que la otra tarde Julio Anguita se mostr¨® comedido, sereno, tranquilo, incluso m¨¢s did¨¢ctico de lo que en ¨¦l es habitual. Los periodistas a la caza del titular ruidoso hubieron de marcharse con el zurr¨®n vac¨ªo. Era el pasado domingo, en la clausura del congreso del PSUC-Viu, y el secretario general del PCE estuvo suaviter in modo, suave en las formas, aunque gran¨ªtico en los contenidos. Despu¨¦s de ironizar sobre esa retah¨ªla de palabras llufa que han sido colgadas a los comunistas -"nost¨¢lgicos", "dogm¨¢ticos", "intransigentes"...-, las apart¨® de un manotazo para se?alar el meollo de la cuesti¨®n: "Hay lucha de clases, y en ella la clase dominante lo utiliza todo", especialmente la lucha de ideas; pues bien, en ese campo no caben pactos, ni apa?os, ni transacciones, no hay tregua ni cuartel. "El pensamiento ¨²nico representa los intereses del sistema capitalista, el neoliberalismo en la actualidad". Frente a ¨¦l, buena parte de las izquierdas "han optado por el pensamiento d¨¦bil; el pensamiento d¨¦bil es la renuncia a los principios, es la tesis seg¨²n la cual "todas las ideas son respetables". Una trampa: "Hay ideas que no son respetables y que merecen incluso -en sentido metaf¨®rico- una guerra de agresi¨®n contra ellas; el racismo, la xenofobia, el fascismo, el capitalismo... no son ideas respetables". La reafirmaci¨®n doctrinal y la declaraci¨®n de beligerancia contra el statu quo -"no nos da la gana decir que s¨ª al sistema", "hemos nacido para acabar con un orden social, pol¨ªtico, econ¨®mico y cultural injusto"- vinieron acompa?adas por una profesi¨®n de fidelidad a las ra¨ªces, hincadas en el Octubre sovi¨¦tico, con sus luces y sus sombras: "Camaradas, somos hijos de la Revoluci¨®n Rusa de 1917. Que nadie se abochorne, que nadie se averg¨¹ence. No hay fuerza pol¨ªtica ni ideario religioso que haya renunciado, sin pagarlo caro, a sus se?as de identidad". El orador cerr¨® esta aspersi¨®n de optimismo y de autoestima entre un p¨²blico que no parec¨ªa carecer de lo uno ni de la otra con esta frase categ¨®rica: "Comunistas, en pie, sin complejos; el futuro es nuestro si tomamos la iniciativa". Discurriendo luego hacia el terreno de la pol¨ªtica m¨¢s inmediata, Julio Anguita se?al¨® un hecho tan real como injusto para la formaci¨®n que lidera: la cantidad de propuestas o iniciativas que, formuladas o impulsadas por Izquierda Unida, han prosperado o est¨¢n en camino de hacerlo sin que la opini¨®n p¨²blica recuerde ya a qui¨¦n corresponde el m¨¦rito inicial ni, en consecuencia, pueda devengarle los correspondientes dividendos pol¨ªticos. ?Ejemplos? La profesionalizaci¨®n de las fuerzas armadas, la defensa del derecho de autodeterminaci¨®n, la propuesta de Estado federal, las 35 horas semanales, el acercamiento de los presos vascos a Euskadi, la denuncia primeriza de los GAL, la supresi¨®n de las centrales nucleares -que ya es programa de gobierno en Alemania- o incluso la iniciativa procesal que ha permitido al juez Baltasar Garz¨®n solicitar a Londres la extradici¨®n de Pinochet. Nosotros -vino a decir el coordinador general de IU- labramos la dura tierra y la sembramos, pero luego otros se llevan la cosecha del prestigio y de los votos: el Partido Popular, el PSOE, los nacionalistas perif¨¦ricos... y hasta los "jueces estrella". Anguita imput¨® esta dificultad para rentabilizar las propias propuestas pol¨ªticas al silencio hostil de los medios y, considerando que ¨¦sa es una batalla perdida -"el camino de los medios de comunicaci¨®n debe ocuparnos un 2% de nuestro esfuerzo, porque es bald¨ªo el restante 98%", "no podemos competir en el mundo de las im¨¢genes"-, propuso y glos¨® como alternativa el trabajo militante: el partido y la coalici¨®n como veh¨ªculos difusores de ideas y socializadores del conocimiento. Fue en este punto donde se hicieron m¨¢s perceptibles las pautas de tipo religioso -dicho sea sin ning¨²n tono peyorativo- que caracterizan el discurso del pol¨ªtico andaluz. ?l, que recomendaba a los camaradas catalanes "ser laicos", no pudo evitar la alusi¨®n a Jesucristo -"un personaje de la historia", lo llam¨® p¨²dicamente- para citar aquella frase evang¨¦lica que reza "yo no he venido a traer la paz, sino la guerra", y tampoco disimul¨® una concepci¨®n bastante misional de la labor de los militantes -"la funci¨®n de los comunistas es ser esa levadura", "sois portadores de un mundo nuevo"- en el seno de la sociedad: "Hace falta tener una organizaci¨®n donde nuestros hombres y nuestras mujeres persuadan, convenzan a trav¨¦s de la ense?anza, la explicaci¨®n, la raz¨®n dada, el conocimiento de los hechos, y fundamentalmente a trav¨¦s del ejemplo, que es lo m¨¢s importante. (...) Cuando la gente se entera, cuando la gente sabe, est¨¢ al principio de la revoluci¨®n. Al elevar el nivel, la gente se conciencia, y cuando se conciencia participa, y cuando participa se moviliza, y cuando se moviliza cierra el televisor y sale a la calle". Apenas concluido el acto compruebo que, en efecto, unos miles de personas parecen haber cerrado el televisor, se han echado a la calle y ascienden afanosas, volante en ristre, las avenidas de la monta?a ol¨ªmpica. Se dirigen al Palau Sant Jordi para disfrutar de la ¨²ltima gala barcelonesa del supermago tecnol¨®gico David Copperfield, ese que intercambia la ropa interior de las se?oras y amenaza con hacer desaparecer la Sagrada Familia. Y mientras me abro paso a contracorriente, me viene a las mientes otra de las m¨¢ximas que Julio Anguita acaba de pronunciar: "La izquierda est¨¢ en un mundo que no es el suyo".
Joan B. Culla i Clar¨¤ es profesor de Historia Contempor¨¢nea de la UAB.
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