Disputa por un credo
ENRIC COMPANY Uni¨® Democr¨¤tica de Catalunya (UDC), el partido de los democristianos catalanes, est¨¢ bebiendo estos d¨ªas un c¨¢liz sumamente amargo. Algo que sus dirigentes consideran una injusticia hist¨®rica. Resulta que, desde el domingo pasado, el modelo y el gu¨ªa universal de la democracia cristiana es su aliado y, sin embargo, adversario Partido Popular (PP) de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Aznar coloc¨® el domingo a uno de sus hombres, Javier Rup¨¦rez, como presidente de la Internacional Dem¨®crata Cristiana (IDC), mientras la candidatura del l¨ªder de Uni¨®, Josep Antoni Duran Lleida, propiciada por algunos partidos amigos de los catalanes, no llegaba ni a materializarse formalmente. Trasladado al escenario catal¨¢n, eso significa que ahora es ya tan genuino representante de la ideolog¨ªa democristiana Josep Antoni Duran Lleida, l¨ªder de UDC, como Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz, presidente regional del PP. Qui¨¦n lo iba a decir. La verdad es que, si esa nueva situaci¨®n es una sorpresa para uno, resulta ex¨®tica para el otro. La amargura del trago procede de que el nuevo apellido ideol¨®gico del PP no es el fruto de su conversi¨®n a la ideolog¨ªa democristiana. Si as¨ª fuera, Uni¨® y el PP catal¨¢n ser¨ªan ahora dos fuerzas ante las que se abrir¨ªa la expectativa de una unificaci¨®n. Es m¨¢s bien lo contrario: el PP ha conseguido importantes apoyos en sus esfuerzos para que la IDC derive hacia posiciones ideol¨®gicas mucho m¨¢s amplias, y por eso mismo m¨¢s laxas, ambiguas, y se convierta simplemente en la gran internacional de los partidos no socialistas. Aunque eso signifique meter en el mismo saco de los democristianos a partidos que m¨¢s propiamente se definen como conservadores y liberales. O que, como en el caso espa?ol, sean un h¨ªbrido integrado por componentes varios, entre los cuales haya un min¨²sculo grupo democristiano. El cemento para mantener unidos estos conglomerados es la invocaci¨®n al centrismo. Una invocaci¨®n tambi¨¦n ambigua, m¨¢s topogr¨¢fica que ideol¨®gica, muy parecida, dicho sea de paso, a la que realizan en no pocas ocasiones los socialistas como f¨®rmula para alcanzar mayor¨ªas de gobierno. Uni¨® es uno de los partidos democristianos que se defienden con u?as y dientes en contra de esta orientaci¨®n pol¨ªtica que el PP predica para la IDC. Aznar la propugna junto con pol¨ªticos tan significados como Silvio Berlusconi, por ejemplo, con la intenci¨®n de que sirva para partidos tambi¨¦n hasta ahora nada democristianos, como el RPR de Jacques Chirac o los tories brit¨¢nicos. Despu¨¦s de la ca¨ªda de Helmut Kohl y del estallido de la antigua democracia cristiana de Italia, Aznar es, en estos momentos, el principal jefe de Gobierno de un partido de estas caracter¨ªsticas en Europa. La historia de Uni¨® le obliga a valorar como pocos el valor ideol¨®gico de un partido. Uni¨® fue el fiel y esforzado guardi¨¢n de la fe democristiana durante los agitados a?os de la Rep¨²blica y la guerra civil. Fue despu¨¦s el ¨²nico partido catal¨¢n que mantuvo, aunque fuera a veces forzosamente congelado, el testigo de la derecha democr¨¢tica durante las largas d¨¦cadas de la dictadura franquista. Ahora se ve obligado a asistir impotente a la entronizaci¨®n del partido formado por los herederos del franquismo como el representante de la democracia cristiana en Espa?a. Incluida Catalu?a, por supuesto. Esa situaci¨®n complica extraordinariamente el futuro de Uni¨® porque le obliga a mantener tambi¨¦n muy vivo el otro rasgo definitorio de su credo: la definici¨®n como partido nacionalista. ?sta es la parte de su ideario que comparte con el otro partido con el que est¨¢ aliado: Converg¨¨ncia Democr¨¤tica (CDC) de Jordi Pujol. Las expectativas de que Uni¨® pueda volar solo alg¨²n d¨ªa, concurriendo en solitario a las elecciones, acariciadas en sus sue?os por algunos dirigentes democristianos, se alejan en la medida en que se siente acosado en todos sus flancos ideol¨®gicos. La rivalidad con el PP, que durante a?os ha aparecido como una fuerza anclada en la derecha m¨¢s pura y dura, situada justo en el l¨ªmite entre los dem¨®cratas y los autoritarios, se convierte ahora en una hecho, una competencia real. No muy peligrosa, probablemente, en el espacio pol¨ªtico virtual que ahora pueda atribuirse Uni¨® como parte de la coalici¨®n CiU; pero s¨ª para las posibilidades de expansi¨®n independiente a corto o medio plazo.
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