Montalb¨¢n y tantos otros
MANUEL PERIS Para que nos vayamos enterando de lo que vale un peine: el INEM, el Estado, ha denegado el subsidio de paro a un hombre que se ha pasado toda la vida trabajando. Va para los 53, se llama Antonio Montalb¨¢n y ha estado 17 a?os bregando como secretario general de Comisiones Obreras del Pa¨ªs Valenciano. Es un hombre que ha ido siempre en bicicleta por la vida. Literal. As¨ª lo ver¨¦is aquellos que conozc¨¢is su rostro y os guste mirar a la gente por las calles de la ciudad. Sobre una bici de carreras organiz¨® en los a?os sesenta y setenta el nuevo movimiento obrero surgido durante la industrializaci¨®n valenciana. A golpe de pedal se movi¨® entre la f¨¢brica de muebles en la que trabajaba como serrador oficial segunda, las comisiones entonces clandestinas y su casa; porque a diferencia de los h¨¦roes, que no son de este mundo y por tanto no tienen casa, estamos hablando de un hombre, no lo olvidemos. De un hombre que lleg¨® a Valencia con 17 a?os y con un hambre que no le dejaron saciar en el campo cordob¨¦s que labr¨® en su infancia. De un hombre en bicicleta y mucha conciencia de clase en las alforjas del alma. Tanta que los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado lo detuvieron el primero de mayo de1967, en marzo de 1969 y en abril de 1975. Hubo un buen pu?ado de esforzados como ¨¦l: Ximo Jod¨¢n en la madera, Borbolla y Conca en la construcci¨®n, Villaplana, Gallardo y Alcover en el metal, Linares en el textil alcoyano, Vicente Zaragoza y Julio Lucas en el calzado, F¨¦lix Ca?ego en el taxi; y tantos otros y otras: Cristina Piris, Cesar Llorca, Pepa Molina, Salvador Boils, Dionisio Vacas, muchos m¨¢s. A algunos, como a Te¨®filo del Valle, en Elda, lo mataron un 24 de febrero. Ocho d¨ªas despu¨¦s la polic¨ªa mat¨® a otros cuatro trabajadores en Vitoria. En Tarragona caer¨ªa uno m¨¢s y el ocho de marzo otro en Basauri. Era el a?o 1976, Franco acababa de morir en la cama y, hay que recordarlo, Manuel Fraga era ministro del Interior, entonces Orden P¨²blico. Hace pocos d¨ªas que el Estado, al que Montalb¨¢n ha estado cotizando durante d¨¦cadas como trabajador de la madera y del sindicato, le comunic¨® que no ten¨ªa derecho a percibir el subsidido. A¨²n no he o¨ªdo ninguna reacci¨®n de protesta, ni de Comisiones Obreras, ni de otros sindicatos. ?l, con su modestia habitual, ha dicho lo mismo que durante estas d¨¦cadas ha repetido hasta la saciedad frente a otros atentados contra los derechos de los trabajadores: "Es una injusticia". Es una injusticia y, no lo olvidemos, la injusticia hecha contra un s¨®lo hombre es una amenaza contra los dem¨¢s. Por eso, se supone, muchos hombres, que sab¨ªan que eran s¨®lo eso y no h¨¦roes, hicieron los sindicatos y lucharon para que se les reconociera como tales. Quiero creer que no tardar¨¢n en alzarse voces contra este atentado, porque cada d¨ªa de silencio parecen 10 a?os de retroceso. Hay cosas que no son negociables. Hay cosas que no pueden estar sujetas a rebajas, saldo o oportunidades. El INEM es el Estado y si esta injusticia se perpet¨²a vale decir que asistimos un crimen del Estado contra los trabajadores y su m¨¢s leg¨ªtimo y elemental derecho, el de asociaci¨®n y defensa; as¨ª de sencillo. Pueden ponerse las vendas y orejeras que se quieran, tanto peor. Yo, por lo menos, no pienso quedarme callado.
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