Ismael Serrano
LUIS GARC?A MONTERO Los argumentos de la realidad pueden divulgarse a trav¨¦s de un sinf¨ªn de altavoces. Llega un hurac¨¢n y pone el mundo patas arriba, o sea, que lo deja casi exactamente como estaba, con los pobres en su paisaje desolado por la miseria y los ricos en el consuelo amable de sus caridades. Las cat¨¢strofes son una linterna imprevista que ilumina lo que la memoria del bienestar procura esconder en los pliegues cotidianos del olvido. Los huracanes, las epidemias, los terremotos, la lengua murmuradora de la lava volc¨¢nica, derriten los excesos de la rutina con un exceso de melodrama y convocan a la solidaridad como se convoca a una fiesta, para justificar la insensible y cruel desatenci¨®n con la que asumimos la pobreza discreta, la que no es noticia, el drama del dolor sin vientos y sin agua, sin temblores y sin fuego, relegado al ¨¢mbito silencioso de la carne humana. Los argumentos de los sue?os, frente al alboroto desafinado de la realidad, s¨®lo cuentan con una guitarra para hacerse p¨²blicos. El tiempo de los cantautores fue el reloj de la inocencia, la fe en la m¨²sica y en la palabra, el valor de afirmar aquellas cosas que ¨²nicamente llegan a vivir en una canci¨®n. Viv¨ªamos en una canci¨®n cuando nos enfrent¨¢bamos al invierno franquista con las voces de Serrat y de Paco Ib¨¢?ez, empe?ados en convertir el mundo en un bulevar de sue?os, dispuestos incluso a colocar nuestros carteles del Che Guevara en las paredes de las comisar¨ªas y las iglesias. Viv¨ªamos en una canci¨®n cuando esper¨¢bamos resistir el pragmatismo de los ejecutivos con la apuesta vital de Joaqu¨ªn Sabina, con su melod¨ªa urbana, que defendi¨® el presente y supo mantener la lealtad juvenil que merecen los sue?os. Pero sobre la m¨²sica y las palabras suelen caer los escombros de la realidad, el cinismo hecho ruido, y aqu¨ª estamos ahora, relegados a la caridad, confiando la soluci¨®n de los problemas del mundo a unas ayudas populares que son emocionantes, nobles, pero tambi¨¦n muy melanc¨®licas, porque demuestran el fracaso de la pol¨ªtica, nuestro fracaso. El verdadero hurac¨¢n nace en el v¨¦rtigo de la degradaci¨®n humana, en la paulatina descomposici¨®n de las guitarras, las palabras y las canciones. Como la muerte y la avaricia son personajes adiestrados en el arte implacable de la paciencia, la vida y la palabra deben ser tambi¨¦n voluntades pacientes, necesitan buscar una guitarra y una voz para seguir so?ando, denunciando, exigiendo, amando en el gerundio infinito de la resistencia. Una vez m¨¢s, con el peso de una historia a la que no se puede renunciar y con la fuerza de los ojos nuevos, Ismael Serrano ha tra¨ªdo esta semana a Andaluc¨ªa ese tiempo conspirador de los cantautores. A los temas y las luchas de siempre, a la voluntad insumisa de combatir la explotaci¨®n y las renuncias mediocres de la vida, Ismael a?ade la f¨¢bula ir¨®nica de unas generaciones que quisieron cambiar el mundo y acabaron prest¨¢ndose a la degradaci¨®n de sus sue?os, mientras hablaban con sus hijos de las bellas banderas como los abuelos suelen hablar de las guerras antiguas. El tiempo de los cantautores abandona el pasado en la voz de Ismael Serrano y se hace luz, cerilla que quema los dedos.
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