Raz¨®n y fe
?Cu¨¢ntos cat¨®licos espa?oles tomar¨¢n como divisa de su creencia la de este art¨ªculo? La verdad es que nuestro ejercicio de la raz¨®n en materia religiosa es raqu¨ªtico. Nuestra espiritualidad parece que ha cambiado de la rigidez antigua y la pastoral del miedo que nos educ¨®; pero se ha sustituido por una espiritualidad basura que mezcla, como dec¨ªa Sancho en el Quijote, "habas con capachos". Joaqu¨ªn Sabina la describ¨ªa claramente: "Unas gotas de aislamiento, una brizna de juda¨ªsmo, y unas migajas de cristianismo, y un dedo de nirvana". Eso es lo que pulula por las librer¨ªas religiosas como best sellers. No saben esas almas bienintencionadas qu¨¦ sea el cristianismo, y se dejan atraer por esta superficial moda intentando salir enga?osamente del prosa¨ªsmo y materialismo de nuestra civilizaci¨®n occidental.Pero, queramos o no queramos, somos deudores de la estela que dej¨® el Evangelio; y que apenas podr¨ªan reconocer en nosotros los cristianos que estuvieron cercanos a Jes¨²s. Son tantas las cosas que, a trav¨¦s de los siglos, se le han adherido que no hay quien reconozca el n¨²cleo cristiano envuelto en tanta cosa deleznable que tergiversa su sentido b¨¢sico.
Tendr¨ªamos que olvidarnos de tanto manual de religi¨®n que sirvi¨® para aprenderlo durante el bachillerato. Porque por su causa cada vez es mayor el n¨²mero de espa?oles que rechazan el cristianismo: unas veces tirando por la borda lo que es el Evangelio; otras, inclin¨¢ndose por mercanc¨ªas enga?osas que son demasiado ligth para merecer la pena seguirlas.
Me hac¨ªa yo estas reflexiones con motivo de la ¨²ltima Carta Enc¨ªclica del Papa actual, que titula Fe y raz¨®n. En ella quiere hacer una apolog¨ªa de la raz¨®n, pero queda en parte oculta porque no se libera del autoritarismo de estos ¨²ltimos siglos en la Iglesia; ni tampoco, aunque pretende lo contrario, de un cierto fide¨ªsmo al poner por encima de todo la fe, pero la fe descrita por el magisterio, y no por la raz¨®n.
Sin embargo, yo aprend¨ª en santo Tom¨¢s que: "Creer en Cristo es de suyo algo bueno y necesario para la salvaci¨®n; pero, si la propia raz¨®n lo presenta como malo, la voluntad propia no ser¨ªa recta si lo aceptase". Y lo pone esto en el manual de teolog¨ªa para principiantes que llam¨® Suma teol¨®gica (I-II, 19, 5).
Leo la Biblia y me encuentro lo mismo. El libro del Eclesi¨¢stico ense?a: "El principio de toda obra es la raz¨®n; antes de toda empresa hace falta la reflexi¨®n". Y los Salmos: "No quer¨¢is haceros semejantes al caballo y al mulo que no tienen entendimiento". O en el Ochelet: "No alabes a nadie antes de que razone, pues ¨¦sta es la prueba del hombre". ?sta es la t¨®nica del juda¨ªsmo seg¨²n el rabino franc¨¦s Choucroun, porque cita al fil¨®sofo Hallevi: "No quiere Dios ense?ar en su Ley una sola cosa incompatible con la raz¨®n".
?sa es la tradici¨®n que se recogi¨® en el Nuevo Testamento. San Pablo ense?a que "vuestro amor abunde m¨¢s y m¨¢s en luz e inteligencia", y da el consejo: "Examinadlo todo, y quedaos con lo bueno". San Pedro ped¨ªa que "est¨¦is dispuestos en todo momento a dar raz¨®n de vuestra esperanza a todo el que os la pida".
Y, si sabemos pasar a los siglos medios, tan alabados de Umberto Eco por su filosof¨ªa, y a la herencia racional de nuestro Siglo de Oro, tan apreciada por Julio Caro Baroja, otro gallo nos cantara en religi¨®n a los espa?oles. Pondr¨ªamos por delante el ejercicio de la raz¨®n, y no la ceguera del autoritarismo.
El Papa pone como ejemplo de grandes te¨®logos cristianos, que destacaron como fil¨®sofos, a Newman, Rosmini y Maritain. Tres pensadores muy diferentes en su manera de desarrollar la filosof¨ªa, pero todos coincidentes en una cosa: el valor de la raz¨®n y de la conciencia. Su itinerario del esp¨ªritu, su camino de b¨²squeda filos¨®fica dice el Papa que ha producido considerables beneficios en cuestiones de fe. Oig¨¢mosles, entonces.
Rosmini fue un valiente cr¨ªtico de los males de la Iglesia, de hace un siglo, en Italia. Por eso fue puesta en el ¨ªndice su obra Delle cinque piaghe della Santa Chiesa; lo mismo que algunos de sus textos filos¨®ficos. Pero ahora el Papa sale en su defensa, y el grupo tan moderado de los Focolares edita sus obras completas; y, por si esto fuera poco, se ha introducido, aunque demasiado tarde, su causa de beatificaci¨®n. Tampoco ocult¨® Rosmini su defensa de la Italia secular, liberada en lo pol¨ªtico del Gobierno de la Santa Sede. Dijo que ¨¦ste era el clamor del pueblo, y que hab¨ªa que escucharle.
Newman era combatido al hacerse cat¨®lico, lo mismo por cat¨®licos que por anglicanos. Pero una vez m¨¢s, al final, fue reivindicado nombr¨¢ndole Le¨®n XIII cardenal, acallando as¨ª las voces contrarias de otro cardenal ingl¨¦s, ac¨¦rrimo enemigo suyo: monse?or Manning. Newman sosten¨ªa: "Si el Papa hablara contra la conciencia, ...cometer¨ªa un suicidio". O "si, despu¨¦s de una comida, me viera obligado a lanzar un brindis religioso, beber¨ªa a la salud del Papa, pero primeramente por la conciencia y despu¨¦s por el Papa". Y descubri¨® que en la Edad Media las escuelas de filosof¨ªa y teolog¨ªa fueron tan florecientes porque se les dej¨® el campo libre a sus investigaciones. En cambio, el exceso de autoritarismo hizo equivocarse a los obispos de los primeros siglos, condenando y persiguiendo al defensor de la ortodoxia san Atanasio, que tuvo que huir de mala manera, y s¨®lo el pueblo lo defendi¨®...
Y de Maritain yo fui testigo, en los a?os cincuenta, de la condenaci¨®n que preparaba el Santo Oficio contra ¨¦l. Valientemente, el cardenal Montini lo defendi¨® en pleno Congreso Mundial de Apostolado Seglar, ante m¨¢s de mil seglares cat¨®licos de todo el mundo, que le aplaudieron a rabiar. Pero ?qu¨¦ hab¨ªa dicho Maritain para merecer ese ataque de la Curia romana?: en primer lugar, la defensa de una verdadera democracia y de la libertad religiosa. Y en filosof¨ªa sostuvo que existe una "catolicidad de la raz¨®n", porque la vida cristiana "se rige a base de inteligencia"; y "una filosof¨ªa no se impone nunca por v¨ªa de autoridad, ya que la filosof¨ªa es obra de la raz¨®n". Esto es lo que no gustaba en la Roma de entonces. Como tampoco ahora.
Lo que m¨¢s le atra¨ªa a Umberto Eco de Maritain era su idea del "sentido inteligenciado", no muy lejos de la "inteligencia sentiente" de Xavier Zubiri, y de la "raz¨®n vital" de Ortega. No una fr¨ªa y abstracta raz¨®n.
Y hasta la fe hay que saber que se refiere a la raz¨®n, porque no debemos tener una fe ciega, si somos seres humanos. El gran te¨®logo Rousselot sosten¨ªa que la fe no hace sino potenciar la inteligencia, no sustituirse a ella para aceptar la fe. La primac¨ªa de la inteligencia es b¨¢sica en esta tradici¨®n cristiana, tan desconocida y olvidada.
Por eso P¨ªo XII en el a?o 1943 public¨® una enc¨ªclica sobre la Iglesia, donde aprovech¨® para advertir al cardenal Stepinac y al clero, sin nombrarles, de lo que toleraban en Yugoslavia. Todos sab¨ªamos que se fomentaban all¨ª m¨²ltiples conversiones forzadas. Y les record¨® el Papa que nadie puede ser "llevado contra su voluntad a abrazar la fe cat¨®lica".
?Por qu¨¦, entonces, no llam¨® Juan Pablo II a su enc¨ªclica Raz¨®n y fe, y no al rev¨¦s, Fe y raz¨®n? La raz¨®n es antes que la fe; porque, si no, resulta una fe ciega, y no una fe cristiana.
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