Derechos al gusto
EL CONSEJERO vasco de Justicia en funciones, Sabin Intxaurraga, y su partido (Eusko Alkartasuna) se han "sorprendido" del eco que ha tenido su decisi¨®n de incluir la autodeterminaci¨®n en una campa?a conmemorativa de los 50 a?os de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos de la ONU, como si fuera uno de estos derechos, cuando en realidad no lo es. El derroche de victimismo es una t¨¢ctica muy ¨²til para invertir las responsabilidades pol¨ªticas. Al margen de interpretaciones sesgadas sobre la campa?a, que las ha habido y en abundancia, el consejero vasco no puede sorprenderse de que nos sorprendamos de lo esencial del caso: la ignorancia y, lo que es peor, la manipulaci¨®n partidista que supone introducir de matute la autodeterminaci¨®n dentro de los derechos humanos establecidos por las Naciones Unidas en el a?o 1948.La autodeterminaci¨®n, en primer lugar, no es un derecho individual de la persona, como s¨ª lo son los proclamados en la Declaraci¨®n Universal. El derecho a la autodeterminaci¨®n, y as¨ª lo ha tenido que reconocer Intxaurraga, no figura en ese documento, sino en otros textos (Carta de las Naciones Unidas de 1945, resoluci¨®n de la Asamblea General de 1960 sobre la independencia de los pueblos colonizados, entre otros). Por lo tanto, mal puede introducirse en la celebraci¨®n de este cincuentenario. Nada impide que el consejero de Justicia en funciones y su partido consideren, como nacionalistas que son, que un concepto tan abstracto y controvertido como el de la autodeterminaci¨®n debe equipararse al derecho a la vida o a la educaci¨®n de las personas. Pero en lo que no les asiste de ning¨²n modo la raz¨®n es en trasladar esa convicci¨®n ideol¨®gica a una campa?a institucional. Y ¨¦sta es precisamente la clave principal de la pol¨¦mica que se ha suscitado: la utilizaci¨®n de lo p¨²blico, al margen del coste econ¨®mico que tenga, como veh¨ªculo de adoctrinamiento partidista.
Confundir el ¨¢mbito institucional con el espacio del partido constituye un vicio tan recurrente como denunciable en algunas fuerzas pol¨ªticas. A esta insistente desviaci¨®n se suma, en el caso de los nacionalistas, la de convertir sus leg¨ªtimas aspiraciones particulares en derechos absolutos por el hecho de proyectarlos sobre el concepto de "pueblo". En tono dolido, como el ni?o que arroja una piedra al estanque y se enfada por las ondas que provoca, Sabin Intxaurraga ha llegado a acusar de ignorantes a quienes han criticado la campa?a. Record¨® que el derecho a la libre determinaci¨®n de los pueblos figura en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Pol¨ªticos, que fue suscrito por el Estado espa?ol en 1976, por lo que, en aplicaci¨®n del art¨ªculo 96 de la Constituci¨®n, forma ya parte de nuestro ordenamiento interno. No estar¨ªa mal que el consejero y su partido se creyeran esta plausible argumentaci¨®n. As¨ª cesar¨ªa la sistem¨¢tica deslegitimaci¨®n que algunos nacionalistas hacen de la Constituci¨®n, precisamente porque no reconoce de modo expl¨ªcito ese derecho tal y como ellos lo interpretan: a su modo y gusto.
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