Agr¨®nomos a fin de siglo
Creo que unas breves reflexiones basadas en la historia de nuestra profesi¨®n, relativamente joven si se atiende s¨®lo al reconocimiento oficial, como una de las ramas de la ingenier¨ªa espa?ola (ciento cuarenta y tres a?os), pueden ser suficientes, quiz¨¢s por ahora, para enjuiciar su perspectiva.Somos, y a mucha honra, una ingenier¨ªa blanda porque nuestro soporte fundamental son los seres vivos, animales y vegetales, formados como se sabe por c¨¦lulas, tejidos y ¨®rganos. Lo duro, aunque a veces lo utilizamos, por ejemplo para fabricar maquinaria agr¨ªcola, nos plantea problemas cuando lo encontramos en forma de metales pesados, tan contaminantes ellos, en nuestros amados suelos base de la actividad agraria.
Somos una singular pero eficaz y necesaria hibridaci¨®n entre la ingenier¨ªa (que viene de ingeniar) que sirve a la humanidad para aplicar lo cient¨ªfico en la utilizaci¨®n de la materia y en la explotaci¨®n de las fuentes de la energ¨ªa y la biotecnolog¨ªa. Los agr¨®nomos somos ingenieros porque nos han ense?ado a proyectar como a los dem¨¢s ingenieros pero, adem¨¢s, nos dedicamos a aplicar los organismos, sistemas y procesos biol¨®gicos a la producci¨®n de bienes y servicios en beneficio de la humanidad, que es la definici¨®n de la Biotecnolog¨ªa con may¨²scula. Cuando proyectamos una bodega, no s¨®lo pretendemos situarla en un centro de gravedad id¨®neo, sino tambi¨¦n dise?amos los edificios necesarios, situamos la maquinaria, ordenamos los procesos fermentativos, seleccionamos las variedades de vid, luchamos contra sus enemigos, colaboramos en la denominaci¨®n de origen y la comercializaci¨®n de los caldos. Porque Biotecnolog¨ªa no es s¨®lo la transg¨¦nesis y la clonaci¨®n, que son tecnolog¨ªas de vanguardia dentro de su vasta aplicabilidad; la fabricaci¨®n del pan y del queso, por poner pocos y sencillos ejemplos, son biotecnolog¨ªa. La biotecnolog¨ªa es tan antigua como la propia humanidad; la Biblia da excelentes testimonios de ello. Todo el sector agrario (la agricultura, la ganader¨ªa y la explotaci¨®n forestal) es pura y sencillamente biotecnolog¨ªa.
Respecto a nuestro pasado como profesi¨®n en Espa?a, nacemos el primero de septiembre de 1855 por Decreto del Ministerio de Fomento (de entonces, claro) en tiempos de Isabel II, aunque la necesidad de esta actividad puede encontrarse ya en los cl¨¢sicos y con insistencia en los ilustrados (Jovellanos, Olavide, Campomanes).
Desde entonces, hemos trabajado y seguimos trabajando por servir lo mejor que sabemos a la agricultura. Aunque algunos nos consideran como una plaga del campo, acusaciones semejantes las sufren todas las profesiones; si no, rel¨¦ase en la literatura espa?ola sobre abogados, m¨¦dicos, economistas, ingenieros de caminos, etc¨¦tera, que son en ocasiones injustamente tratados como picapleitos, matasanos, etc¨¦tera. Nuestra formaci¨®n ha sido excelente, no tanto por los sistemas, planes de estudio y medios que hemos padecido y seguimos padeciendo como por los eficaces m¨¦todos de selecci¨®n, por muy equivocados que pudieran parecer. Como en el resto de la ingenier¨ªa, se ha buscado la excelencia, huyendo de la masificaci¨®n y de la teorizaci¨®n de las ense?anzas. Ahora no corren esos vientos, so pretextos democr¨¢ticos: ya veremos.
Abarcamos un extenso campo: el agua desde el punto de vista fisiol¨®gico, hidr¨¢ulico e hidrol¨®gico, la lucha contra la desertizaci¨®n y desertificaci¨®n (que no son la misma cosa), la pol¨ªtica y la econom¨ªa agraria, los nuevos tipos de agricultura en el desarrollo sostenible, la comercializaci¨®n de los productos del campo, el desarrollo rural, la industria agroalimentaria, la ingenier¨ªa rural, la fitopatolog¨ªa, la mejora animal y vegetal y, por qu¨¦ no, la investigaci¨®n y la docencia y con gran dedicaci¨®n a la conservaci¨®n del medio natural y a la ordenaci¨®n del territorio. Nuestra funci¨®n es muy amplia, pero nos sentimos capaces de ejercerla a satisfacci¨®n, en las muy diversas orientaciones ya tradicionales o por crearse. Vocaci¨®n y oportunidades dirigir¨¢n nuestro servicio a la sociedad.
Algunos datos pueden ser interesantes. De menos de mil ingenieros agr¨®nomos al finalizar la guerra civil, hoy somos alrededor de doce mil (no m¨¢s del 5% doctores); alrededor un 45% son funcionarios de la Administraci¨®n central, de la auton¨®mica o de la local, un 30% tienen su actividad al servicio de empresas privadas, un 17% desarrolla libremente la profesi¨®n o son empresarios. Probablemente un 8% est¨¢ en paro... Los porcentajes son muy variables en intervalos de tiempo cortos. Por ejemplo, en relaci¨®n con los parados o subempleados, la variaci¨®n en el tiempo es muy fuerte: hace dos a?os era del 12/14%; hoy ha mejorado y tiende a disminuir, a pesar del notable incremento de titulados.
Otra cuesti¨®n importante es el n¨²mero de centros superiores universitarios que dispensan el t¨ªtulo profesional. En el momento actual hay 14 Escuelas T¨¦cnicas Superiores de Ingenieros Agr¨®nomos en Espa?a (Madrid, Valencia, C¨®rdoba, Lleida, Lugo, Pamplona, La Laguna, Albacete, Le¨®n, Almer¨ªa, Badajoz, Cartagena, Orihuela y ?vila). La m¨¢s antigua es la de Madrid (1855) y la m¨¢s joven la de la Universidad Cat¨®lica de ?vila (1996). El total de alumnos matriculados anualmente, en el segundo ciclo de la ense?anza agron¨®mica (ingenieros), supera el de 9.000.
Hasta el pasado curso acad¨¦mico las especialidades de la carrera eran cinco: filotecnia, zootecnia, ingenier¨ªa rural, econom¨ªa y sociolog¨ªa agrarias e industrias agrarias, aunque no todos los centros impart¨ªan todas. Actualmente, con los nuevos planes de estudio, existen orientaciones y hay cierta tendencia hacia el ingeniero generalista, probablemente ante el relativo fracaso de una especializaci¨®n muy dif¨ªcilmente alcanzable en cinco o seis a?os de formaci¨®n acad¨¦mica.
Somos muchos los que no estamos de acuerdo con los planes de estudio actuales, con el excesivo n¨²meros de centros, con la masificaci¨®n indiscriminada de alumnos, con la deficiente selecci¨®n del profesorado, con la escasa eficiencia docente, con la confusi¨®n en muchos casos entre formaci¨®n docente y las tareas de investigaci¨®n. A pesar de todo, el nivel medio de los ingenieros agr¨®nomos espa?oles es alto, tanto a nivel acad¨¦mico como profesional, con las excepciones de rigor.
S¨ª estamos desaprovechando dolorosamente ese inmenso campo que ofrece el mundo hispanohablante donde tanto podr¨ªamos hacer, con quien tanto podr¨ªamos colaborar en temas agron¨®micos, y tan poco se hace. No existe una pol¨ªtica coherente y definida para intensificar relaciones, contactos e intercambios a pesar de la discreta poblaci¨®n de alumnos de Hispanoam¨¦rica que estudia de alguna forma en nuestras escuelas.
Un problema grave es el de reconocimiento y homologaci¨®n de t¨ªtulos, tanto en el marco de la UE como con terceros pa¨ªses. Una legislaci¨®n dispersa y un incumplimiento de la misma est¨¢n suponiendo una clara desventaja para nuestros titulados, no solamente porque en la mayor parte de los casos su nivel acad¨¦mico es muy superior al de los que solicitan aquel reconocimiento y homologaci¨®n, sino porque el principio de reciprocidad aplicable a nuestros titulados (sobre todo en la UE) es frecuentemente incumplido.
Aunque no quiero profetizar, seg¨²n mi criterio la profesi¨®n agron¨®mica tiene en general un porvenir espl¨¦ndido. Cuando se oyen lamentaciones sobre el mismo baste recordar que cerca de mil millones de seres humanos est¨¢n en el l¨ªmite de sus necesidades alimenticias, que a pesar de que el maltusianismo no se ha demostrado afortunadamente acertado y cada d¨ªa se producen m¨¢s alimentos y de mejor calidad, las redes de distribuci¨®n y problemas culturales, pol¨ªticos y econ¨®micos dificultan o impiden un m¨¢s justo y equitativo reparto de los recursos y de los bienes. Cuando los envanecidos pa¨ªses desarrollados abandonen sus miopes pol¨ªticas, ser¨¢ el verdadero momento de la agricultura, Tambi¨¦n cuando se recuerda que los problemas del medio natural, muy importantes, no deben frenar la producci¨®n urgente y necesaria para una poblaci¨®n que ser¨¢ pronto cercana a los 10.000 millones de seres humanos, que la agricultura puede ser ecocompatible cuando el ecologismo aut¨¦ntico se libre de tentaciones y modas pasajeras solo posibles en posiciones ut¨®picas.
Por ¨²ltimo, ser¨ªa de desear una planificaci¨®n racional de las titulaciones agron¨®micas, buscando una m¨ªnima coherencia y correspondencia entre necesidades, cuantitativa y cualitativamente hablando, del sector agrario (incluido el citado mundo hispanoamericano) en cuanto a t¨¦cnicos y la creciente oferta universitaria. A ver si se logra invertir la pir¨¢mide poblacional, que deber¨ªa tener una base amplia y competente titulada en la formaci¨®n profesional. ?Cu¨¢nto echamos de menos a los capataces agr¨ªcolas, tan indispensables y tan escasos, y a la potenciaci¨®n de esos indispensables servicios de extensi¨®n agraria, tan eficaces!
Investigaci¨®n, experimentaci¨®n y extensi¨®n son actividades que necesariamente deben ir hermanadas. El papel del ingeniero agr¨®nomo en esa ingente tarea es evidente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.