Las orejas del lobo
En la trastienda de las primarias de abril, Almunia comentaba a sus colaboradores m¨¢s cercanos: "A ver si ahora unas primarias van a valer m¨¢s que un Congreso". A?ad¨ªa a continuaci¨®n que si perd¨ªa el pulso con Borrell, se marchar¨ªa a su casa. Pero perdi¨® y no se march¨®. Presionado por la direcci¨®n del partido, que s¨®lo tuvo que recordarle sus primeras palabras, acab¨® siendo v¨ªctima de sus propias contradicciones. Tampoco Borrell se atrevi¨® a forzar un congreso extraordinario, sabedor de que los congresos los gana siempre la Ejecutiva. As¨ª se lleg¨® a una suerte de empate t¨¦cnico, que s¨®lo sirvi¨® para ocultar lo m¨¢s importante de todo: la derrota de la direcci¨®n del partido, alineada temerariamente con Almunia. En esta misma columna, el 7 de mayo, expres¨¦ los recelos que hab¨ªa acerca de la verdadera causa de aquel extra?o pacto, si la prudencia o el v¨¦rtigo. Hoy ya lo sabemos: el v¨¦rtigo, el miedo a mover las cosas demasiado dentro del PSOE. El propio Borrell parec¨ªa sobrepasado por la dimensi¨®n que alcanzaba todo aquello. Y empez¨® a ponerse nervioso. Midi¨® mal su combate con Aznar, sus ideas se fueron difuminando y se mostr¨® impertinente, uno de los rasgos que m¨¢s preocupan de su personalidad. Tampoco Almunia se luci¨®. Apenas un mes m¨¢s tarde, hizo que su contendiente se enterara por los peri¨®dicos del acuerdo con Cristina Almeida para la candidatura de Madrid, obviando primarias. Y siguieron pele¨¢ndose, a la vista de todo el mundo. De ah¨ª que a mucha gente le haya parecido de perlas el desaf¨ªo que les lanzara Rodr¨ªguez Ibarra la noche del viernes pasado: si no os pon¨¦is de acuerdo, os vais los dos a la calle. (?Qui¨¦n sabe si no hubiera sido lo mejor!) Pero el problema sigue sin abordarse en profundidad. Y se refiere al modelo de partido. Un hueso duro, ya lo s¨¦. Pero al que habr¨¢ que meterle el diente alg¨²n d¨ªa. Despu¨¦s del voto individual y secreto, y de las primarias, s¨®lo queda ese expediente por resolver. Tambi¨¦n las primarias sirvieron para ponerlo en evidencia. Pues aquel 24 de abril fueron a votar militantes que hac¨ªa a?os ni aparec¨ªan por las agrupaciones ni pagaban cuota alguna. Y por eso perdi¨® Almunia, y con ¨¦l la Ejecutiva Federal. Porque todo el descontento acumulado durante tanto tiempo por una manera de hacer partido, de tomar decisiones, incluso de celebrar Congresos, estall¨® en cuanto a la gente se le dio una oportunidad real de decidir. Pero de eso no se habla. Nadie, ni Borrell, ni Almunia, ni los afamados barones, quieren hablar de semejante cosa. Pues que sigan. Lo ¨²nico que se ha salvado de esta quema es el prestigio de los tres dirigentes regionales que todav¨ªa ganan elecciones. En especial nos interesa aqu¨ª el de Manuel Chaves, que utiliz¨® la expresi¨®n que da t¨ªtulo a esta columna, refiri¨¦ndose a los costes electorales que toda esta zarabanda puede acarrearle al partido, y que no andaba muy feliz tras el error t¨¢ctico de convocar a un mitin de conciliaci¨®n en Granada el s¨¢bado d¨ªa 14, donde nada se resolvi¨®. Tampoco era Andaluc¨ªa el lugar m¨¢s id¨®neo, pues no debe gustarle al candidato que se le recuerde que aqu¨ª fue perdedor. Otra p¨¢gina, en fin, para el olvido.
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