"El espa?ol es el lat¨ªn del siglo XX"
La informatizaci¨®n de los fondos documentales, el remozamiento del palacio donde se asienta, la dotaci¨®n de recursos para poder convertir en realidad estos proyectos constituyen una tarea de envergadura a la que el director hubo de aportar ilusi¨®n, ingenio y entrega. Aquella Real Academia de la Lengua casi testimonial, de precaria supervivencia y l¨¢nguida andadura que fue durante muchos a?os, es hoy una s¨®lida instituci¨®n que actualiza los cerca de 14 millones de fichas elaboradas en el transcurso de tres siglos y completa dos bancos de datos que enriquecer¨¢n el idioma: el Corpus de Referencia del Espa?ol Actual y el Corpus de la Lengua Antigua; t¨¦cnicamente, el Corpus Diacr¨®nico del Espa?ol.Pregunta. ?Hay en los pa¨ªses americanos una mejor conservaci¨®n del idioma que en Espa?a?
Respuesta. Hace unos d¨ªas Manuel Vicent publicaba en EL PA?S un art¨ªculo espl¨¦ndido, referido a la casta sencillez con que hablan los indios de Centroam¨¦rica. Es un idioma absolutamente bello para transmitir el dolor y la angustia; sin ¨¦nfasis, sin superlativos, con un habla castellanamente pura... Parec¨ªa de la ¨¦poca de Santa Teresa, de los campesinos del siglo XVI. Son unas reservas rurales que no se conservan en Espa?a. Por fortuna, claro, pues la situaci¨®n de aquellos indios es contraria al progreso. Y, adem¨¢s, un lenguaje as¨ª corresponde a una sociedad que no ha evolucionado.
P. ?Se debe entender que si conservan la pureza del idioma es porque no han evolucionado?
R. Es evidente. Sucede con las hablas m¨¢s antiguas. ?Por qu¨¦ el espa?ol de las grandes urbes evoluciona? Porque hay un tipo de civilizaci¨®n que exige cosas nuevas, mayor fluidez en la comunicaci¨®n. El habla tan rica y tan sencilla que hubo en las reservas rurales de Espa?a va desapareciendo a medida que acceden a las novedades del progreso. Lo cual no quiere decir que se expresen mejor. Cada vez son m¨¢s los ciudadanos que confunden o¨ªr con escuchar. Los indios a los que me refer¨ªa llegan m¨¢s al alma de sus interlocutores, con una emocionante sencillez en el uso de esa lengua antigua que posee gran fuerza expresiva.
P. Luego podr¨ªa darse la paradoja de que la evoluci¨®n y el desarrollo vayan acompa?ados de un empobrecimiento expresivo.
R. S¨ª. Y el empobrecimiento se produce por falta de matices, por una apresurada incorporaci¨®n de formas novedosas. Oigo en la radio que a la noche la llaman madrugada... Hay un rechazo al sentido de la precisi¨®n, un qu¨¦ m¨¢s da... Curiosamente, el empobrecimiento de la expresi¨®n coincide con el aumento de los medios: continuamente aparecen m¨¢s objetos que podamos nombrar. Ahora bien, ?esto es bueno o es malo? Mire usted: el idioma siempre es bueno, no tiene culpa de nada. Quienes est¨¢n bien o mal son las personas. Es la sociedad la que est¨¢ perdiendo matices, pintando con brocha gorda la realidad, recurriendo al "ya me entiendes", al empuj¨®n, al gesto. Por eso cuando se recupera la simplicidad del hablar, que ha sido caracter¨ªstica del castellano, uno se da cuenta de que todo tiene su expresi¨®n; y no necesita de superlativos, esos super, minis, megas, verdaderos artificios que no sirven para nada.
P. ?Esto no ser¨¢ porque la sociedad est¨¢ experimentando una p¨¦rdida de sentimientos o de ideas?
R. Es, desde luego, una homogeneizaci¨®n de los sentimientos y un rebajamiento de las ideas. Pero a veces me pregunto si no habr¨¢ ocurrido siempre as¨ª. ?No ser¨¢ que ahora o¨ªmos mucho y antes o¨ªamos poco? Todo ciudadano tiene en cualquier momento un micr¨®fono delante. Hay una especie de superpoblaci¨®n de palabras flotando a nuestro alrededor. Cuando yo era chico o¨ªa al profesor en la escuela, al cura en la iglesia, al pol¨ªtico en un mitin. En cambio ahora estamos rodeados de lenguaje y al o¨ªr lo que se dice nos parece que est¨¢ peor todo. Sin embargo s¨®lo se trata de una acumulaci¨®n de gente que se atreve a hablar por la radio. ?ste es un cambio notable en la sociedad actual: la falta de verg¨¹enza para exhibir la ignorancia. El otro d¨ªa un locutor deportivo dec¨ªa: "El partido est¨¢ en los primeros estertores".
L¨¢zaro Carreter gan¨® la c¨¢tedra de Gram¨¢tica General y Cr¨ªtica Literaria de la Universidad de Salamanca en 1949 y la ejerci¨® hasta 1970, a?o en que se traslad¨® a la Aut¨®noma de Madrid. Es autor de importantes obras ling¨¹¨ªsticas, ediciones cr¨ªticas, alg¨²n drama teatral. Luego con independencia de su paso por la Academia ha realizado una larga trayectoria profesional, con momentos especiales de los que quiz¨¢ sienta a?oranza.
L¨¢zaro Carreter lo reconoce, aunque no sin matices: "Como dec¨ªa Unamuno, no me gusta pensar en esos exfuturos: te pones muy triste y te entra la sospecha de que has errado. De todas maneras "recuerdo sobre todo Salamanca, que ha sido para m¨ª decisiva. Es una de las ciudades en las que vale la pena vivir. Estuvimos dedicados a una importante tarea: intentar hacer una facultad a la altura de los nuevos tiempos. Pero empezaron a irse mis compa?eros; me qued¨¦ solo, rodeado de j¨®venes que se incorporaban a la Universidad. Y decid¨ª hacerme funcionario en Madrid. As¨ª que vine a la Aut¨®noma y luego pas¨¦ a la Complutense. Ser catedr¨¢tico en Madrid no tiene la misma relevancia que en ciudades cl¨¢sicas como Salamanca, Valladolid o Sevilla. Madrid consume con sus tentaciones, sus obligaciones, sus incitaciones a abandonar el trabajo. Y la Universidad es una inmensa masa donde un profesor no conoce al compa?ero que trabaja en el piso de abajo.
P. No ser¨ªa su caso, pues enseguida fue elegido acad¨¦mico.
R. Vine el a?o 70 y fui acad¨¦mico el 72. Hab¨ªa pedido no serlo. Cuando me lo dijo Rafael Lapesa le coment¨¦ que necesitar¨ªa cinco a?os para asentarme y reunir m¨¢s razones que lo justificara. Pero insistieron.
P. Ser acad¨¦mico ?es el m¨¢ximo honor para quien se dedica a las letras?.
R. En una carrera, s¨ª; para un escritor es distinto. A un fil¨®logo que termina su misi¨®n en la Universidad le queda la Academia como lugar de trabajo honorable donde continuar su tarea.
P. Usted ha sido catedr¨¢tico de cr¨ªtica literaria y cr¨ªtico tambi¨¦n. ?C¨®mo debe hacerse la cr¨ªtica?
R. La cr¨ªtica universitaria lo es de contenidos. La de los peri¨®dicos es m¨¢s formal, aleatoria, de gustos frente a los de los dem¨¢s. La cr¨ªtica universitaria tiene una t¨¦cnica muy rigurosa, y sus escuelas, y su evoluci¨®n. La cr¨ªtica period¨ªstica -la que, por ejemplo, yo he hecho de teatro durante varios a?os-, es un gusto personal sobre la comedia de anoche -o la corrida de ayer- m¨¢s o menos selecto, respetable y acreditado. Y por supuesto hay que gan¨¢rselo. Alberga una parte muy importante, que es la literaria: el texto ha de que tener estilo y ser atractivo. La cr¨ªtica period¨ªstica no es para manazas sino para personas con buen gusto en aquello que juzgan y que sepan expresarlo. El estilo, la iron¨ªa, lo divertido, lo dram¨¢tico, esas ponderaciones literarias junto a la independencia es lo que hacen al buen cr¨ªtico de prensa.
P. Dentro de unos d¨ªas deja la direcci¨®n de la Academia. ?Y despu¨¦s?
R. Continuar¨¢ mi trabajo aqu¨ª, salvo lo administrativo. El cargo de director de la Academia es en cierto modo un florero al que llaman de todas partes para adornar. Yo he intentando defenderme cuanto he podido. Perteneces oficialmente a ochenta patronatos, lo cual est¨¢ bien, pero para quien lo padece es espantoso. As¨ª que dejar el cargo de Director, al que es preciso dedicarle mucho tiempo y mucho sacrificio personal, yo lo veo como unas vacaciones. De todas formas a¨²n seguir¨¦ un mes en funciones, hasta que tome posesi¨®n el nuevo.
La tarea que a¨²n le queda por delante a L¨¢zaro Carreter, a sus 75 a?os, es -seg¨²n explica-de envergadura: "Tengo que recuperar un trabajo que apenas he tocado en estos siete a?os, lo que es suicida, porque a mi edad siete a?os no se pueden regalar: mi Historia de la Lengua literaria. De qu¨¦ modo se van formando las unidades ling¨¹¨ªstico-literarias en los distintos g¨¦neros: la prosa pastoril, la prosa m¨ªstica... Cada una tiene su ret¨®rica: en qu¨¦ consiste. La presi¨®n sobre el espa?ol del lat¨ªn, que es la lengua maestra. Los escritores tienen la referencia continuada del lat¨ªn cuando escriben el castellano pero ?c¨®mo se hace eso? El huir, el acercarse, las construcciones latinas, c¨®mo se traducen o se inventan. He publicado ya bastantes cosas pero no lo he articulado en una historia coherente. Es un trabajo muy dif¨ªcil.
P. Parte del espa?ol ?viene de un lat¨ªn mal hablado?
R. El espa?ol es el lat¨ªn del siglo XX, por cierto. Al ponerse en comunicaci¨®nn unas tierras y otras, el lat¨ªn fue como el espejo que se fractura. No lo traen los sabios sino los colonos y los soldados. Es un lat¨ªn vulgar, que ha perdido declinaciones y articulaciones sint¨¢cticas. Y de ah¨ª salen los distintos dialectos. Es curioso que mientras el castellano tiene hoy una dif¨ªcil situaci¨®n en la periferia, progresa en EEUU donde es la segunda lengua, ahora obligatoria en la ense?anza preuniversitaria. Obviamente por la fuerza de la demograf¨ªa, pero tambi¨¦n por un prop¨®sito de dominio, cuyo instrumento principal es el idioma.
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