La hora del miedo para los cristianos en Indonesia
La minor¨ªa de cat¨®licos y protestantes, mimada por los colonialistas, sufre ahora los ataques de extremistas isl¨¢micos interesados en desestabilizar a¨²n m¨¢s la situaci¨®n
ENVIADO ESPECIALA Yakarta se le ha helado la sonrisa. La revoluci¨®n estudiantil, que en un arco iris de uniformes y un coro de consignas e himnos acab¨® en mayo con la autocracia paternalista del general Suharto, no ha dado frutos que satisfagan a los que reclamaban el cambio. Suharto sigue sin ser juzgado, como contin¨²an exigiendo cada d¨ªa los estudiantes en las calles de la capital, la econom¨ªa no se endereza de modo sensible para el ciudadano de a pie, la mitad de la poblaci¨®n vive por debajo del umbral de la pobreza y la transici¨®n hacia la democracia ha creado un vac¨ªo del que los extremistas isl¨¢micos quieren sacar partido, no se sabe todav¨ªa si con el padrinazgo de lo m¨¢s alto. Las v¨ªctimas m¨¢s visibles de esta situaci¨®n son los cristianos, un grupo doblemente minoritario en una Indonesia de 200 millones de habitantes, el 87% de los cuales son musulmanes: los cristianos no llegan al 10% y entre ellos se encuentran los chinos, la minor¨ªa que tradicionalmente ha servido como chivo expiatorio de las frustraciones de los nativos del archipi¨¦lago, no en vano con s¨®lo el 3% de la poblaci¨®n controla el 70% de la econom¨ªa.
Hace una semana, el ataque contra una iglesia protestante en Yakarta dej¨® 14 muertos, varios de ellos de origen chino. Aquel domingo fueron asaltadas y quemadas total o parcialmente dos docenas de iglesias y cinco escuelas, tanto cat¨®licas como protestantes.
La fuerza del pasado
"Estamos aterrorizadas. No hay tranquilidad posible. Ahora mismo acabamos de tener noticias de una religiosa secuestrada en Malang . Tenemos mucho miedo", dice la hermana Merry Teresa, una carmelita indonesia de ascendencia china que estudi¨® en Espa?a y vive en un convento de Yakarta del que sale para ayudar en hospitales o en parroquias. No sabe a ciencia cierta la hermana a qu¨¦ se debe este estallido, aunque lo relaciona con la suerte de Suharto, sobre quien se cierne la amenaza de un juicio a prop¨®sito de su fabulosa fortuna y de la fortuna de los suyos, estimada en unos seis billones de pesetas. Pero la carmelita mira al pasado y tambi¨¦n encuentra pistas. "Todo viene de cuando esto era una colonia de los holandeses. Ellos pusieron en primer lugar a los blancos, en segundo a los amarillos y en tercero a los nativos. Y ahora son los nativos los que mandan y los que nos aplastan".El padre Andr¨¦s Calleja dirige un seminario salesiano en la capital de Indonesia, donde lleg¨® hace 13 a?os. "Estamos inquietos. Esto es una maniobra del Gobierno que aprovecha motivos religioso-racistas para chantajear a los estudiantes. La mayor¨ªa de los que protestan son cat¨®licos, protestantes y musulmanes con ideas democratizadoras a la occidental. Yo creo que el Gobierno viene a decirles que mientras sigan las protestas seguir¨¢ habiendo este tipo de ataques. La prueba de que est¨¢ organizado es que ahora van a por las iglesias y no contra los comercios, al contrario de lo que ocurri¨® en mayo".
Un estudiante que participa en las protestas es consciente de que hay algo detr¨¢s que a ¨¦l se le escapa. "En lo de la violencia hay una mano invisible. Estamos en Indonesia y en Indonesia siempre ha habido una mano invisible". Una fuente diplom¨¢tica a?ade el resto del cuerpo a la mano: Yusuf Habbie, el presidente, y algunos de sus fieles. "Habibie no tiene ning¨²n ascendiente y corteja a los musulmanes. Pero creo que esta vez, tras las muertes del otro d¨ªa, tienen conciencia de haber ido demasiado lejos. Todo lo que sea anticristiano no gusta en EEUU ni en Europa".
El presidente no ha dicho nada directamente sobre estos sucesos. El jueves se reuni¨® con su consejero econ¨®mico, el cat¨®lico Frans Seda, y a la salida de la entrevista Seda declar¨® que para el presidente el ataque del d¨ªa 22 "es un acto completamente imperdonable". El consejero tambi¨¦n record¨® que "desde 1996 han sido quemadas m¨¢s de 500 iglesias en el pa¨ªs". Quien s¨ª ha puesto el grito en el cielo es el Frente Defensor Isl¨¢mico. "Lamentamos que algunas fuentes oficiales insin¨²en que los musulmanes est¨¢n detr¨¢s de estas muertes", dice Habib Rizieq Syihab, jefe de este grupo radical, que sin embargo comprende lo ocurrido. "Fue una reacci¨®n normal, porque cualquier musulm¨¢n hubiese estallado al o¨ªr que hab¨ªan quemado una mezquita".
El incendio de la iglesia fue precedido del rumor de que unos cristianos hab¨ªan pegado fuego a una mezquita. Testigos de lo ocurrido cuentan c¨®mo un grupo de gente de fuera del barrio lleg¨® a la zona ya dispuesto a crear conflicto. Cuando los revoltosos se marcharon dejaron una iglesia quemada y 14 cad¨¢veres.
Los ataques no van dirigidos contra personas, sino contra iglesias y colegios. La psicosis del ataque est¨¢ muy extendida y enseguida se exagera. Ayer se corri¨® el rumor de que durante la noche del viernes hab¨ªa sido asaltado un colegio de franciscanos. S¨®lo hab¨ªa habido un grupo gritando fuera de las verjas del centro. El padre Ben Tentuda no prest¨® atenci¨®n a los gritos. "Yo no tengo miedo. Pero no termino de entender a mi gente: tan amistosos un instante y de repente, el estallido".
Komaruddin Rachmat es el cabeza visible del progubernamental y extremista Foro Musulm¨¢n para el Mantenimiento de la Constituci¨®n y la Justicia, que agrupa a unas 20 organizaciones isl¨¢micas. El Foro cree que ha llegado la hora de la verdad para Indonesia y que por eso se montaron hace dos semanas, con motivo de la reuni¨®n del Parlamento que sancion¨® el plan de reformas pol¨ªticas querido por Habibie, las partidas de 30.000 islamistas que deb¨ªan oponerse a los estudiantes. De esas partidas proceden los extremistas que atacan a los cristianos. Lo subraya Rachmat: "Ahora los islamistas de Indonesia tenemos una buena oportunidad. No queremos perderla".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.