El enigma del esqueleto decapitado
Desentierran en Manzanares un cementerio del siglo XV hallado por un grupo de estudiantes de secundaria
"Imag¨ªnate que hubiera alguien enterrado aqu¨ª", coment¨® Beatriz Gonz¨¢lez a sus compa?eros de la escuela taller. Hab¨ªa encontrado un extra?o hueso durante las tareas de limpieza que los alumnos realizan en los jardines del castillo de Manzanares el Real y ni so?aba con la sorpresa que le esperaba. No s¨®lo hab¨ªa un muerto enterrado all¨ª: la joven acababa de descubrir el cementerio de una iglesia de principios del siglo XV y derribada en 1475, cuando el primer duque del Infantado, Diego Hurtado de Mendoza, orden¨® levantar all¨ª una fortaleza.Apenas 25 cent¨ªmetros por debajo de la superficie, cubierto por una capa de tierra y c¨¦sped seco, yac¨ªa un esqueleto sin cabeza, con los brazos cruzados sobre el pecho, encajado entre dos piedras que hac¨ªan de tumba. A pocos metros de all¨ª, a la sombra de las imponentes torres del castillo medieval, apareci¨® otro pu?ado de huesos sueltos.
Los arque¨®logos no lo creyeron hasta verlo. No pod¨ªan convencerse de que un grupo de estudiantes de secundaria hubiera hallado por casualidad lo que decenas de expertos rastrearon sin ¨¦xito durante los ¨²ltimos 25 a?os. Esto ocurri¨® hace 10 d¨ªas. Los especialistas no tardaron en llegar y confirmar que los restos pertenecen a personas muertas hace m¨¢s de quinientos a?os.
Pese a que se intent¨® mantener el hallazgo en secreto, en el pueblo ya se tejen conjeturas sobre a qui¨¦n pudo pertenecer el esqueleto decapitado. No falta quien fantasea con historias de una vieja maldici¨®n que hace emerger fantasmas del pasado.
Amparo Mart¨ªn, una arque¨®loga contratada por la Comunidad, comenz¨® el mi¨¦rcoles a excavar la zona. "Salen huesos continuamente", dice.
La acompa?an dos j¨®venes que viven la aventura de su vida. Son Beatriz Gonz¨¢lez, de 20 a?os, y Justo N¨²?ez, de 16, los primeros en ver el esqueleto medieval. Agachados, con pinceles y cucharas soperas en las manos, pegados a la muralla del castillo, trabajan en desenterrar los restos. Los huesos se confunden con la piedra, como si no fueran m¨¢s que un relieve de ¨¦sta. Aparece un omoplato, luego el h¨²mero. "Me siento en un documental de National Geographic", bromea Justo.
La tumba del esqueleto sin cabeza no contiene ajuar ni se?ales que permitan identificar al muerto. Al menos puede descartarse que se tratara de alg¨²n familiar del duque del Infantado. Los poderosos eran enterrados dentro de la iglesia, que qued¨® sepultada por el palacio.
La porci¨®n del camposanto que vio la luz ahora era donde inhumaban a los servidores del se?or feudal, a los campesinos y a los artesanos, sospecha Luis V¨¢zquez, director del castillo.
"Lamentablemente, no podr¨¢ saberse mucho m¨¢s que si era hombre o mujer, y su edad aproximada", explica Mart¨ªn. El dato que dispar¨® la curiosidad fue la falta de la cabeza del muerto. Los lugare?os aventuran variadas hip¨®tesis, desde que se trat¨® de un infiel servidor de ??igo L¨®pez de Mendoza (primer Marqu¨¦s de Santillana) hasta que era un soldado asesinado en la guerra civil.
Pero para la arque¨®loga Mart¨ªn no hay cuentos que valgan: "La posici¨®n de los huesos permite deducir que el cuerpo fue enterrado entero. Seguramente, durante las obras del castillo, el movimiento de piedras produjo la decapitaci¨®n".
Cuando acaben los estudios, el esqueleto sin cr¨¢neo terminar¨¢ en alg¨²n museo, sin m¨¢s identificaci¨®n que un n¨²mero en una etiqueta, separado de la piedra a la que estuvo unido m¨¢s de quinientos a?os y lejos del pueblo en el que ya empieza a ser leyenda.
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