Gulliver en el "pa¨ªs dels masovers"XAVIER BRU DE SALA
Arribado a tierra de gigantes, las sedas m¨¢s suaves causaban escozor en la piel de Gulliver, puesto que su fino tramado le resultaba m¨¢s grueso que el esparto. Todo es cuesti¨®n de proporciones. Pero como hoy no toca hablar de Jordi Pujol en Madrid ni de lo mucho que le pican los ropajes financieros que hasta ayer tanto ponderara, el tropo adecuado para este art¨ªculo es el de Gulliver en el pa¨ªs de los enanos, tambi¨¦n llamados masovers por un ilustre traductor noucentista cuyo nombre no quisiera inventar. Gulliver ten¨ªa una estatura normalilla. Por eso resultaba un entretenimiento diminuto, un inofensivo hom¨²nculo en manos de los gigantes y un adversario temible, todopoderoso grandull¨®n en el pa¨ªs de los enanos. O, si estaba de buenas, un general invencible, capaz de hundir a puntapi¨¦s la flota enemiga entera... siempre que no se moviera del pa¨ªs de los enanos. ?C¨®mo, partiendo de una estatura tan poco ventajosa, desprovistos de capacidad operativa para enfrentarse a ¨¦l, pretenden liliputienses y masovers doblegar a Pujol? No conozco a ninguno de ellos con el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s por la cultura, pero en fin, alg¨²n despistado habr¨¢ al que su abuelo le contara el estratagema empleada por el menudo tropel para reducir al h¨¦roe de Swift (que, no se dejen enga?ar, tiene el honor de compartir con Flaubert el t¨ªtulo de gran mis¨¢ntropo de las letras europeas). Agotadas las fuerzas tras una larga traves¨ªa, Gulliver se tumb¨® a descansar y perdi¨® el conocimiento, momento que los liliputienses aprovecharon, acudiendo en masa, para amarrarlo al suelo. Una estaca clavada al final de cada cabello inmoviliza cualquier cabeza, por grande que sea, por mucho que sue?e en que lo que le est¨¢ pasando con el dichoso calendario electoral no interesa a nadie. Miles de cuerdas alrededor de los miembros y anudadas a ambos lados descompusieron la enorme fuerza de Gulliver en unidades tan peque?as que no alcanzaban a desenclavar un alfiler. As¨ª act¨²a, como un ej¨¦rcito de miles de concejales, cargos municipales y allegados, todos al mando de los masovers, el frente municipalista de Converg¨¨ncia. Pujol llevaba ya muchos a?os sin que nadie le leyera la cartilla, y menos en p¨²blico. Har¨¢ unas seis semanas, un edil convergente de la Catalu?a interior me pregunt¨® por la fecha de las elecciones auton¨®micas. Esperaba que le respondiera en marzo, lo que en efecto hice, para espetarme de corrido: "Pues apa?ado va ¨¦se (Pujol) si cree que se las vamos a dejar convocar antes de las municipales. Hay demasiados puestos de trabajo en juego y no los vamos a arriesgar para que ¨¦l intente salvarse". Y ante mi incr¨¦dula burla sobre sus poderes a?adi¨®: "No olvides que somos muchos, much¨ªsimos m¨¢s, t¨² espera a ver". Todav¨ªa no se ha visto gran cosa. S¨®lo que las barbas de Pujol est¨¢n llenas de enanos, que apoyan la escalera en sus tobillos y trepan por las patas de su silla, y que, en vez de sacud¨ªrselos de encima de un en¨¦rgico manotazo, les invita a expresarse, a realizarse sin cortapisas, como los maestros de la escuela activa a sus impertinentes alumnos. Como s¨ªntoma, no est¨¢ nada mal. A ver si resultar¨¢ m¨¢s f¨¢cil cargarse a un igual como Roca que a una marabunta criada en el propio jard¨ªn. Nadie sabe c¨®mo puede terminar una historia que empieza encargando a Puig y Esteve (el orden no es inocente) que vayan al s¨²per a por un spray y sigue sin reaccionar cuando vuelven diciendo que no habr¨¢ preparados fumigantes hasta noviembre y que los liliputienses son una especie protegida por los masovers. ?Decidir¨¢ la macroencuesta que se prepara para navidades? Confieso mi incredulidad. Pujol ha sobrevivido a tantos lances, que nunca se le puede dar por desaparecido. Digan lo que digan los consejeros nacionales de CDC, persisten los cuatro factores -incluso hay otro m¨¢s- que aconsejaron a Pujol situar la fecha de sus ¨²ltimas auton¨®micas en marzo de 1999. Primero, el convencimiento, compartido por todos, de que las primeras elecciones, las que sean, van a resultar las m¨¢s ventajosas para CiU. Al ser CiU la que lleva la iniciativa pol¨ªtica, ocupa la escena y marca el comp¨¢s, lo l¨®gico es que saque alg¨²n rendimiento electoral. El lento descenso de Pujol necesita este y todos los paliativos que pueda encontrar. (Por lo que, si las auton¨®micas pasan delante de las municipales, puede que estas ¨²ltimas sufran resaca, y m¨¢s si CiU pierde diputados como se prev¨¦). Segundo, el factor Kohl. A medida que se acerca el final de su en¨¦simo mandato, los meses pesan como si fueran a?os en el saldo electoral de Pujol. Muchos de los que siempre le han votado empiezan a tenerlo demasiado visto. Tercero, el factor Uni¨®. A Pujol le conviene que no haya nuevos roces, por lo que est¨¢ dispuesto a dar satisfacci¨®n a las exigencias municipales de Uni¨®, a costa de Converg¨¨ncia, y cerrar el pacto sobre la materia a primeros de a?o. Si las auton¨®micas vuelven a noviembre, las posibilidades de rifirrafe local entre los dos socios aumentan exponencialmente, lo que perjudicar¨ªa sin duda a Pujol en noviembre, aunque podr¨ªa beneficiar a CDC en las municipales de junio. Cuarto, el PP apretar¨¢ muy fuerte en las generales, pero no antes, porque prefiere sacrificar algo de sus buenas expectativas en beneficio de la continuidad del socio Pujol a facilitar el ascenso de Maragall. As¨ª que hay que dejarle tiempo para que acelere alejando las auton¨®micas de las generales. Dentro de la complejidad y el car¨¢cter de conjetura especulativa inherente a esa clase de razonamientos, queda bastante claro que los intereses del sector municipal y los de Pujol est¨¢n contrapuestos. Los masovers de CDC han tomado posici¨®n con el extra?o mundo de Liliput de la Catalu?a interior, a sabiendas de que perjudica a Gulliver. Duran est¨¢ con Pujol porque as¨ª gana posiciones en el frente municipal. Tampoco pierde nada si Pujol sale debilitado. Todav¨ªa queda el quinto motivo a?adido de adelanto electoral, la tregua indefinida. Es bastante posible que Aznar no pueda llegar a marzo del 2000 sin hacer alguna concesi¨®n importante en la cuesti¨®n de los presos, que, como ya sabemos, es bastante impopular. Hasta las municipales, est¨¢ asegurada la ausencia de tiros. Despu¨¦s, se puede pasar el verano con cierta facilidad, pero ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil aguantar dos trimestres m¨¢s sin tiros y sin mover ficha en serio. As¨ª que, por si las moscas y diga lo que diga ahora, el ¨²ltimo trimestre es un coto de Aznar al que es mejor no acercarse, so pena de arriesgarse a una coincidencia entre generales y auton¨®micas que podr¨ªa ser letal incluso para todo un Pujol. Ante tama?o argumentario, pierde valor la perorata de Esteve sobre la importancia de los temas electorales (reconocimiento-financiaci¨®n, selecciones deportivas), capaz seg¨²n ¨¦l de conjurar los riesgos de la proximidad entre las auton¨®micas y las generales. El temario en s¨ª no es capaz de nada. Pero, otro s¨ªntoma preocupante que convierte a Pujol en camarero de estrategias ajenas, no hay otro men¨² que el preparado por los masovers en las cocinas patrias de Liliput. Al paso que va, Gulliver puede convertirse en la reina madre. ?Llegar¨¢ entonces al pa¨ªs Houyhnhnmns, los nobles seres incapaces de falsedad, de enga?o, de c¨¢lculo retorcido y de ambig¨¹edades? Gulliver s¨ª lleg¨®, y qued¨® tan complacido y encantado que... Lean, masovers, cult¨ªvense y ver¨¢n.
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