Comer bien, divertirse comiendo
Comer bien es un don que se presupone a una cocina profesional, como el valor a los militares. Pero todos queremos m¨¢s, como cantan en los sanfermines. Por eso, la juventud quiere comer barato y abundante, los incipientes gourmets exigen cartas de vinos cambiantes, los viajeros gastr¨®nomos buscan sensaciones nuevas en sus incursiones por el mundo y una combinaci¨®n de todos estos factores, un c¨®ctel de sensaciones, necesitamos los que no nos cansamos de manifestar la aceptaci¨®n total de una mezcla de sabores tan ordenada y t¨¦cnica como atrevida y que consiga sorprender para dejar de lado la aburrida sensaci¨®n del solomillo y tentetieso. Por eso, es preferible divertirse a tope delante de una mesa provocadora que la solemne seguridad de la alta cocina, que puede, si no se remedia a tiempo (como sucedi¨® con la culinaria de Escoffier), perecer presa de tanta rimbombancia, aburridos los comensales de sus formulismos estereotipados y atenta s¨®lo al boato en lugar de ir a la mamia de las cosas. Se pueden poner unos ejemplos que ilustran muy bien lo expuesto. Enjundiosos cr¨ªticos han acusado a dos restaurantes de Barcelona de irregulares, ech¨¢ndoles en cara que practican una cocina con muchos "picos", es decir, de muchos vaivenes: platos de 8,75 puntos junto a enormes decepciones. ?Pero es que en el amor, el deporte o el espect¨¢culo no sucede lo mismo, o es que hay que hacer ex¨¢menes cada vez que se acuda a los restaurantes? Que no se vuelvan locos esos j¨®venes a quiens tanto se exige y que sigan divirti¨¦ndose mientras cocinan y de paso divirtiendo a su clientela, que es quiz¨¢ la tarea pendiente de la alta cocina. Cocina "adri¨¢tica" Dos de estos establecimientos barceloneses donde el divertimento es su bandera son el sencillo, y a la vez atrevido y moderno, OT y el afamado Talaia Mar, que es mucho m¨¢s que una versi¨®n barcelonesa o urbanita de El Bulli. Del Talaia Mar hay que resaltar, como de muchos otros lugares de la nueva Barcelona, la propia est¨¦tica del restaurante y de su entorno, asomado al mar como sugiere su apelativo. Est¨¢ situado en el Puerto Ol¨ªmpico, uno de los nuevos lugares emblem¨¢ticos de la ciudad. Las instalaciones del restaurante, preciosas y plenas de luminosidad, son de una elegancia muy de dise?o, pero con mucho contenido, no s¨®lo la est¨¦tica por la est¨¦tica como desgraciadamente sucede en muchos establecimientos de esta acogedora ciudad. Otro factor decisivo en esta casa ha sido la aportaci¨®n de Carles Abell¨¢n, fiel disc¨ªpulo de Ferr¨¤ Adri¨¢, quien ha adaptado con gran inteligencia esta cocina bullidora o adri¨¢tica (como la suelen llamar algunos) a las necesidades de la gran ciudad del presente y del futuro. Aqu¨ª ya no hay primeros platos, hay una serie de picas, al estilo de las tapas. Es preciso se?alar que Abell¨¢n ahora ya no cocina -es un decir-, ya que ha dejado la inmediatez de los fogones diarios para asumir las riendas del restaurante en su conjunto, haciendo de maitre ejemplar que recuerda a las virtudes que se?alaban los cl¨¢sicos para los buenos anfitriones, entre las que se debe destacar el conocimiento total de lo que se cuece en su cocina. Precisamente al frente de ella se ha colocado a un joven rompedor, Marc Singla, y en reposter¨ªa a Marta Rams, digna sucesora de un pastelero de ¨¦poca, Oriol Balaguer, a quien su permanente inquietud le ha lanzado a nuevas aventuras, y se ha decidido a respirar aires aut¨®nomos. A su men¨², largu¨ªsimo y estrecho, le llaman con total propiedad "Festival gastron¨®mico". Est¨¢ compuesto en su inicio por una minimagdalena de aceitunas arbequinas, chips especiados, delicado chupito de turr¨®n l¨ªquido dulce y salado con aceite de vainilla, rulo caramelizado de ma¨ªces con surrealista helado de bacon, un oriental dado de at¨²n confitado con soja y jengibre. Luego, sencillos, pero perfectos, berberechos con lim¨®n, al que de inmediato sigue un meloso higo confitado con jam¨®n y una reducci¨®n golosa de Pedro Xim¨¦nez. Y continua el pecaminoso carrusel con un et¨¦reo ravioli relleno de un enraizado guiso de cap i pota (callos y morros) con hongos y salsa de pich¨®n, unas impactantes copitas de crema de foie gras con lentejas y alcachofas con tu¨¦tano y reducci¨®n de vinagre de M¨®dena. Con la ostra al vino blanco se recobra la serenidad cl¨¢sica, y con el bikini de mozarella de b¨²fala y jam¨®n ib¨¦rico uno se puede sentir c¨®mplice de una fenomenal provocaci¨®n, o sea un plato de cafeter¨ªa de los a?os sesenta vestido de alta cocina. Tambi¨¦n impresionantes son la copita de texturas de quesos (cabra, roquefort, parmesano) con nuez y manzana, y la sopa fr¨ªa ligera de ajo con almejas y daditos de gelatina de vinagre de M¨®dena y estrag¨®n. Para continuar, algo m¨¢s visto: gratinado de ca?adillas (caracol de mar) bogavante y setas, una versi¨®n atrevidilla de la sopa de cebolla con huevo de codorniz y otra locura deconstructiva: tortilla de patata en copita (cebolla pochada en el fondo, en el centro de la copa un huevo batido, levemente calentado y coronado todo por una espuma de patata) de aut¨¦ntico vicio. El plato principal, m¨¢s serio, consiste en un lomo de rodaballo con suquet de alcachofas al azafr¨¢n. Y las postreras sensaciones fomentan la m¨¢s sana osad¨ªa: crujiente de berenjena y su pur¨¦; helado de lima, gelatina de miel y pomelo; pur¨¦ de boniato y vainilla, pastel de casta?as, caquis, gelatina de ron, helado de violeta con su crujiente y otra verdura crocante, en este caso el potente apio. Y unas golosinas de cierre aut¨¦nticamente de ¨®rdago a la grande: sopa de mel¨®n con gelatina de menta y un delicad¨ªsimo ravioli de mango relleno de punzante fruta de la pasi¨®n, acompa?ado de gelatina de pachar¨¢n y queso fresco. Todo un fest¨ªn.
El chocolate que habla
Hablando de diversiones y sanas locuras, ah¨ª est¨¢ la ¨²ltima obra del cocinero y repostero Xabier Guti¨¦rrez, conocido por sus amigos y compa?eros de trabajo en el Arzak donostiarra por el expresivo alias de Xabi Chocolates. Hablemos del chocolate (Colecci¨®n Cuadernos de Cocina. Editorial R&B) no es desde luego un tratado al uso. El propio autor lo advierte en la introducci¨®n: "Este libro que presento aqu¨ª no es un ejemplar para a?adir a los libros cl¨¢sicos de cocina con profusi¨®n de fotograf¨ªas. Desde aqu¨ª he intentado recoger recetas propias basadas en ese gran amigo m¨ªo que es el chocolate. Es decir, recetas con mi rollo, quiz¨¢ excesivamente personal, pero no exento de fuerza e inter¨¦s". Se puede decir m¨¢s alto pero no m¨¢s claro. Es un libro informal, atrevido, de los que rompen moldes, fiel a la personalidad del autor. Un trabajo que pone al descubierto sin tapujo alguno los cuadernos en sucio del laboratorio del alto de Miracruz donostiarra. Notas escritas a mano, dibujos de platos exitosos o de los que nunca vieron la luz e incluso las discusiones y constantes controversias con su patrono, y sobre todo amigo, Juan Mari Arzak, as¨ª como autocr¨ªticas implacables de su pu?o y letra. A alguien puede parecerle esta obra algo pornogr¨¢fica, ya que muestra unos preparativos coquinarios en toda su desnudez, un striptease rebosante de sinceridad sobre las labores investigadoras de la cocina, que se suelen ense?ar menos que la fregadera. Es, en todo caso, una art¨ªstica exhibici¨®n de intimidades de un creador entusiasmado por lo que hace. La informalidad de la obra no significa en modo alguno falta de seriedad. Se trata de un trabajo riguroso y t¨¦cnico como pocos en torno al dif¨ªcil mundo del chocolate y que demuestra, una vez m¨¢s, lo viajado, culto y bien comido que es el autor. Uno de los cocineros mas inconoclasta, at¨ªpico y genial que ha parido esta tierra vasca.
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