El Postigo constitucional
Desde antes de ayer est¨¢ abierta la exposici¨®n de dulces de conventos que se clausurar¨¢ ma?ana, d¨ªa de la Pur¨ªsima. No s¨¦ si esta fiesta tiene a¨²n, para algunos, connotaciones nacional cat¨®licas (como ciertos patronazgos ajenos al misterio que simboliza). Para muchos sevillanos no, porque es algo tan cotidiano y a la vez tan propio, tan de la ciudad, como la imagen barroca y peque?ita, bell¨ªsima, de la Pura y Limpia del Postigo, guardesa de la antigua puerta que vive todo el a?o a pie de calle y estos d¨ªas recibe a los suyos abriendo las puertas de su capillita, que tiene el aire sencillo de las antiguas viviendas modestas siempre abiertas a la calle por una ¨²nica abertura que serv¨ªa a la vez de puerta y de ventana. Como la cultura, lo religioso y lo tradicional puede ser peso, lastre, losa o imposici¨®n, pero tambi¨¦n conquista sentimental y experiencia existencial. Existe una dimensi¨®n beata de la cultura que sirve para que los pedantes se distingan (puristas, fariseos que ignoran el esp¨ªritu). Existe una dimensi¨®n fundamentalista de la cultura que la convierte en arma no precisamente cargada de futuro, sino en factor de resistencia al cambio y justificaci¨®n de lo atroz (truenos vestidos de ilustrados, podr¨ªa decirse: todos los tiranos de este siglo han tenido su cohorte de intelectuales: desde C¨¦line hasta Heidegger, desde Neruda hasta Sartre). Y existe una dimensi¨®n sincera, vital, existencial, de relacionarse con la cultura: leer, o¨ªr m¨²sica, ver pel¨ªculas o exposiciones, como se respira, se ama o se come. Tambi¨¦n la ciudad y las tradiciones pueden vivirse as¨ª. Son estos d¨ªas para darse por entero a la ciudad, sin restricciones, haciendo compatible lo que pedanter¨ªas y fundamentalismos (de izquierda o de derecha, por usar t¨¦rminos tambi¨¦n tradicionales) durante tanto tiempo dijeron que era incompatible. Y para darse a la idea de ciudad que se quiera; porque estas fiestas que ma?ana empiezan, desde la Pur¨ªsima a Epifan¨ªa, son una parte importante de la cultura de la ciudad, pero no toda ella, ni la ¨²nica forma de vivirla, de entenderla o de amarla. Por resumir, y ya que ayer fue su fiesta, son d¨ªas para darse constitucionalmente a la ciudad, que hace veinte a?os que la Constituci¨®n tambi¨¦n ampara nuestra libertad de elecci¨®n en lo que a nuestra relaci¨®n con la ciudad se refiere. Este puente es as¨ª un hermoso arco del Postigo constitucional, a trav¨¦s del que los sevillanos entran en una ciudad en la que pueden elegir con qu¨¦ partes suman su propio y personal todo ciudadano. Porque en este Postigo constitucional cabe la bella tradici¨®n de la Pura y Limpia -o comprar los dulces de convento, o pasear despacio bajo la luz de las bombillas, o visitar los primeros nacimientos- y caben todas las opciones de libertad que hacen a¨²n m¨¢s nuestra, cotidiana y hermosa la participaci¨®n en tradiciones que ya no presuponen adscripci¨®n ideol¨®gica, como hasta hace no tanto tiempo suced¨ªa. Y es que, al fundar nuestra convivencia en libertad, la Constituci¨®n, ha restaurado tambi¨¦n nuestras fiestas, eliminando los repintes y devolvi¨¦ndolas a su pureza sentimental.
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