ETA dise?¨® el alto el fuego como un "instrumento m¨¢s de la lucha armada"
La tregua no es el fin de la lucha armada, sino su continuaci¨®n por otros medios. As¨ª se deduce del mensaje que la c¨²pula de ETA remiti¨® en 1995 a la direcci¨®n de KAS en Espa?a, en el que analizaba las ventajas y los riesgos de un cese indefinido de la violencia. "De actuar mal, por supuesto, podr¨ªa ser nuestra extinci¨®n; en cambio, si actuamos bien, podemos transformar el alto el fuego en otra arma contra el enemigo", afirmaban Ignacio Gracia Arregui, I?aki de Renter¨ªa, Mikel Albizu Iriarte, Antza, y Jos¨¦ Javier Arizkuren Ruiz, Kantauri.
El escrito, interceptado por las Fuerzas de Seguridad del Estado, no descalificaba de plano la posibilidad de un alto el fuego, sugerido ya entonces por algunos ex dirigentes encarcelados en Francia y Espa?a, pero advert¨ªa de que su eficacia depend¨ªa del uso que se hiciera del mismo, "como ocurre con el resto de los instrumentos de la lucha armada". Evidentemente, ETA no consider¨® entonces que se dieran las condiciones para afrontar con ¨¦xito un proceso de estas caracter¨ªsticas y se lanz¨®, por el contrario, a una brutal campa?a de atentados contra los concejales del PP, que lleg¨® al culmen con el secuestro y asesinato de Miguel ?ngel Blanco en julio de 1997.Otro p¨¢rrafo del mismo documento arroja luz sobre las dudas que suscitaba en la direcci¨®n de ETA la eventualidad de una tregua indefinida: "De entrar en un alto el fuego, adem¨¢s de la fuerza que hay que demostrar, mientras tanto tenemos que demostrar tambi¨¦n que si no se rompe nunca somos capaces de dar semejante respuesta. Si no fuera as¨ª, o nos sentir¨ªamos obligados a continuar adelante (y en consecuencia el proceso quedar¨ªa bastante condicionado) o tendr¨ªamos que romperlo, pero nuestra credibilidad ir¨ªa perdiendo sin cesar".
Aunque el texto resulta a primera vista ininteligible, los expertos antiterroristas han conseguido descifrar su contenido. A su juicio, lo que plantea la direcci¨®n de ETA es que para decretar una tregua hay que conseguir antes una acumulaci¨®n de fuerzas tal que le permita afrontarla desde una posici¨®n favorable. De no lograrlo, agregan, ETA se ver¨ªa obligada a mantener el alto el fuego en una situaci¨®n de debilidad o a romperlo y reiniciar los atentados, lo que le supondr¨ªa una merma para su credibilidad. Esta acumulaci¨®n de fuerzas es precisamente la que se produjo con la Declaraci¨®n de Lizarra, suscrita cuatro d¨ªas antes del anuncio de tregua, en el que los partidos nacionalistas e Izquierda Unida, as¨ª como varias organizaciones sociales y sindicales, asumieron uno de los ejes de la Alternativa Democr¨¢tica difundida por ETA en abril de 1995: la aceptaci¨®n pasiva por el Estado de la decisi¨®n del pueblo vasco, sin que la Constituci¨®n pueda limitar su voluntad soberana. ETA ya expuso en su Alternativa Democr¨¢tica que "lo ¨²nico que se debe negociar y acordar con el Estado espa?ol es el reconocimiento de Heuskal Herria y la eliminaci¨®n de las limitaciones jur¨ªdicas y pol¨ªticas". Ello explica las dificultades para poner en marcha las negociaciones entre el Gobierno y ETA, que, pese a la autorizaci¨®n p¨²blica del presidente Aznar, no han pasado todav¨ªa de contactos exploratorios.
El Ejecutivo s¨®lo quiere hablar de la situaci¨®n de los presos y pr¨®fugos de la banda, mientras que ETA se resiste a desprenderse de su ¨²ltima baza, con una renuncia definitiva al uso de la violencia, mientras no obtenga garant¨ªas de que el proceso alumbrado en Estella avanza seg¨²n sus previsiones. El Gobierno no puede aceptar que el cese de la violencia tenga un premio pol¨ªtico y ETA no puede asumir que sus miembros hayan ido a la c¨¢rcel s¨®lo para acabar luchando por salir de ella.
En todo caso, seg¨²n las fuentes consultadas, la negociaci¨®n pol¨ªtica no se producir¨¢ entre el Gobierno y ETA, sino en la mesa de partidos vascos que, con participaci¨®n de Euskal Herritarrok, convocar¨¢ tras las Navidades el lehendakari Juan Jos¨¦ Ibarretxe.
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