El Banco Mundial critica las recetas del Fondo Monetario para afrontar la crisis
Las relaciones entre las dos grandes instituciones que desde hace m¨¢s de cincuenta a?os operan en las cada vez m¨¢s agitadas aguas del sistema financiero internacional, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), han empeorado de forma notable. El ¨²ltimo episodio de su sorda pugna lo ha protagonizado el Banco Mundial al presentar su Informe de perspectivas mundiales, en el que critica abiertamente las pol¨ªticas del Fondo Monetario y propone nuevos m¨¦todos para hacer frente al fantasma de la depresi¨®n mundial.
La actual tensi¨®n en los mercados financieros, consecuencia de la persistencia de los efectos de contagio desatados tras la crisis asi¨¢tica del verano de 1997 y el consiguiente aluvi¨®n de cr¨ªticas hacia el FMI, ha vuelto a poner sobre el tapete la necesidad de revisar las relaciones entre las dos instituciones que ocupan dos manzanas contiguas en pleno centro de Washington.La presentaci¨®n del informe del Banco Mundial, el pasado d¨ªa 2, ha coincidido en el tiempo con un nuevo rebrote de inquietud en las bolsas occidentales, que hab¨ªan comenzado a registrar continuas bajadas, s¨®lo parcialmente atajadas con la reducci¨®n coordinada de tipos en Europa y los buenos datos de desempleo en Estados Unidos.
El informe del BM, que reduce las perspectivas de crecimiento de la econom¨ªa mundial a un 1,9% en 1999 (2,5% anteriormente), contiene un recetario de medidas anticrisis que la instituci¨®n ha dado en llamar "nuevos m¨¦todos". Se suma al cada vez m¨¢s nutrido grupo de analistas que hacen apuestas sombr¨ªas y temen que la econom¨ªa mundial entre en recesi¨®n.
Por ello, preconiza aplicar "sin demora pol¨ªticas destinadas a evitar una recesi¨®n mundial a¨²n m¨¢s profunda". Hasta aqu¨ª, coincidencia con el FMI en el diagn¨®stico sobre la gravedad de la situaci¨®n. Sin embargo, el economista jefe del BM, Joseph Stiglitz, se ha despachado a gusto en sus cr¨ªticas a los programas del FMI, aunque sin mencionar expl¨ªcitamente el nombre de esa instituci¨®n. "Debemos ser m¨¢s abiertos en nuestra forma de responder a la crisis y estar menos influenciados por las f¨®rmulas est¨¢ndar de rescate que funcionaron bien en las crisis de la deuda de los a?os ochenta", ha escrito recientemente.
Reparto de cargas
?Cu¨¢l es entonces la respuesta del BM a la actual amenaza de recesi¨®n mundial? La instituci¨®n que preside James Wolfensohn se?ala como causas de la crisis, adem¨¢s de las conocidas cr¨ªticas a la debilidad de los sistemas financieros nacionales, "las pol¨ªticas macroecon¨®micas desacertadas, la escasa previsi¨®n con que se llev¨® a cabo la liberalizaci¨®n financiera o de la cuenta de capital (...) y la tendencia de los mercados internacionales de capitales a oscilar entre la euforia y el p¨¢nico".Es decir, reparte la carga entre los factores de orden dom¨¦stico de cada econom¨ªa y los propios del sistema financiero internacional, algo a lo que se resiste el FMI, alineado con las tesis permanentemente liberalizadoras preconizadas por el Departamento del Tesoro y la Reserva Federal de Estados Unidos. Aunque el FMI ha moderado su posici¨®n al respecto, el pensamiento de la instituci¨®n sigue siendo defensor a ultranza de la m¨¢s absoluta libertad para los movimientos de capitales.
El BM, en cambio, asegura que la situaci¨®n "obligar¨¢ a aplicar tipos de cambios m¨¢s flexibles, una pol¨ªtica fiscal m¨¢s estricta (...) y, en caso necesario, restricciones a los flujos de capital. El objetivo de estas medidas ser¨¢ reducir los ingentes ingresos de capital y el repentino auge del cr¨¦dito interno que suele preceder a las crisis financieras".
El BM afirma que el objetivo de "las pol¨ªticas fiscales y monetarias en estos momentos es mantener la demanda, ampliar las medidas de protecci¨®n social y recapitalizar los sistemas financieros".
En la misma l¨ªnea, Stiglitz sostiene que "las pol¨ªticas excesivamente contractivas conducen a m¨¢s bancarrotas, haciendo m¨¢s dif¨ªcil la reestructuraci¨®n de las empresas y del sector financiero y la recuperaci¨®n de la confianza empresarial".
Basta comparar este diagn¨®stico con el plan acordado por el FMI para Brasil, que incluye restricciones fiscales y de orden social, y cuya consecuencia reconocida de forma un¨¢nime ser¨¢ una importante ca¨ªda de la demanda no s¨®lo en ese pa¨ªs, sino en el conjunto del continente.
Efecto contagio
?Por qu¨¦ el BM muestra ahora tan claramente sus diferencias con el pensamiento ortodoxo del FMI y de los responsables econ¨®micos norteamericanos? Sin duda, en la continuidad del malestar financiero, que comenz¨® como una gran crisis en julio de 1997 y que desde entonces ha ido expandi¨¦ndose, en un movimiento espasm¨®dico e incontrolado, hasta afectar al coraz¨®n del mundo financiero occidental, en especial la banca norteamericana y las firmas de Wall Street. Un contagio que ha ido laminando en sucesivas fases, primero en Asia, luego en Rusia y posteriormente en Latinoam¨¦rica, la autoridad de Camdessus y los suyos.Las grandes potencias econ¨®micas est¨¢n de acuerdo en la idea de reorganizar el funcionamiento y el papel de las dos grandes instituciones financieras multilaterales creadas tras la Segunda Guerra Mundial y las voces reclamando un mayor protagonismo para el Banco Mundial est¨¢n ganando audiencia.
Los comit¨¦s del G-7, en el que participan Estados Unidos, Jap¨®n, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Canad¨¢, que estudian esas posibles reformas est¨¢n analizando la posibilidad de fusionar el comit¨¦ interino del FMI con el comit¨¦ de desarrollo del Banco Mundial. Algo que nunca ha acabado de gustar a los hombres del FMI.
Ahora, el FMI ha empe?ado ya la credibilidad que le queda en el programa de ajuste brasile?o. Un fracaso o un agravamiento de la crisis financiera internacional podr¨ªa ser fatal para su futuro. No faltan economistas que afirman que, aun en caso de ¨¦xito, las recetas del FMI se van a volver en contra suya, pues su consecuencia s¨®lo puede ser una contracci¨®n de la demanda.
En cualquier caso, antes de que se resuelva la inc¨®gnita que contiene el expediente de Brasil, Wolfensohn ha puesto a punto su propio programa anticrisis, tal vez pensando que los Gobiernos del mundo pueden acabar agarr¨¢ndose a ¨¦l como a un clavo ardiendo si el tradicional bombero vuelve a fracasar.
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