M¨¢s de 10.000 "descerebrados"
El inspector de polic¨ªa, curtido en la lucha contra grupos radicales y violentos, le pregunt¨® al joven reci¨¦n detenido, que luc¨ªa sobre su cazadora una llamativa cruz gamada:-As¨ª que t¨² eres nacional-socialista.
-Mire, se?or agente, le respondi¨® el ultra sin titubear, a m¨ª usted me puede acusar de lo que sea menos de socialista; por ah¨ª no paso...
La an¨¦cdota, que refiere uno de los jefes de la polic¨ªa que lucha en Madrid contra la proliferaci¨®n de estos grupos, quiere reflejar as¨ª que debajo de los s¨ªmbolos nazis, de las banderas espa?olas con el escudo preconstitucional y de los gritos racistas habita el vac¨ªo m¨¢s absoluto. "Hay una palabra", a?ade el inspector, "que los retrata a la perfecci¨®n: descerebrados".
Los movimientos de cabezas rapadas, de supuesta ideolog¨ªa neonazi, surgieron t¨ªmidamente en Espa?a a principio de la d¨¦cada de los ochenta, copiando los usos y maneras -ninguna aconsejable- de los tiffosi italianos y los hooligans brit¨¢nicos. Ahora, seg¨²n los informes m¨¢s recientes, la cifra de hinchas radicales, violentos, supera los 10.000. De ¨¦stos, aproximadamente un 10% baja a¨²n m¨¢s el escal¨®n de lo razonable y convierten el fanatismo de los otros en vandalismo puro y duro.
El retrato robot de estos individuos -que se identifica plenamente con los tres detenidos por la polic¨ªa en Madrid- es para echarse a temblar. Se inician a los 19 a?os, cuatro o cinco a?os antes que sus colegas italianos e ingleses, y distan mucho de ser el orgullo de cada casa: detr¨¢s de sus gritos se esconde demasiadas veces el fracaso escolar y profesional, el consumo desmesurado de alcohol y drogas, la violencia porque s¨ª. Su ideolog¨ªa pocas veces va m¨¢s all¨¢ de su abundante quincalla paramilitar, de los s¨ªmbolos y banderas nazis, de sus armas blancas y aerosoles de defensa. La ¨²ltima preocupaci¨®n de la polic¨ªa -adem¨¢s del apoyo sostenido que le brindan algunos clubes- viene de la tendencia de estos grupos a mezclar el alcohol con drogas sint¨¦ticas, lo que los hace extremadamente violentos, sobre todo los d¨ªas de partido.
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