Cumbre de taca?os
Algo ha avanzado en el Consejo Europeo de Viena: la conciencia de que en la definici¨®n de las finanzas comunitarias para los a?os 2000 a 2006 todos van a perder algo. Incluso Alemania, que insiste en rebajar su contribuci¨®n a la UE, no tanto para acabar pagando menos -aunque tendr¨¢ que parecerlo- como para asegurarse de que no pagar¨¢ cada vez m¨¢s cuando necesita impulsar el crecimiento en su pa¨ªs. Por eso, porque todos pierden, estamos asistiendo a unos movimientos que tienden m¨¢s a limitar los da?os previsibles que a aumentar las ganancias imposibles. El propio Aznar ha hablado de que todos, incluida Espa?a, har¨¢n "esfuerzos". El ambiente es, pues, m¨¢s positivo. Pero tambi¨¦n traduce que nadie quiere mirar de frente a los costes de la ampliaci¨®n de la UE al Este y a Chipre y que esta ampliaci¨®n se retrasa, pese a que se prometa intensificar las negociaciones en 1999.En materia de lucha contra el paro, en esta Europa rosa que arranca a duras penas, s¨ª se ha producido un cierto avance hacia ese "pacto por el empleo" que se anuncia para junio pr¨®ximo, al aceptarse ir a objetivos nacionales "verificables". En materia exterior, Espa?a logr¨® algo que le interesa mucho, como incluir al Mediterr¨¢neo entre las cuatro primeras ¨¢reas estrat¨¦gicas para la nueva pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n, junto con Rusia, Ucrania y los Balcanes. Por otra parte, vergonzosamente, se ha decidido revisar de aqu¨ª a marzo la supresi¨®n en la UE (anunciada en 1991 y prevista para julio pr¨®ximo) de las tiendas libres de impuestos en aeropuertos y otros lugares. De momento, los grupos de presi¨®n que defienden este comercio han llegado al m¨¢ximo nivel institucional y se han apuntado un tanto.
Es un bot¨®n de muestra de que la situaci¨®n no estaba madura para una decisi¨®n sobre el tema estrella de esta cumbre, las finanzas comunitarias; ni siquiera para fijar criterios generales. La presidencia austriaca cometi¨® el error garrafal de anunciar, pocos d¨ªas antes de este Consejo Europeo, que no esperaba resultados. Ella misma pinch¨®, as¨ª, las posibilidades de esta cumbre. Todos han preferido aplazar las decisiones importantes sobre la financiaci¨®n futura. Resulta incluso razonable. De otro modo, se hubiera empa?ado con una crisis el hist¨®rico alumbramiento del euro dentro de 18 d¨ªas. Ha sido, pues, una cumbre de transici¨®n. Espa?a, una vez m¨¢s, ha salvado su posici¨®n de forma defensiva, no constructiva. Pero mantiene sus cartas. La propuesta de la Comisi¨®n en materia financiera ser¨¢ una base, aunque no la ¨²nica, para las futuras negociaciones. ?Bendita Comisi¨®n! La misma que hace poco recib¨ªa insultos desde Espa?a por haber presentado unas opciones sobre las contribuciones a las arcas comunitarias (los llamados recursos propios) que quebraban la letra y el esp¨ªritu de los tratados de la Uni¨®n Europea. Espa?a y Alemania pueden haber empatado en Viena, poniendo en equilibrio en la UE los conceptos de solidaridad y de rigor presupuestario. Las espadas siguen en alto, aunque, tras Viena se empieza a vislumbrar cu¨¢l puede ser el paquete final, aunque a¨²n no se sepa c¨®mo llegar a ¨¦l en los pr¨®ximos meses. Las alianzas est¨¢n muy entrecruzadas. La postura francesa ser¨¢ decisiva: frente a la anterior posici¨®n de cuasi equilibrio derivado del beneficio que sacaba de la pol¨ªtica agr¨ªcola, Francia se est¨¢ convirtiendo en un contribuyente neto significativo. Todos se han comprometido a llegar a un acuerdo en marzo en Bruselas, ya bajo presidencia alemana. Est¨¢ por ver. En un panorama en el que todos, sin excepci¨®n, han intentado barrer para casa, la defensa de Europa, la personalizaci¨®n institucional de la conciencia de Europa, le ha correspondido a un espa?ol que le ha hablado al Consejo de Viena sin tapujos. Jos¨¦ Mar¨ªa Gil Robles, presidente del Parlamento Europeo, ha alertado contra una victoria p¨®stuma del thatcherismo en un doble sentido: el de reducir la UE a "puro y simple mercado" y el de que los pa¨ªses ricos reclamen que se les devuelva parte de su dinero, de sus contribuciones a las arcas comunes para unos gastos que, seg¨²n ha tenido que recordar el presidente de la Euroc¨¢mara, son inversiones que benefician a todos. Al menos hay alguien que se ha acordado de Europa.
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