Perlas del franquismo
Una novela recrea el ambiente de los colegios de los a?os sesenta con an¨¦cdotas y material educativo reales
Los buenos y los malos estaban bien identificados en los libros de texto del franquismo. El primer lugar entre los buenos lo ocupaba, c¨®mo no, el general Franco, descrito en algunos textos como "un don enviado por Dios para salvar Espa?a". A cierta distancia quedaban los constructores de pantanos, encarnaci¨®n pura de la pol¨ªtica hidrogr¨¢fica de la ¨¦poca, y los j¨®venes que, en materia deportiva, "aceptan la derrota sin venganza". Tambi¨¦n sub¨ªan al Olimpo de la bondad las mujeres que evitaban depilarse. El motivo era de lo m¨¢s natural: la mujer "no debe parecer m¨¢s bella de lo que es".La lista negra del corpus doctrinal de la pedagog¨ªa franquista era bastante nutrida. Los malos eran los gitanos, porque "hab¨ªan sido vanos los intentos de Carlos III para reducirlos a la vida civilizada", y los jud¨ªos porque "mataron a Cristo". No se libraban unos "melenudos de la serie B, que se agitan como asquerosos y malolientes peleles, dejando el ambiente cargado de miasmas vinolentas" que atend¨ªan por los Beatles.
Este florilegio lo incluye el catedr¨¢tico de Teor¨ªa de la Educaci¨®n de la Universidad de M¨¢laga Jos¨¦ Manuel Esteve en su novela El ¨¢rbol del bien y del mal (Octaedro), en la que recrea el ambiente de la escuela en los a?os cincuenta y sesenta a base de an¨¦cdotas y material educativo de la ¨¦poca.
El profesor se ha propuesto curar a sus coet¨¢neos del s¨ªndrome de Estocolmo con la mejor medicina: una buena dosis de memoria. Decidi¨® escribir el libro tras comprobar que gran parte de su generaci¨®n "ha olvidado o idealizado una educaci¨®n en la que se manipulaban los contenidos ideol¨®gicamente para que quedase claro qui¨¦nes eran los buenos y los malos". Esteve ha recopilado m¨²ltiples ejemplos, como un fragmento que aparec¨ªa en los libros de Geograf¨ªa en el que se defend¨ªa la construcci¨®n de pantanos. El texto se?alaba: "Las tierras duras, secas y fr¨ªas son las que m¨¢s abundan en Espa?a y all¨ª no brotan espont¨¢neamente las plantas alimenticias. Pero estas tierras est¨¢n produciendo frutos cada d¨ªa mejores gracias al ingenio del trabajo. Por eso se est¨¢n haciendo pantanos para regar la mayor parte del territorio nacional".
Los escolares aprend¨ªan la lista de los malos en clase de historia, una asignatura que, seg¨²n un libro de texto de 1963, "debe tener una alta finalidad formativa en el orden moral y patri¨®tico". "Nos aprend¨ªamos esas manipulaciones de memoria", recuerda Esteve.
Pero memorizar no era lo peor, a?ade: "En la asignatura de religi¨®n se utilizaban el pecado y el miedo como forma de adoctrinamiento, lo que caus¨® problemas de conciencia a m¨¢s de uno". Como le ocurri¨® de ni?o a uno de los compa?eros a los que reuni¨® para recopilar las an¨¦cdotas que dan cuerpo a su libro: que estuvo dos meses aterrorizado porque comi¨® una galleta de chocolate antes de comulgar y pensaba que estaba condenado para la eternidad.
"Era una escuela darwiniana donde s¨®lo sobreviv¨ªa el m¨¢s fuerte", dice el catedr¨¢tico. Esteve cuenta que un amigo suyo iba a confesarse para "aprender" de las diferentes preguntas que le hac¨ªa el sacerdote. No era para menos: le descubr¨ªan partes de su cuerpo que hasta entonces hab¨ªan permanecido ocultas. "?l dec¨ªa que todo lo que estaba prohibido en la escuela era bueno y hab¨ªa que probarlo", a?ade el escritor.
El concepto de prohibido entraba en ¨¢mbitos privados como la depilaci¨®n. "No es que sea pecado, sino que una mujer no debe parecer m¨¢s bella de lo que es", aseguraba un texto.
En el libro se habla de c¨®mo los estudiantes no s¨®lo deb¨ªan observar normas de moralidad, sino hac¨¦rselas cumplir al resto de los mortales. De ello se encargaban los batallones de Acci¨®n Cat¨®lica -organizaci¨®n cristiana integrada por laicos- que se mandaban a la calle para defender la moral.
"Se produc¨ªan escenas entre lo tr¨¢gico y lo c¨®mico", dice Esteve. El profesor se acuerda de un d¨ªa en que un grupo de ni?os dijeron a un quiosquero que les ofend¨ªan las estampitas que vend¨ªa porque en ellas aparec¨ªan unas mujeres en pudorosos ba?adores y se pod¨ªa adivinar una chica en biquini. "S¨®lo se pod¨ªa escandalizar con aquello un pervertido sexual muy entrenado. Y a nosotros nos entrenaban para ello", se?ala.
La gimnasia, que Esteve practicaba con una pajarita azul "como la de los ¨¢rbitros de boxeo", tambi¨¦n se impregnaba de moralidad, como reza el texto de otro mural de la ¨¦poca, recuperado por el escritor: "Bienaventurados los que luchan por un trofeo porque se esforzar¨¢n m¨¢s por el premio que no perece; los que al aire se divierten porque no pudren su coraz¨®n; los que aceptan la derrota sin venganza porque se est¨¢n haciendo cristianos". "A¨²n me pregunto c¨®mo con aquel tipo de educaci¨®n pudimos salir personas medianamente equilibradas. A veces pienso que nos dej¨® una huella muy profunda que a¨²n sigue presente en conflictos personales. Porque, al fin y al cabo, nos transmitieron una visi¨®n que concibe el placer como algo malo y un exceso de responsabilidad enfermiza", concluye.
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