Dos castigos: la peseta y la silla el¨¦ctrica
"Mi peor recuerdo de las escuelas franquistas es que nos pegaban. Nos pegaban mucho", dice Jos¨¦ Manuel Esteve. "La peseta" y "la silla el¨¦ctrica" eran dos de los recursos pedag¨®gicos en los que se hac¨ªa patente uno de los principios educativos del franquismo: "la letra con sangre entra". "Eran formas de castigo f¨ªsico que entraban casi en el terreno de la tortura", comenta este catedr¨¢tico.Al colegial que le tocase el castigo de la peseta le sal¨ªa caro. Consist¨ªa en sujetar con la punta de la nariz una moneda pegada a la pared, sin apoyar la frente. "Produce un dolor de cuello insoportable", recuerda Esteve, que hab¨ªa olvidado tal sofisticaci¨®n hasta que se reuni¨® con los amigos con los que recopil¨® las an¨¦cdotas para el libro.
El estudiante que era condenado al castigo de la silla el¨¦ctrica "se ten¨ªa que poner en la misma posici¨®n que sentado en una silla, pero sin ella, con la espalda apoyada en la pared y las rodillas flexionadas", explica el profesor. "Delante de ¨¦l se pintaba una raya de tiza. Cuando el castigado no pod¨ªa m¨¢s y estiraba las piernas o pisaba la raya, era atizado por el profesor con una vara de bamb¨²", dice Esteve, y a?ade un agravante: por entonces los ni?os llevaban pantalones cortos.
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