Sensatez y coraje
El portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados ha enriquecido su l¨¦xico pol¨ªtico con las dos palabras -sensatez y coraje- empleadas por Francis Sejrsted, presidente del Comit¨¦ Nobel del Parlamento noruego, para resumir los m¨¦ritos de John Hume y David Trimble, ganadores este a?o del Premio de la Paz por su labor en Irlanda del Norte. Pero Anasagasti no utiliza su ampliado vocabulario para elogiar el coraje de los concejales vascos del PP (seis de sus compa?eros fueron asesinados por ETA en los ¨²ltimos a?os) a quienes la Consejer¨ªa de Interior del Gobierno vasco ha retirado la escolta aunque siguen recibiendo amenazas de los nacionalistas radicales. La raz¨®n de esa cicater¨ªa tal vez sea que Arzalluz critic¨® previamente a los cargos p¨²blicos populares en el Pa¨ªs Vasco por ser incapaces de afrontar a pie firme y en silencio esas intimidaciones y agresiones; a juicio del presidente del PNV, las denuncias y las protestas de los concejales del PP por la retirada de protecci¨®n de la polic¨ªa aut¨®noma revelan una actitud poco varonil. El despectivo t¨¦rmino de pizpireta aplicado por Arzalluz a la dirigente socialista Rosa D¨ªez durante la campa?a electoral vasca ya hac¨ªa sospechar que la pol¨ªtica, como el sacerdocio, es para ¨¦l cosa de hombres. Anasagasti tampoco elogia la sensatez de Aznar por haber revisado su demag¨®gico programa electoral sobre el cumplimiento ¨ªntegro de las condenas de los terroristas y por aceptar la eventual adopci¨®n de medidas de gracia si ETA abandonase definitiva e irreversiblemente las armas. Por el contrario, el portavoz nacionalista acusa de insensatez y de cobard¨ªa al Gobierno del PP, culpable de no haber dado a¨²n los pasos necesarios para acercar al Pa¨ªs Vasco antes de Navidad a todos los presos de ETA, una exigencia compartida por el PNV, EA y EH; en opini¨®n de Anasagasti, esa resistencia de Aznar y Mayor Oreja a dar entera satisfacci¨®n a las reivindicaciones nacionalistas est¨¢ "dejando pudrir" irresponsablemente las generosas oportunidades de paz abiertas por la tregua de ETA.Al menos antes de que el Concilio Vaticano dulcificara el tremendismo eclesi¨¢stico, los Ejercicios Espirituales inventados por el azpeitiano Ignacio de Loyola aconsejaban a los creyentes -como Anasagasti al Gobierno- sensatez (para llevar a buen puerto el negocio de la salvaci¨®n: ?de que te sirve ganar el mundo si pierdes tu alma?) y coraje (para resistirse a las tentaciones del Maligno: la lascivia para los sentidos y la soberbia para el intelecto). Pero los curas tambi¨¦n recurr¨ªan -como el PNV frente al PP- al miedo y a la mala conciencia del auditorio: si las llamas del infierno eterno serv¨ªan para disuadir a los fieles del pecado mediante la atrici¨®n, los sentimientos de culpa consegu¨ªan el mismo objetivo con la contricci¨®n. Algunos dirigentes del PNV, ayudados a su derecha y a su izquierda por devotos monaguillos mesetarios, muestran una admirable destreza en el manejo de esas t¨¦cnicas jesu¨ªticas. Mientras los concejales vascos del PP -desprovistos de escolta por decisi¨®n del Gobierno de Vitoria- quedan sometidos al amedrentamiento con la coartada de que su partido no se ha plegado a las exigencias nacionalistas, el presidente Aznar y su ministro del Interior quedan culpabilizados por adelantado de todas las cat¨¢strofes imaginables (incluida la eventual ruptura de la tregua por ETA) si no cumplen las imperativas indicaciones del PNV sobre las medidas y los ritmos del proceso negociador.
Sin embargo, los intentos del PNV de descargar sobre el Gobierno del PP todas las responsabilidades por un posible regreso del terrorismo son demasiado burdos para ser tomados en consideraci¨®n. De un lado, el documentado libro de Florencio Dom¨ªnguez Iribarren sobre la historia de las siempre fracasadas conversaciones entre ETA y los gobiernos de UCD y del PSOE (De la negociaci¨®n a la tregua, Taurus, 1998) enfr¨ªa cualquier optimismo sobre la sinceridad de los prop¨®sitos de la banda terrorista al declarar el alto el fuego; de otro, el PNV gobierna desde 1980 sin interrupci¨®n el Pa¨ªs Vasco y tiene tambi¨¦n responsabilidades, por acci¨®n y por omisi¨®n, en la continuidad a lo largo de casi dos d¨¦cadas de una violencia terrorista que s¨®lo el consenso de todos los vascos, nacionalistas y constitucionalistas, puede llegar a erradicar.
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