Kovacevic golea y hurta la fama al Celta
El ariete realista se coloca en el punto de mira del Juventus
Los buenos futbolistas escogen el lugar y el momento adecuado para aparecer, y no dan explicaciones. Darko Kovacevic, a quien le segu¨ªan desde el grader¨ªo los ojeadores del Juventus, protagoniz¨® sin excepci¨®n todas las acciones de gol de la Real Sociedad. Marc¨® dos y no sali¨® a hombros porque no procede en este escenario. El ariete yugoslavo, que ya ha anotado 15 tantos esta temporada, es carne de fichaje. Mientras tanto, ser¨¢ la estrella donostiarra.Cualquier estrategia de aproximaci¨®n para amedrentar al enemigo tiene un destino: Kovacevic. Atrae para s¨ª todos los balones, cuando no se ocupa ¨¦l de conducirlo hasta la porter¨ªa. Contra el Celta se repiti¨® algo usual en Anoeta. La Real apel¨® a la persistencia sin florituras y el Celta jug¨® con demasiada prudencia y sin claridad de ideas. El quid de la cuesti¨®n estuvo en el goleador realista, que insiste all¨ª donde est¨¢ hasta conseguir su deseo: el gol.
REAL SOCIEDAD 2 CELTA 0
Real Sociedad: Alberto; Fuentes, Ant¨ªa, Pikabea, Aranzabal; G¨®mez, Gracia, Sa Pinto (Jauregi, m. 67), De Pedro (Idiakez, m. 79); Kovacevic (Mutiu, m. 87) y De Paula.Celta: Dutruel; Michel Salgado, Eggen, C¨¢ceres, Berges; Mazinho, Makelele; Karpin, Revivo, Tom¨¢s (Mostovoi, m. 63); Juan S¨¢nchez. Goles: 1-0. M. 37: Kovacevic recoge un bal¨®n cerca del ¨¢rea peque?a y remata a media vuelta. 2-0. M. 86: Kovacevic aprovecha una salida en falso de Dutruel. ?rbitro: P¨¦rez Burrul, c¨¢ntabro. Mostr¨® cartulinas amarillas a Fuentes, G¨®mez, Kovacevic, Ant¨ªa, Tom¨¢s, Mostovoi y Karpin. Unos 23.000 espectadores en Anoeta. Antes del partido los jugadores del Celta y Ver¨®nica Olivares, novia de Aitor Zabaleta, hicieron una ofrenda floral junto a una foto del seguidor realista fallecido. Se guard¨® un minuto de silencio y se despleg¨® un gran mosaico blanquiazul que con el nombre de Aitor.
El partido se caracteriz¨® tambi¨¦n por la voluntad que mostraron los dos t¨¦cnicos en sus planteamientos. Ordenaron marcajes tolerantes -zonales-, a veces descuidados, y el f¨²tbol lo agradeci¨® con r¨¢fagas de juego brillante, pero no tan intenso como las embestidas del viento, el principal enemigo de los contendientes.
El viento entorpeci¨® el desarrollo del partido, lo fren¨® o aceler¨® a su antojo, siempre sorprendiendo a los futbolistas y perjudic¨¢ndoles las m¨¢s de las veces. El Celta se comport¨® inc¨®modo, desorientado, se trab¨® del centro hacia arriba, y cuidado que posee jugadores capaces t¨¦cnicamente de organizarse mejor. Sin embargo, Karpin fue una caricatura, a Revivo le desconcert¨® la ubicaci¨®n, alejado de la banda izquierda, y Mazinho y Makelele s¨®lo estuvieron para defender y mirar al contrario.
La partida tuvo en el argentino G¨®mez a otro salvador, y el p¨²blico le aclama cual h¨¦roe de guerra. Defiende tan amplio per¨ªmetro alrededor de su figura que los dem¨¢s s¨®lo tienen que ocuparse de la pelota. Como Sa Pinto se minimiz¨® y De Pedro se contagi¨® de la compa?¨ªa ab¨²lica de Karpin y, al parecer, firmaron un pacto de no agresi¨®n, ya se encarg¨® G¨®mez de adecentar el juego, y por adecentar entendi¨® manejar el cuero y el partido a sus anchas.
El Celta, sin reacci¨®n
La Real emple¨® un juego m¨¢s depredador que l¨ªrico y aprovech¨® que el Celta fue una arquitectura de sombras. Los realistas advirtieron la presencia de un delantero solitario enfrente, lo que indicaba una reducci¨®n del trabajo en retaguardia, presunci¨®n acertada, porque ni Karpin ni Revivo reforzaban el ataque y tampoco se sumaba desde atr¨¢s Makelele como acostumbra.Al principio el juego fue sosegado, al modo parsimonioso y elegante que ordenaba G¨®mez. Cuando marc¨® Kovacevic y el Celta no reaccionaba, la Real cedi¨® terreno, persuadido de que las grandes haza?as se consiguen cogiendo por sorpresa al adversario. Las precauciones distinguieron el juego celeste, cuyos jugadores pervirtieron su fama durante casi una hora. V¨ªctor Fern¨¢ndez apreci¨® d¨®nde hac¨ªan ruina sus muchachos, en la forma de llegar a la porter¨ªa, y llam¨® a Mostovoi. El ruso trat¨® de poner m¨¢s verticalidad sobre el campo, justo de lo que adolec¨ªa su equipo hasta entonces. Entr¨®, hizo dos regates y fabric¨® la mejor ocasi¨®n de gol, pero Karpin estrell¨® el bal¨®n en el larguero. Luego, Mostovoi se evapor¨® en la median¨ªa de los suyos.
En ¨¦stas, cuando pod¨ªa suceder que empatara el Celta o marcara el segundo la Real, mientras aquellos dominaban a duras penas y estos jugaban al contragolpe sin esconder la t¨¢ctica, al partido le subieron las pulsaciones pero mantuvo la misma tonalidad ramplona y aburrida, con sucesivos desaciertos por ambos bandos.
Cualquiera con agallas pod¨ªa desnivelar el signo del marcador, pero Kovacevic -?quien si no?- su segundo gol y baj¨® el tel¨®n. El yugoslavo sali¨® del campo conmocionado, para concederle un aspecto m¨¢s ¨¦pico a su actuaci¨®n y provocar que todas las miradas le siguieran al margen de las insolentes patadas que sufr¨ªa el bal¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.