Vigencia de la Constituci¨®n
LOS HILOS conductores del discurso de Nochebuena del Rey fueron este a?o la validez de la Constituci¨®n en el a?o que ha cumplido su vig¨¦simo aniversario, la esperanza que se ha abierto en la sociedad espa?ola por el cese de la violencia etarra -con un especial recuerdo a las v¨ªctimas del terrorismo- y la satisfacci¨®n por la entrada de Espa?a en la Europa del euro, sin olvidar la otra cara de la moneda: la necesidad de corregir las desigualdades que se generan en el proceso econ¨®mico.Hace mucho tiempo ya que las pl¨¢ticas que el Rey dirige todos los a?os por Nochebuena a los ciudadanos espa?oles a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n han dejado de ser una pieza de meros contenidos ret¨®ricos y han devenido en una forma de adentrarse en los problemas y preocupaciones de esos mismos ciudadanos. Su mayor acierto consiste precisamente en conectar con la vida com¨²n y con las cosas de las que se habla en la calle.
En esta ocasi¨®n ha sucedido lo mismo. No cabe duda de que una de las pol¨¦micas centrales que han sacudido a nuestro pa¨ªs durante el ejercicio ha sido la vigencia de la Constituci¨®n, al cumplirse el vig¨¦simo aniversario de la misma, sobre todo en lo que se refiere a la organizaci¨®n territorial del Estado. La posibilidad de una reforma de la Constituci¨®n, esgrimida especialmente por los partidos nacionalistas democr¨¢ticos en los ¨²ltimos meses y prevista en el propio texto constitucional, no debe hacer olvidar a los ciudadanos lo principal, seg¨²n la opini¨®n del Monarca: que ¨¦sta ha sido una Constituci¨®n de concordia en la que cabe una Espa?a como "patria com¨²n" que permite visiones distintas de un pa¨ªs capaz de acoger a todos. Un pa¨ªs en el que cabr¨ªa todo el mundo, sin exclusiones; un Estado de derecho en el que se ensanchase el amplio marco de las libertades y en el que existiera una articulaci¨®n auton¨®mica que protegiese la pluralidad y la diversidad social era la utop¨ªa factible de los padres constitucionales y de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n hace dos d¨¦cadas, tras el largu¨ªsimo par¨¦ntesis franquista. El Rey record¨® que esa utop¨ªa factible se ha conseguido en su mayor parte, y que el esp¨ªritu que alumbr¨® la Constituci¨®n no sirve s¨®lo para satisfacernos sobre el pasado, sino que es el instrumento de "libertad, seguridad y convivencia para el futuro".
Uno de los hilos conductores recurrentes del Rey en Nochebuena ha sido, desgraciadamente, la continuidad de la lacra terrorista en nuestro pa¨ªs. Por primera vez, este a?o las palabras del Monarca sobre este asunto marcaron otro ¨¦nfasis; la existencia de la tregua ha generado una esperanza basada en realidades, no en deseos. No estaban recientes ahora hechos tan lacerantes como el asesinato de Miguel ?ngel Blanco o de Jos¨¦ Luis Caso, o los secuestros de Ortega Lara, Cosme Delclaux o Jos¨¦ Mar¨ªa Aldaya, como ocurr¨ªa en los alrededores de nochebuenas pasadas. El Monarca tuvo el buen gusto de no confundir a las v¨ªctimas con los verdugos. Pidi¨® a la sociedad espa?ola y a sus pol¨ªticos una especial sensibilidad con las v¨ªctimas y sus familiares, los primeros sacrificados en este largo camino hacia la normalidad democr¨¢tica en Euskadi y en el resto de Espa?a.
Por ¨²ltimo, el Rey destac¨® el principal acontecimiento econ¨®mico de este a?o: la presencia de Espa?a entre los 11 pa¨ªses que han constituido la zona del euro. Nuestro pa¨ªs se incorpor¨® a la Comunidad Europea m¨¢s de un cuarto de siglo despu¨¦s de que ¨¦sta se hubiera constituido; conseguida la democracia, se aceler¨® un proceso acelerado de acercamiento a Europa, que tuvo sus hitos en la entrada de nuestro pa¨ªs en la CEE en 1985 y en su participaci¨®n en primera fila en la Europa del mercado interior y en la Europa de la cohesi¨®n social. Este a?o se ha logrado formar parte, desde su origen, de la Europa de la moneda ¨²nica, en medio de una coyuntura econ¨®mica de bastante prosperidad. En su discurso, don Juan Carlos no se olvid¨® de los marginados, de los parados, de los que se van quedando por el camino, y demand¨® mayores y mejores oportunidades individuales, mayor justicia social y una correcci¨®n de las desigualdades.
Mensaje, pues, de sinton¨ªa con la sociedad espa?ola, en el que se destila una mayor confianza de los ciudadanos en s¨ª mismos; lo que es otro avance significativo, dado que este a?o se ha conmemorado con exhaustividad el centenario de aquel otro 98 caracterizado por lo contrario.
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