Un simio de hace 8 millones de a?os ten¨ªa la mano similar a la humana
El oreopiteco liber¨® la extremidad superior al caminar erguido
La mano nos hizo hombres. Eso se suele decir. Pero hubo una vez en la historia de la evoluci¨®n una mano parecida a la nuestra que no pertenece ni de lejos al linaje de la humanidad. Es la mano del extinto Oreopithecus, un mono de hace m¨¢s de ocho millones de a?os que no para de dar sorpresas. El equipo espa?ol que estudia los f¨®siles del extra?o simio que caminaba erguido cinco millones de a?os antes que los australopitecos, acaba de revelar que su mano, en consonancia con ese tipo de locomoci¨®n, era similar en su estructura a la de nuestros antepasados. Y a la nuestra.
El oreopiteco, destacan los investigadores del Instituto de Paleontolog¨ªa Miquel Crusafont, de Sabadell (Barcelona), puede ayudar a comprender el origen de la mano humana. De momento, ya es una prueba de que el bipedismo provoc¨® el aumento de la eficacia manipulativa y el desarrollo de la mano como instrumento de precisi¨®n.El Oreopithecus, que vivi¨® hace entre 8,5 y 6 millones de a?os en una isla formada por parte de lo que hoy es Cerde?a y la Toscana italiana, no es un ancestro humano, pero los nuevos descubrimientos del equipo que estudia sus restos y que hoy aparecen publicados en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Science USA permiten sentarse a pensar cosas tan alucinantes como qu¨¦ habr¨ªa ocurrido si en vez de extinguirse ese mono b¨ªpedo de mano liberada hubiera continuado evolucionando. ?Acaso la humanidad habr¨ªa arrancado de ah¨ª en lugar de hacerlo de los australopitecos africanos y llevar¨ªamos ya cuatro millones de a?os m¨¢s en la senda de la evoluci¨®n? Fantas¨ªas aparte -pese a su mano, el oreopiteco nunca desarroll¨® un cerebro mayor que el de otros antiguos monos de su tama?o (1,10 metros)-, este simio se consolida como un f¨®sil sensacional. Ya cuando el a?o pasado se dio a conocer que el an¨¢lisis biomec¨¢nico de sus restos evidenciaba que el animal caminaba habitualmente sobre los dos pies, arrebatando a los hom¨ªnidos la exclusiva del bipedismo primate, la pregunta surgi¨®. ?Y las manos?
Pues bien, las manos del oreopiteco, al quedar liberadas de las funciones locomotoras, adquirieron proporciones y morfolog¨ªa ¨®ptimas para realizar funciones manipuladoras; es decir, evolucionaron para convertirse en instrumentos de precisi¨®n, como sucedi¨® millones de a?os despu¨¦s en el caso de los hom¨ªnidos. A diferencia de la mano de los monos antropomorfos modernos, se?alan los investigadores, la mano del oreopiteco es corta, parecida a la de los australopitecos.
Es muy relevante el acortamiento de la distancia entre el pulgar y el dedo ¨ªndice, considerado imprescindible para la manipulaci¨®n precisa: en el oreopiteco esa relaci¨®n se aproxima a la que se da en la mano humana. "Pose¨ªa adaptaciones en las manos que le permit¨ªan realizar movimientos precisos como el pulpa contra pulpa entre el pulgar y otros dedos, que s¨®lo los humanos entre los primates somos capaces de realizar", subrayan los investigadores Salvador Moy¨¤, Meike K?hler y Lorenzo Rook. No hay que inferir que el oreopiteco construyera herramientas. "La funci¨®n primera de la adaptaci¨®n de la mano no es construir herramientas, sino simplemente recoger alimentos", precisa Moy¨¤. "Las t¨¦cnicas son un subproducto posterior de la evoluci¨®n de la mano".
El oreopiteco se extingui¨® al unirse su isla a tierra firme y darle f¨¢cil caza los depredadores del continente. A diferencia de los australopitecos, millones de a?os despu¨¦s, el pobre oreopiteco se olvid¨® de desarrollar los pies para correr.
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