La l¨ªnea clara
Herg¨¦ no s¨®lo influy¨® poderosamente sobre sus coet¨¢neos (gente como su amigo Edgar Pierre Jacobs, creador de Blake y Mortimer; su competidor Jacques Martin, autor de Alix, o su colaborador Bob de Moor, cuya obra en solitario nunca result¨® demasiado estimulante), sino que cre¨® una manera de hacer las cosas que har¨ªa escuela y cristalizar¨ªa, a finales de los a?os setenta, en un movimiento que dio en llamarse "la l¨ªnea clara". Este movimiento, circunscrito en principio al ¨¢rea franc¨®fona, no tard¨® en extenderse por toda Espa?a. Principal representante del asunto fue (y en cierta medida es) el dibujante franc¨¦s Jacques Tardi, quien supo mezclar h¨¢bilmente el universo tintiniano y el tono folletinesco para crear las aventuras de una hero¨ªna feminista del Par¨ªs de principios de siglo, Adele Blanc-Sec (su ¨²ltimo ¨¢lbum, El misterio de las profundidades, se acaba de publicar en Espa?a). No tardaron en sumarse al asunto dibujantes como Yves Chaland o Serge Clerc, menos intelectuales y m¨¢s decorativistas que Tardi, o la pareja formada por el artista Floch y el escritor Fran?ois Rivi¨¨re, quienes construyeron con las aventuras angl¨®filas de Francis Albany una audaz mezcla entre Herg¨¦ y Agatha Christie. La l¨ªnea clara se instal¨® en Holanda con Joost Swarte, m¨¢s ilustrador que historietista, y con Theo Van Den Boogaard, que puso el elegante esteticismo de Herg¨¦ al servicio de un humor desquiciado con las pat¨¦ticas andanzas de Le¨®n, el terrible. En Italia, pese a la presencia ominosa de Guido Crepax, Vittorio Giardino cre¨® a Max Fridman, un personaje propio de las novelas de Graham Greene. En Espa?a, la l¨ªnea clara tuvo su ¨®rgano de expresi¨®n en la revista Cairo, fundada en 1982 por gente como Joan Navarro, Montesol, Josep Sol¨¤, Juan Bufill, Ignacio Vidal-Folch, Miquel Gallardo o quien esto firma, que pretendi¨® dar una respuesta al universo cutre de sexo, drogas y rock and roll que mostraba El V¨ªbora. En Cairo se dio a conocer, entre otros, el dibujante m¨¢s representativo de nuestra l¨ªnea clara, el valenciano Daniel Torres. En esa ¨¦poca, el mundo de la historieta a¨²n daba para pol¨¦micas, y fue bastante divertida la que se organiz¨® entre partidarios y detractores de la l¨ªnea clara (¨¦stos consideraban a aqu¨¦llos unos seres infantiloides que disfrutaban con las aventuras, te¨®ricamente derechistas, de Tint¨ªn; aqu¨¦llos consideraban a ¨¦stos unas momias sesentaiochistas carentes de sentido del humor y capaces de considerar a Crepax como a un artista). Aunque el presente no sea muy brillante para la l¨ªnea clara ni para el c¨®mic en general, puede rastrearse la influencia de Herg¨¦ en dibujantes norteamericanos alternativos como Seth, Richard Sala o Daniel Clowes.
Babelia
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