ALBERTO PORLAN ESCRITOR "Los nombres de los lugares no son algo ca¨®tico y asistem¨¢tico"
Quince a?os de trabajo le han llevado a Alberto Porlan (Madrid, 1947) concentrar en 700 p¨¢ginas una teor¨ªa llamada a poner patas arriba las versiones tradicionales sobre la historia antigua en el viejo continente. Los nombres de Europa es el t¨ªtulo del reci¨¦n editado estudio que, m¨¢s que sesudo ensayo, se antoja juego apasionante. Por si fuera poco, el escritor ha regresado al verso con el poemario Perro, editado por Renacimiento. Pregunta. ?Qu¨¦ le indujo a acometer la tarea de cuestionar los nombres de las ciudades europeas? Respuesta. El punto de partida fue en cierta medida casual. Hay una errata en el Diccionario de s¨ªmbolos de Cirlot, cuando habla de "las pinturas de Arce, C¨¢diz". Como veraneo all¨ª, pens¨¦ que estar¨ªa bien hacerle unas fotograf¨ªas, pero la cueva no aparec¨ªa. Ocho a?os despu¨¦s descubr¨ª que exist¨ªa una errata, ya que el lugar al que alud¨ªa Cirlot se llamaba Arco. De pronto, con los mapas en el suelo, encontr¨¦ una configuraci¨®n muy peculiar que se correspond¨ªa exactamente con los datos que tenemos a partir de Avieno sobre Tartessos, todos los elementos que lo identifican. Y vi que esa configuraci¨®n se repet¨ªa en el centro de Suiza, en la desembocadura del Ebro, en el sur de Inglaterra, en la desembocadura del R¨®dano... P. ?Qu¨¦ posibilidades hay de que ese hecho se deba a una casualidad? R. Estad¨ªsticamente, ninguna, o extremadamente remota. Para nosotros la toponimia es un universo ca¨®tico, asistem¨¢tico. Y, en realidad, no es as¨ª. Trabajando sobre esas concordancias, comenc¨¦ a profundizar y desarroll¨¦ un modelo de equivalencias: ciudades como Valencia, Valence, Valensole, Valonga, Valanjou o Beloncio est¨¢n asociadas con elementos semejantes. Analizando la manera de articularlos, se explica el origen de los nombres que los romanos hab¨ªan dado a los pueblos del norte. La f¨®rmula general implicaba un mismo modelo: el de la prefijaci¨®n. P. ?Hasta qu¨¦ punto es com¨²n el patr¨®n? R. Por lo que yo he visto, desde las islas Brit¨¢nicas hasta Sicilia. Del cabo de San Vicente al extremo oriental de Polonia. P. ?Va siendo hora de pensar que el mundo ha sido un pa?uelo m¨¢s peque?o de lo que pensamos? R. Yo me limito a lo que veo en los mapas, no me meto en esas cosas que lee uno de profesores de Oxford, que dicen que los fenicios llegaron a Am¨¦rica en canoa. Este libro, honradamente, no contiene especulaciones. Ni siquiera me he metido en Rusia. Seguramente, el sistema sobrepase este ¨¢mbito: los indoeuropeos llegan hasta la India, y estoy convencido de que al menos en el norte las concordancias ser¨¢n sorprendentes. Al fin y al cabo, seguimos andando en la red que tejieron nuestros taratabuelos, porque los nombres de los lugares est¨¢n hechos para perdurar.
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