La caza del negro
As¨ª son las cosas y as¨ª se las contamos: calle Preciados, tarde del s¨¢bado, dos de enero. Remolino de gente en torno a una "lechera de la pasma". Africanos contemplando, entre desolados y resignados, como su stock de pa?oletas y corbatas desaparec¨ªa en el interior del veh¨ªculo de la "autoridad".P¨²blico abucheando a los cinco o seis agentes y grit¨¢ndoles "que viva la Navidad".
Menos mal que el personal va reaccionando cuando se abusa as¨ª de los inocuos.
Ya el pasado verano asist¨ª al "levantamiento policial" de dos j¨®venes m¨²sicos callejeros, que imagin¨¦ estudiantes del Este pag¨¢ndose con sus actuaciones el turismo en la Europa "desarrollada".
Yo, en cambio, s¨®lo quer¨ªa meterme en El Corte Ingl¨¦s, que no me deja dormir, que es que vivo de espaldas a ¨¦l, en todos los sentidos, y me tiene fastidiada, desde que empez¨® la Navidad, con esa cancioncilla ramplona de Corticursilandia.
Pero a esos s¨ª les dejan vivir, y c¨®mo.
No es s¨®lo en Navidad: son muchas noches de descargas nocturnas y conciertos de ruedas sobre adoqu¨ªn, o con el montaje de su pr¨®ximo decorado, siempre tan kitsch.
Pobres o¨ªdos y pobre fase REM (Rapid Eye Movement) de los vecinos candidatos al sue?o.
S¨®lo que a las autoridades no les molesta; s¨®lo les cabrean los m¨²sicos callejeros, los vendedores (sobre todo negros) y, si me apuran, la alegr¨ªa en la calle.
Por favor, m¨¢ndenme una patrulla a Sol a levantar el est¨¦tica y ac¨²sticamente nocivo chiringuito que llena de pesadillas la noche adulta y de fantas¨ªas gringas los sue?os infantiles.
D¨¦jennos dormir, d¨¦jennos vivir y dejen vivir a los escapados de un mundo feliz, d¨¦jenles vivir tambi¨¦n en esa ciudad, y si no quieren permit¨ªrselo, al menos no peguen en las cabinas telef¨®nicas esa propaganda mentirosa que les invita a pasar de inmigrante a ciudadano votante de quien ya manda tan mal.
Qu¨¦ espect¨¢culo tan feo, enviar polic¨ªas de paisano (y detr¨¢s, los uniformes) como cebo de los vendedores ambulantes para levantarles esa mercanc¨ªa (10 ¨® 12 boas italianas), no vaya a enriquecerles...; emprender rid¨ªculas redadas en bares de copas y flamenco, pretendiendo estar reventando as¨ª el narcotr¨¢fico; interrumpir a los m¨²sicos callejeros aunque no desafinen; querer meternos a todos en casa y que todos los extranjeros se vayan a la suya.
Primo negro, vente pa Madrid... si quieres que te den patadas.-
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