A la vejez, gloria
En los colegios, en las tabernas, en las discotecas del pa¨ªs no deja de escucharse esa letrilla que canta Esperanza la del Madera (pron¨²nciese Maera), de 76 a?os, bolso negro en ristre con sus pomadas para la ci¨¢tica y una vocecita de miel caliente que no deja de explotarla a poco que se lo pida cualquier vecino o periodista: "Cuando voy caminando pa la plaza / me preguntan si he visto a Migu¨¦ Canales. / ?l dise que es feliz en la monta?a, / que jase mucho tiempo que no sale. / Ay, qu¨¦ le estar¨¢ pasando al probe Migu¨¦,/ que jase mucho tiempo que no sale./ Tra-la-ra-la-la, la-ra-la-la".
Lo del tralar¨¢ tiene su intr¨ªngulis. Porque Esperanza, en su fuero interno, cree que buena parte del ¨¦xito del disco se debe al arte que derrocha ella en esa canci¨®n que escuch¨® hace muchos a?os a una trianera cuyo nombre prefiere olvidar. Pero sus compa?eros, sin negar eso, piensan que la clave est¨¢ en el comp¨¢s, en ese tralar¨¢, grabado en directo, que, seg¨²n ellos, levanta a cualquier p¨²blico donde quiera que suene. El caso es que, entre bromas y veras, enfados y reconciliaciones, el invento ha funcionado. Y los responsables de la casa Senador no dejan de sonre¨ªr cuando ven a estos ancianos picados como veintea?eros por un qu¨ªtame all¨¢ esos micr¨®fonos.
Para las actuaciones que han concertado este mes en Salamanca hab¨ªa que aclarar el pasado jueves qui¨¦nes iban a compartir habitaciones. Hasta ahora, Esperanza, de 76 a?os, y La Pastora, de 75, iban de la mano. Pero este jueves, cuando alguien les pregunt¨®, se hicieron las remolonas cada una en una punta del pasillo. Fue Pati, el hijo de La Pastora, quien tuvo que zanjar las cuesti¨®n con clase y sentido com¨²n:
-?Qu¨¦ pasa aqu¨ª, hombre? ?Que seguimos mosque¨¢s? Ustedes os vais juntas, y ya est¨¢. A ver si vamos dejando las tonter¨ªas, que sois muy viejas ya para andar con enfaditos.
Argumento de peso que si no las convenci¨® provoc¨® el mismo efecto. El grupo lleva cantando en las veladas de Triana desde 1982. Y hace menos de dos a?os sac¨® al mercado su primer disco, una obra que no vendi¨® ni la d¨¦cima parte de ¨¦sta.
Ahora, Triana Pura se ha ensanchado. A la Esperanza la del Maera, La Pastora, La Perla, El Herej¨ªa, El Coco y El Curro se les ha sumado, hace pocos meses, Manuel Pati, hijo de La Pastora. Se necesit¨® un suplente de Curro cuando ¨¦ste sufri¨® un infarto mientras grababa una versi¨®n por buler¨ªas de La Flaca y el m¨¦dico le prohibi¨® cantar de momento.
A Curro se le saltan las l¨¢grimas recordando aquello y Esperanza le dice:
-No importa que no cantes, hijo m¨ªo. T¨², con que te pongas a mi lado en el escenario, ya has cumplido.
Da la impresi¨®n de que ni el ¨¦xito ni el dinero van a separar a una gente que tantas penas y tantas alegr¨ªas compartieron en el mismo barrio. Tal vez por todo aquello que vivieron dicen sentirse trianeros antes que sevillanos.
-Pero de la Triana de antes -concreta El Herej¨ªa-. Triana la pura y pura, la de los flamencos Tragapanes, El Titi, El Piojo, El Breva... Aquellos gitanos que bailaban en un palmo de suelo.
-?Y c¨®mo era aquella Triana, en qu¨¦ se diferenciaba de Sevilla?
-Era como un pueblo -recuerda La Pastora-. Para atravesar el puente dec¨ªamos que ¨ªbamos a Sevilla. Los s¨¢bados y los domingos hab¨ªa que ver c¨®mo se pon¨ªa esa calle Betis y la calle Pureza, con todo el mundo vestido de limpio. Hab¨ªa que escuchar los pregones -y La Pastora empieza a cantarlos- de los que llegaban vendiendo pi?ones, bellotas, palmitos, madro?os, escobones, melojas...; aquel chisquero que ten¨ªa voz de fr¨ªo, aquellos escobones largos para quitar las telara?as y aquel probecito, tan largo y tan delgado, que los vend¨ªa, y el de la miel. A las tres de la tarde ven¨ªa el agua dulce a los grifos, un agua que quitaba el sentido. Y en Nochevieja se cog¨ªa un cubo de aguardiente, un cazo y una caja de mantecados, y de casa en casa. En el verano, aquel cine Estrella, con sus jarras de agua y los higos chumbos. Y por la tarde, las mocitas nos sent¨¢bamos al fresco en las puertas con los jazmines en la cabeza.
La mayor¨ªa de ellos se vieron forzados a emigrar a Sevilla cuando les pidieron 6.000 pesetas por cada piso en la zona de El Tard¨®n.
-Entonces, a m¨ª y a mis hermanos nos recogi¨® en Sevilla mi t¨ªa -recuerda El Herej¨ªa-. ?ramos 21 en un piso de dos habitaciones. Yo terminaba de trabajar en un hotel a las once o las doce y me daba verg¨¹enza entrar en casa, con tanta gente dormida y por el suelo. Ahora, todo aquello les queda muy lejano. Y eso se nota cuando entran en El Corte Ingl¨¦s de la plaza del Duque. Tanto que ten¨ªan que ahorrar cada vez que quer¨ªan comprarse algo, y ahora van y se escuchan en cualquier planta a cada momento.
Tal vez una de las que m¨¢s han notado el cambio haya sido Esperanza, la del Probe Migu¨¦, madre de cinco hijos, abuela de 13 nietos y bisabuela de dos criaturas.
El Madera, que muri¨® el 1 de enero de hace 13 a?os, no quer¨ªa que Esperanza siguiera en el mundo del espect¨¢culo. Ella, que hab¨ªa cantado y bailado por toda Espa?a junto a Concha Piquer, Lola Flores y Manolo Caracol, se pleg¨® "muy gustosa" a las exigencias del marido y cri¨® a sus hijos, todos "peritos mercantil"; es decir, bien instruidos y colocados.
Esperanza, para justificar los celos del marido, se saca una foto del monedero de 20 cent¨ªmetros, donde se ve, ciertamente, a una se?ora impresionante. "Ahora... que yo tampoco me fiaba de ¨¦l. Porque era de guapo que no cab¨ªa m¨¢s. ?Yo he tenido que echar de mi casa hasta a la Ava Gardner! Que vino un d¨ªa: "?Est¨¢ el Maera?" -Esperanza aflauta la voz para imitar a la actriz-. "El Maera est¨¢ dorm¨ªo, fuera de aqu¨ª".
Bien que se est¨¢ desquitando ahora de todos los aplausos que no disfrut¨® entonces. Ya no es Ava Gardner, sino los tunos acuden a la puerta de su casa, en el mismo Triana, para cantarle el Probe Migu¨¦.
Y de dinero, ?qu¨¦? Sus vecinos dicen que ha sido una buena amiga de Esperanza, casi noventa?era, la que le ha dicho:
-T¨² no hables de dinero, mujer, a ver si encima de que todav¨ªa no has visto ni un duro van a venir a robarte.
Babelia
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