Todos contentos

Todo el mundo sal¨ªa satisfecho de la plaza de Legan¨¦s despu¨¦s de la sexta corrida del abono de invierno. Los espectadores, que hab¨ªan acudido en mayor n¨²mero que en las convocatorias anteriores -no se sabe muy bien por qu¨¦ raz¨®n, ya que el cartel no ten¨ªa especiales alicientes ni atractivos- y que hab¨ªan conseguido regalar a cada matador la correspondiente orejita. Y los toreros tambi¨¦n, c¨®mo no, pues hab¨ªan salido a trofeo por coleta. As¨ª que todos contentos. No ayudaron gran cosa los toros de la ganader¨ªa de El Toril para alcanzar este regocijo. Aceptablemente presentados en general, excepto el primero y el segundo, un tanto anovillados y de pocas hechuras. Pero no se emplearon en ning¨²n tercio. Tomaron el capote, de salida, con feo estilo. No mostraron codicia ni empuje en la suerte de varas. Y se pararon mucho en la muleta, unas veces por falta de fuerzas y otras por mansedumbre. Y hubo un toro bronco y de mal estilo, el quinto, que cogi¨® por una pierna a El Califa y estuvo a punto de darle un disgusto.

Gracias al oficio y a la habilidad de los toreros, que supieron sacar partido a pesar de los problemas de las reses, la corrida no result¨® aburrida. Los tres espadas estuvieron entregados, valientes y con ganas de triunfo.

Chamaco demostr¨® su buena t¨¦cnica con el primero de la tarde, que tomaba la muleta con violencia. Le aguant¨® con serenidad en los pases de tanteo y lo llev¨® muy bien por el pit¨®n derecho, alarg¨¢ndole el escaso viaje. Se quedaba mucho el toro por el pit¨®n izquierdo y el de Huelva salv¨® con habilidad los problemas. El cuarto era un inv¨¢lido al que hab¨ªa que entender y Chamaco lo entendi¨®. Muletazos por alto de refresco y toreo a media altura con la mano derecha. Otra vez sac¨® a relucir su buen oficio corriendo la mano para prolongar la embestida. Y con manoletinas, rodillazos y desplante final de hinojos termin¨® una labor que gust¨® a la parroquia.

El Califa da siempre su talla de diestro valiente y con recursos. Se qued¨® muy quieto con el segundo y pudo pasarlo con la izquierda en dos series de naturales, que empez¨® con enganchones por el cabeceo del toro y termin¨® llev¨¢ndolo con temple, a base de bajarle la mano. Hab¨ªa abierto el trasteo con un muletazo de p¨¦ndulo por la espalda y lo cerr¨® con una estocada volc¨¢ndose que, aunque no qued¨® arriba ni mucho menos, impresion¨® por su ejecuci¨®n.

No le asustaron los pitones del quinto, manso con mucho sentido y con peligro por ambos lados, y sali¨® a ofrecerle pelea. Pudo m¨¢s el toro, que le levant¨® los pies del suelo. El de J¨¢tiva opt¨® por acabar con rapidez.

Luis Miguel Encabo hizo las cosas m¨¢s bonitas y toreras de la tarde. Dos buenas ver¨®nicas y un apretado quite por chicuelinas al tercero. Una art¨ªstica y sentida media ver¨®nica al citar al sexto. Y se invent¨® a ese tercer toro, que se quedaba cort¨ªsimo. No pasaba el burel y Encabo termin¨® por sacarle muletazos que parec¨ªan imposibles. Tambi¨¦n consigui¨® que tomara la franela por el pit¨®n izquierdo, por el que no pasaba y, adem¨¢s, se venc¨ªa; aunque el toro no transmit¨ªa por su invalidez y mansedumbre, Encabo obtuvo la oreja despu¨¦s de adornarse por la cara y matarlo de un pinchazo hondo. Todo fue consecuencia de su fr¨ªa cabeza de torero y su buen gusto.

Tambi¨¦n result¨® problem¨¢tico el toro que cerr¨® plaza, pero Encabo se lo llev¨® a los medios y enseguida se ech¨® la muleta a la zurda. Iba el toro con la cara muy alta y al llegar a la jurisdicci¨®n del torero se paraba y lo miraba. Luis Miguel desisti¨® de intentar la faena ante las dificultades del morlaco.

Banderille¨® el madrile?o a sus dos enemigos con desigual acierto. Algunos pares le quedaron traseros, pero destacaron el segundo y el tercero colocados al sexto toro y el ¨²ltimo que plant¨® en el morrillo del tercer animal.