Nunca pasa nada
?Qu¨¦ fue de la crisis financiera que tuvo su epicentro en el sureste asi¨¢tico? Aparentemente nunca existi¨®, si se observan los datos de cierre del ejercicio de las principales plazas burs¨¢tiles occidentales: Mil¨¢n cerr¨® el a?o 1998 con una subida del 41%; Madrid, con m¨¢s del 37%; Par¨ªs, con el 31,5%; Francfort, con el 18,52%; Nueva York, con el 17,27%, o Londres, con el 14,55%. Invertir en renta variable ha sido un buen negocio en estos mercados."Todo parece haber vuelto a la normalidad. Nunca he visto que cambien los ¨¢nimos de una forma tan brusca. No se oye hablar de Rusia o de Brasil. A nadie le importa". Estas declaraciones en televisi¨®n de un inversor an¨®nimo, los ¨²ltimos d¨ªas del pasado a?o anticipaban la euforia burs¨¢til del primer tramo de este ejercicio. El recuerdo de los problemas del ¨²ltimo a?o y medio parece haber pasado a mejor vida. Se ha recorrido el camino del miedo al p¨¢nico al de adi¨®s al p¨¢nico.
Pero aquellas recomendaciones de prudencia contra la exuberancia financiera, que hizo el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Alan Greenspan, siguen vigentes. En esta ocasi¨®n, poco antes de que Wall Street volviera a lograr un m¨¢ximo hist¨®rico el d¨ªa de Reyes, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advert¨ªa del desajuste existente entre el v¨¦rtigo de las cotizaciones (receptivas a los rumores sobre pr¨®ximas fusiones en sectores como los de telecomunicaciones o automoci¨®n) y los beneficios empresariales.
El sabio Galbraith ha estudiado las actitudes de los participantes en la especulaci¨®n burs¨¢til; por un lado est¨¢n los convencidos de que las nuevas alzas est¨¢n controladas y esperan que el mercado contin¨²e su trayectoria ascendente, acaso con car¨¢cter indefinido. El ajuste a una nueva situaci¨®n da lugar a otro mundo de rendimientos y de valores resultantes que aumentan mucho; se dir¨ªa que hasta el infinito.
Tambi¨¦n est¨¢n aquellos que, superficialmente m¨¢s astutos y, por lo general, menos numerosos, perciben o creen percibir la disposici¨®n de ¨¢nimo favorable a la especulaci¨®n en ese momento. Se disponen a cabalgar en lo alto de la ola; est¨¢n persuadidos de que su genio particular les permitir¨¢ abandonar antes de que la especulaci¨®n complete su ciclo: obtendr¨¢n el mayor rendimiento mientras aqu¨¦lla contin¨²a, y se apartar¨¢n antes de la ca¨ªda que habr¨¢ de producirse.
En su Breve historia de la especulaci¨®n financiera, el profesor em¨¦rito de Harvard denuncia la extrema fragilidad de la memoria en asuntos financieros: "El desastre se olvida r¨¢pidamente. As¨ª, pues, cuando vuelven a darse las mismas circunstancias u otras muy parecidas, a veces con pocos a?os de diferencia, aqu¨¦llas son saludadas por una nueva generaci¨®n, a menudo plena de juventud y siempre con una enorme confianza en s¨ª misma, como un descubrimiento innovador en el mundo financiero y, m¨¢s ampliamente, en el econ¨®mico. Debe haber pocos ¨¢mbitos en la actividad humana en los que la historia cuente tan poco como en el campo de las finanzas".
La experiencia, en la medida en que forma parte de la memoria de todos, es relegada a la condici¨®n de primitivo refugio para aquellos que carecen de la visi¨®n necesaria para apreciar las incre¨ªbles maravillas del presente.
Para todo el mundo no ha sido igual que en Mil¨¢n o Nueva York. Si se analiza lo sucedido en las bolsas latinoamericanas o asi¨¢ticas no hay una equivalencia con las occidentales, sino una disimilitud: aqu¨¦llas perdieron valor.
A la espera de los datos definitivos de cualquiera de las organizaciones multinacionales respecto a 1998, se podr¨¢ establecer con todo el rigor el aumento de las diferencias entre las econom¨ªas m¨¢s ricas y las de los pa¨ªses emergentes. Lo que significa que, en tiempos de crisis, en una econom¨ªa globalizada no existe un proyecto compartido para generar riqueza en todo el planeta.
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