Cr¨®nica de Mart¨ªnez Solim¨¢n, el magn¨ªfico
P or la parte cristiana le viene a Magdy un Mart¨ªnez cargado de a?os a la sombra de Carabanchel. Por esa c¨¢rcel pasaron su abuelo paterno y su padre como presidiarios republicanos, puestos entre rejas por Franco -un Pinochet que los espa?oles no supimos enviar a la C¨¢mara de los Lores- como reos de tan espeluznante crimen, desgracia ¨¦sta que conden¨® al Magdy ni?o a dar sus primeros pasos no por los parques de la infancia perdida entre mocos, tatas y chupa-chups, s¨ª por las galer¨ªas del citado establecimiento penitenciario, gateando, en horas de visita, de la mano de mam¨¢ junto a otros hijos de republicanos all¨ª enjaulados por mor de aquel Tirano Banderas que se quedara en puro pellejo all¨¢ por noviembre del 75. A Mahoma, y m¨¢s directamente a su madre egipcia, le debe este hombre lo de Solim¨¢n, y el aspecto de libertador de Jerusal¨¦n -por el lado del Islam- que luce, garboso ¨¦l, tanto en su magisterio de Derecho Internacional como en las numerosas estampas que ha ido dej¨¢ndonos por los medios escritos y audiovisuales a lo extenso de su andanza pol¨ªtica, la misma que algunos se empe?an en calificar de barrabasada, quiz¨¢ porque jam¨¢s se permiti¨® de embolsarse las 30 monedas de plata que a otros les atufan el bolsillo y los restos que puedan quedarles de sinverg¨¹enza torera. O sea que de la coyunda de dos profetas -Jesucristo y Mahoma- vino al mundo, en el Chamber¨ª madrile?o de 1961, este Magdy Mart¨ªnez Solim¨¢n. El mismo que lleva casi 38 a?os ejerciendo de agn¨®stico y de socialista; el mismo que -fue el destino de los hijos de los exiliados espa?oles- parti¨® su adolescencia entre Viena y Bruselas, soportando en el pic¨² paterno las coplas de do?a Concha Piquer y en el sof¨¢ de casa las sentadas con merienda conspiradora de los compa?eros de un pap¨¢ sin co?as: Nicol¨¢s, Felipe, Alfonso, Luis Y¨¢?ez, Manolo Chaves, Joaqu¨ªn Almunia, Manuel Mar¨ªn y no caigo ahora cu¨¢ntos m¨¢s; el mismo que en 1975, con los primeros clarines de la flebitis en El Pardo, vuelve a Madrid para pintarle las paredes contra la pena de muerte al colegio; el mismo que a los 17 a?os comienza Derecho en la Complutense -Luis Solana, Gregorio Peces Barba, Rodr¨ªguez Devesa, Garc¨ªa de Enterr¨ªa- y, ya puesto a empezar, comienza el curso en la imprenta del marido de Carmen Garc¨ªa Bloise -a¨²n est¨¢ ah¨ª su amor por el papel- y principia de militante en las Juventudes Socialista y de organizador de huelgas contra el refer¨¦ndum de Su¨¢rez; el mismo que, por no parar lo empezado, ya trabaja de administrativo en la Federaci¨®n de Transportes de UGT, en la m¨¢quina de escribir (piano de pobres) al servicio del ferroviario y del marino mercante y del taxista y del camionero; el mismo que conoce a su Lolilla -Lola es ahora su mujer, y entre ambos tienen una Diana que va para 10 a?os- y se va a la mili de Alicante y vuelve para la campa?a andaluza del 82 y hace la gloriosa de un PSOE que gana las generales en el octubre. Fueron d¨ªas de m¨ªtines compartiendo el cartel de los Felipe Gonz¨¢lez y Pedro Silva y Joan Manuel Serrat de aquel Molin¨®n con tufo a victoria y a mineru Acojonante. M¨¢laga: termina su Derecho, dice nones a notar¨ªas y se cuela en el despacho de Carlos Sanju¨¢n. Par¨¦ntesis: master en Derecho Internacional del Mar -London Politechnic University-. Y M¨¢laga otra vez: picapleitos en ejercicio, candidato a las europeas del 86. Matilde Fern¨¢ndez en el Ministerio de Asuntos Sociales: director general de la Juventud (es a?o de olimpiadas, se buscan j¨®venes voluntarios) y "p¨®ntelo, p¨®nselo" y miles de reci¨¦n titulados a ejercer de cooperantes en Am¨¦rica y pasan cinco a?os. Un foll¨®n: Cristina Alberdi, con Garz¨®n en las drogas, al ministerio; Magdy de vuelta en Andaluc¨ªa: viceconsejero de Presidencia para las Relaciones con el Parlamento andaluz. Sevilla, la Juder¨ªa, las Cinco Llagas. Otro foll¨®n: se termina de joder lo de guerristas y renovadores; Magdy -golpe a golpe, verso a verso, con Eduardo Mart¨ªn Toval- al Ayuntamiento de M¨¢laga en minor¨ªa: Villalobos mandando, Romero desinfl¨¢ndose, Magdy de mun¨ªcipe electo y de docente de Derecho Internacional con Alejandro Rodr¨ªguez Carri¨®n. Y otro cisco: las primarias. Magdy le hace la campa?a a Mart¨ªn Toval, gana Paco Oliva. Magdy -como aquel otro Solim¨¢n que liber¨® a Jerusal¨¦n para la causa isl¨¢mica- recibe palos y m¨¢s palos en su propia agrupaci¨®n socialista, la de la malague?a barriada de El Palo, y los palos de El Palo se fueron extendiendo a otras agrupaciones igualmente pale?as con Magdy. "Aqu¨ª te pillo, aqu¨ª te mato", pudo ser la consigna. Sin embargo, las relaciones internacionales precisan tipos bragados. Magdy pertenece a esa clase de humphrey bogarts y recibe encargos de Naciones Unidas: la reforma de la Administraci¨®n P¨²blica de Togo, la reconstrucci¨®n del Burundi de posguerra. Magdy acepta un regalito: director del programa de la ONU para el avance democr¨¢tico del Parlamento de Bangladesh. Y all¨ª est¨¢ Magdy, con pasaporte azul, seguramente pensando cu¨¢l ser¨¢ la pr¨®xima posta. A Magdy Mart¨ªnez Solim¨¢n le gusta el tenis, la buena jalufa, el cous-cous y un rioja del tiempo, las motos y el Real Madrid, la poes¨ªa de los rafaeles -desde Alberti a P¨¦rez Estrada, pasando por Ballesteros-. Lee a Benedetti, Wole Soyinka, Talima Nasrim, Camus, la Biblia, el Cor¨¢n y el Tractatus Logico-Philosophicus. De verdad, primo, d¨ªmelo: ?es, o no, El Magn¨ªfico? JUVENAL SOTO
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