Los defensores
En un instituto de Madrid de la periferia acomodada, un chaval m¨¢s moreno que el resto se ve condenado a soportar las burlas de un grupo de compa?eros liderados por un chulo.El chaval no se atreve a contar la angustia que sufre a sus padres, pero un d¨ªa el asunto se destapa porque el chaval se harta e insulta al chulo, y el chulo le da un golpe en el ojo, con tan mala fortuna y tan mala leche que al chaval le tienen que llevar a urgencias.
El m¨¦dico dice que el chico ha estado a punto de perder la visi¨®n, as¨ª que el consejo escolar decide reunirse para discutir c¨®mo se imparte justicia, y ese consejo formado por padres, alumnos, profesores y personal no lectivo decide que tanto el agresor como la v¨ªctima han de ser sancionados con dos d¨ªas de expulsi¨®n.
?Por qu¨¦ la v¨ªctima?
Muy sencillo, para no facilitarle al agresor el camino a la marginalidad.
En otro centro de Madrid, dos chavales con una rivalidad antigua quedan para pegarse en el recreo y tienen la astucia de situar el duelo al otro lado de la valla del instituto para as¨ª no poder ser castigados.
La pelea se sale de madre y uno de ellos le rompe un brazo al otro. Los chicos son expulsados durante tres d¨ªas. Eso s¨ª, con su lista de deberes para hacer en casa para que en absoluto les perjudique el castigo en sus estudios.
Uno de los padres se niega rotundamente al castigo, dice que parece mentira que ocurran estos atropellos dentro de un Estado de derecho y lo considera una medida traum¨¢tica para los chicos. ?A qu¨¦ se dedica este defensor de la espontaneidad infantil? ?Es pedagogo, es psic¨®logo? Es polic¨ªa y miembro activo de la APA.
Una profesora llama a una madre para informarle de que su hijo, la mitad de los d¨ªas, no acude a clase. La entrevista entre madre y profesora tiene lugar en presencia del hijo. La madre defiende con vehemencia a su ni?o de quince a?os: "Mi hijo no vendr¨¢ al instituto, pero tengo entendido que usted llega la mitad de los d¨ªas tarde a clase". La profesora, a medias desconsolada, a medias indignada, decide dejar el asunto en manos de la direcci¨®n, ya que no sabe si como respuesta a una llamada de atenci¨®n a un alumno le puede caer a ella una sanci¨®n inesperada.
Una amiga maestra me cuenta que entre sus compa?eros existe la desoladora idea de que, si bien antes los padres amenazaban al ni?o con contar sus travesuras al maestro, ahora es el ni?o quien amenaza al maestro con contarle a su padre cualquier castigo con el que no est¨¢ de acuerdo.
Nunca los ni?os de esta parte afortunada del mundo han tenido tantos defensores: las APA, la OCU, pap¨¢, mam¨¢. El Defensor del Pueblo anuncia un estudio de campo para buscar el origen de la violencia que al parecer brota con excesiva frecuencia en los centros escolares. Seguramente, la culpa la acabar¨¢ teniendo la tele, las pel¨ªculas violentas y la play-station. O los toros, que es lo ¨²ltimo que se le ha ocurrido al Defensor del Menor y que ha levantado una pol¨¦mica tan pueril como innecesaria.
Pero parece que nadie es capaz de relacionar la violencia escolar con el descr¨¦dito y la desautorizaci¨®n a la que se viene sometiendo a los profesores desde hace tiempo. Ser¨ªa deseable que nuestro Defensor del Menor no se dedicara s¨®lo a perseguir el pecado en el adulto, con esa bondadosa paranoia que ha desembocado en los Estados Unidos, por ejemplo, en un retraimiento en el contacto f¨ªsico con los ni?os -?tan necesario!- por miedo a ser considerados pervertidores infantiles.
Si hay alguien que no superar¨ªa hoy la barrera de lo pol¨ªticamente correcto ser¨ªa don Antonio Machado, que escrib¨ªa c¨®mo Juan de Mairena "a veces recibi¨® la visita airada de alg¨²n padre de familia que se quejaba no del suspenso adjudicado a su hijo, sino de la poca seriedad del examen.
-?Le basta a usted ver a un ni?o para suspenderlo? -dec¨ªa el visitante, abriendo los brazos con adem¨¢n ir¨®nico.
Mairena contestaba, rojo de c¨®lera y golpeando el suelo con el bast¨®n:
-?Me basta ver a su padre!
Si don Antonio escribiera esto ahora, siendo como era catedr¨¢tico de instituto, seguro que el consejo escolar le abr¨ªa un expediente o retiraban su Juan de Mairena de la biblioteca del colegio.
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