Haz la divisi¨®n t¨², que eres matem¨¢tico
Una noche cualquiera, despu¨¦s de cenar con los amigos llega el momento de abonar la cuenta: 14.500 pesetas y seis comensales. No falla, uno de los colegas dice: "Haz la divisi¨®n t¨², que eres matem¨¢tico". Es como si al ver un letrero por la carretera dij¨¦ramos: "L¨¦elo t¨², que has estudiado geograf¨ªa"; o como si dos colegas van paseando y el que se cansa le espeta al otro: "Ll¨¦vame a hombros, que eres deportista"; o, m¨¢s a¨²n, como si al ver una pel¨ªcula en versi¨®n original pidi¨¦ramos al de al lado que nos leyese los subt¨ªtulos porque ha estudiado filolog¨ªa.?Tan dif¨ªcil es pensar que 12.000 tocar¨ªa a 2.000 pesetas cada uno, m¨¢s las 2.500 que faltan son 400 pesetas m¨¢s, lo que hace un total de 2.400 pesetas por cabeza y faltan todav¨ªa 100? Simplemente, manejar las cuatro operaciones b¨¢sicas.
Se ven a menudo concursos televisivos en los que el concursante pone cara de alucine cuando se le pregunta cu¨¢l es el siguiente n¨²mero primo a 7 (el 11), y justo 10 segundos antes ha contestado sin dudar que Felipe II fue coronado rey en el a?o 1556.
?Qu¨¦ pasa con las matem¨¢ticas? ?Por qu¨¦ tenemos cada vez menos cultura matem¨¢tica? ?Por qu¨¦ las matem¨¢ticas han desaparecido por completo de nuestro entorno cotidiano?
Vayamos a la escuela. Cuando curs¨¦ BUP, a comienzos de los ochenta, ten¨ªamos cinco periodos lectivos de clase de matem¨¢ticas que duraban 60 minutos (300 minutos semanales). Ahora, mis alumnos cuentan con tres periodos de 50 minutos (150 minutos semanales). La proporci¨®n salta a la vista: ahora se estudia la mitad de matem¨¢ticas que hace unos a?os. Tengo que volver a hacer la pregunta.
?Qu¨¦ pasa con las matem¨¢ticas y con las ciencias en general? ?Qui¨¦n ha organizado esta campa?a mundial para hacer creer a la gente que la ciencia no es cultura? Desde luego, el plan les ha salido redondo: la inmensa mayor¨ªa asocia poseer cultura con conocer las capitales de pa¨ªses lejan¨ªsimos, con haber le¨ªdo los cl¨¢sicos, con recitar vagamente algunos art¨ªculos legales, y sobre todo, con hilar cuatro o cinco frases sobre la situaci¨®n pol¨ªtica de no importa qu¨¦ lugar. Todo eso es ciertamente cultura, pero ?acaso saben qu¨¦ es un cromosoma, qu¨¦ es un n¨²mero real, qu¨¦ nos ense?¨® Einstein, c¨®mo se calcula un tanto por ciento?
Hay m¨¢s preguntas: ?por qu¨¦ en las numeros¨ªsimas tertulias -de radio y de televisi¨®n- los cient¨ªficos brillan por su ausencia? ?Por qu¨¦ se pregunta a un escritor qu¨¦ opina del paro y no se hace esa misma pregunta a un cient¨ªfico?
Estamos en una ¨¦poca en la que mucha gente alardea de no saber nada de matem¨¢ticas y o¨ªmos frases del tipo "se me dan fatal", "siempre las suspend¨ª", "las odio". Esta ¨²ltima declaraci¨®n merece una reflexi¨®n.
?Por qu¨¦ se oye tanto eso de odiar a las matem¨¢ticas? No deber¨ªa ser as¨ª, ya que las matem¨¢ticas las han inventado los seres humanos y, por tanto, son las ciencias m¨¢s humanas que hay. Nadie ni nada nos ha impuesto las matem¨¢ticas. El ser humano las ha creado para estudiar su entorno.
Las matem¨¢ticas tienen una particularidad que las hace distinta a todas las dem¨¢s asignaturas. Las ¨²nicas v¨ªas de transmisi¨®n de los conceptos matem¨¢ticos que tienen los alumnos son su libro de matem¨¢ticas y su profesor o profesora de matem¨¢ticas. Explicar¨¦ un poco esto con ayuda de otras asignaturas: un chico puede acercarse a la literatura a trav¨¦s de La isla del tesoro que guardaba su madre desde la ni?ez; una chica puede entusiasmarse por la m¨²sica porque su abuelo tocaba el clarinete en la banda del pueblo; unos hermanos pueden ser unos fieras en la asignatura de ciencias naturales porque su primo es monta?ero y les ha ense?ado un mont¨®n de animales y plantas; en la televisi¨®n abundan reportajes de arte, de costumbres populares, de vida animal, de m¨²sica, obras de teatro y grupos que cantan en ingl¨¦s. Pero, ?cu¨¢ndo podemos encontrar algo de matem¨¢ticas? Ya lo he dicho, s¨®lo durante 150 minutos a la semana, y, desgraciadamente, en muchos casos pasa de o¨ªdo a o¨ªdo sin echar ra¨ªces en el cerebro.
Pero esta caracter¨ªstica de las matem¨¢ticas es a la vez una de sus principales armas y es ahora cuando entra en acci¨®n la importancia del profesor. Ya ha quedado claro que, hoy por hoy, el docente de matem¨¢ticas est¨¢ solo ante el peligro, nadie le va a ayudar a motivar matem¨¢ticamente a su alumnos. De igual manera, nadie les contaminar¨¢. O sea, toda la responsabilidad cae en el ense?ante y, por tanto, la conclusi¨®n es evidente: la mayor culpa del ¨¦xito o fracaso de un estudiante en matem¨¢ticas se debe a su profesor de matem¨¢ticas.
Cada vez somos m¨¢s los profesores y profesoras de matem¨¢ticas preocupados por buscar nuevos m¨¦todos para su ense?anza. Por algo es que la did¨¢ctica de las matem¨¢ticas es, de entre todas las ciencias, la que m¨¢s ha avanzado y mayor n¨²mero de publicaciones ofrece a los ense?antes. Aunque tambi¨¦n es verdad que en estos tiempos el ¨¦xito del profesor es, simplemente, que sus alumnos sepan operar m¨ªnimamente y asuman procesos b¨¢sicos de abstracci¨®n para poder aplicarlos a la resoluci¨®n de problemas.
Estas l¨ªneas son para lanzar un ruego muy sencillo, dirigido sobre todo a los medios de comunicaci¨®n: las matem¨¢ticas, la ciencia, sirven para mejorar el mundo, h¨¢ganles un hueco. ?Acaso no ha sido la ciencia el motor de las m¨¢s grandes revoluciones?
Adem¨¢s de cultura, las matem¨¢ticas nos aportan herramientas valios¨ªsimas para manejarnos en la vida. Nos organizan las ideas, nos hace cuestionarnos constantemente lo que percibimos, nos facilita el entendimiento, nos ofrece una base inmejorable para acceder al resto de las ciencias. No se debe olvidar que detr¨¢s de la energ¨ªa solar, de las investigaciones oncol¨®gicas, del televisor de casa, hay muchos n¨²meros que se suman y se restan.
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