Maderas que predican
Cuando alguien se topa por primera vez con sus esculturas queda sorprendido, casi hipnotizado; pero esta sensaci¨®n no es m¨¢s que un pre¨¢mbulo. Espere a conocer al autor. Segundo Guti¨¦rrez, escultor y sacerdote misionero claretiano, cautiva al m¨¢s pintado, incluso si su interlocutor es de esos que, al ver un cura, sale corriendo. Tiene an¨¦cdotas a millares, derrocha optimismo y no por vestir alzacuello reniega de su vanidad art¨ªstica. De lo que s¨ª prescinde es del dinero y, salvo la cantidad que necesita para comprar materiales, el resto de lo que gana lo destina a instituciones ben¨¦ficas o a sus antiguas misiones. Unas 25 esculturas, la mayor¨ªa de m¨¢s de dos metros, se exponen hasta el pr¨®ximo lunes en ArteSevilla, la feria de arte contempor¨¢neo que se celebra en el Palacio de Congresos y Exposiciones. Sus enormes figuras hechas de maderas ex¨®ticas como el saquisaqui, el mijao o el cedro pueden verse en los stands de dos galer¨ªas de Barcelona: Al Vent y Catal¨°nia. La mayor¨ªa de las obras que ha presentado en Sevilla son figuras mitol¨®gicas empapadas de expresionismo, simbolismo y con un toque naif. Aunque ¨¦l ha contabilizado 167 exposiciones, entre individuales y colectivas, su obra es muy poco conocida en Andaluc¨ªa, ya que la mayor¨ªa de ellas se han organizado en centros sociales e instituciones religiosas. Naci¨® en Bret¨® de la Ribera (Zamora) en 1932. A los 15 a?os decidi¨® que ser¨ªa sacerdote y, cuando ya hab¨ªa cumplido los 35, un hijo de Julio Romero de Torres le anim¨® a dedicarse a la escultura. "Mi padre era carpintero y, aunque muri¨® muy joven, yo aprend¨ª a moldear la madera con ¨¦l. Hac¨ªa peque?as tablas de lavar para aprender y las prensas de madera para los quesos en las que, con una navajita, me entreten¨ªa haciendo dibujos", recuerda Segundo Guti¨¦rrez. Los escalones de esas tablas de madera han marcado tanto al artista que cubren el cuerpo de muchas de sus obras. Despu¨¦s de pasar por misiones en Venezuela y Filipinas, el padre Segundo se instal¨® en C¨®rdoba en 1970 y, salvo excepciones, desde entonces ha cambiado el p¨²lpito por el cincel. El artista, familiarizado con ¨¢rboles de la selva sudamericana, sabe dar a cada madera la forma adecuada. La mima y saca de ella obras como Prometeo fulminado o La victoria de la libertad, que pueden verse en Sevilla. La distancia que le separa de aquella selva es, precisamente, lo que le tiene m¨¢s preocupado al padre Segundo que se queda boquiabierto cada vez que pregunta el precio de una madera en Espa?a. "Cuando estaba en las misiones en Venezuela pod¨ªa conseguir la madera barata y, adem¨¢s, algunas monjas que me conoc¨ªan me guardaban ¨¢rboles", explica el escultor que ha equipado unas 30 iglesias o capillas con las im¨¢genes que han salido de sus manos. "Hasta un peque?o oratorio en los palacios de los religiosos en el Vaticano", a?ade. "Obras religiosas no he tra¨ªdo ninguna a la feria. Yo soy un escultor religioso, aunque eso no significa que tenga que hacer cristos y v¨ªrgenes. Mis figuras llevan algo dentro de cari?o, amor y esperanza", asegura el artista que no se amedrenta ante troncos de hasta siete metros como el que utiliz¨® para hacer una obra que est¨¢ actualmente en Manila (Filipinas). "Ahora me dedico s¨®lo a mis esculturas, creo que ellas predican mejor que yo. He sido superior muchos a?os y la madera obedece mejor que los frailes y las monjas", bromea el sacerdote-artista.
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