La ni?a de nuestros ojos
A.R. ALMOD?VAR Algo nos puede ir a los andaluces en la trifulca de los premios Goya. Y no por implicaci¨®n en la supuesta compra de votos a favor de la pel¨ªcula de J.L. Garci, El abuelo, previo pago de no s¨¦ qu¨¦ cuotas atrasadas (uno cre¨ªa que estas cosas s¨®lo ocurr¨ªan en los partidos pol¨ªticos). Sino por la deriva que este enojoso asunto puede tener sobre el ¨¦xito, mayor o menor, de otra pel¨ªcula en liza, La ni?a de tus ojos, de Fernando Trueba. Sucede que el componente marcadamente andaluz de esta ¨²ltima, aunque por v¨ªa de la s¨¢tira, el distanciamiento y la risa demoledora, ser¨ªa una pena saliese malparado en el monto final de las codicias acad¨¦micas y mercantiles. Pues, de perder, no llegar¨ªa tan lejos como se merece esta ingeniosa desmitificaci¨®n de la Andaluc¨ªa de pandereta, que muy mucho, creo yo, nos interesa expandir. Y que vayan sabiendo por el mundo que el concepto de espa?olada, que tanto han repudiado siempre nuestros verdaderos talentos, empezando por Garc¨ªa Lorca, en realidad debi¨® llamarse andaluzada, un brebaje carpetovet¨®nico en el que alguien mezcl¨® flamenquer¨ªas de zapatazo con hambre de toreros, bandolerismo inexistente y honradez de pobres tonadilleras. Bastante tiempo nos toc¨® ya hacer de payasos del cine nacional. Ahora lo que nos toca es que se sepa que toda esa baratija folcl¨®rica a quien m¨¢s perjudic¨®, sin la menor duda, no fue ni a catalanes, vascos o gallegos, sino a los propios andaluces, que vimos reducida nuestra dignidad, y nuestra condici¨®n jovial o tr¨¢gica -porque nos diera la gana-, a la del t¨®pico degradante, los abalorios del franquismo y una plusval¨ªa de marca espa?ola que nadie nos consult¨®. Y es curioso que sean cineastas no andaluces (Berlanga, Trueba) los que mejor atinan en la rehabilitaci¨®n que se nos debe. Gracias. Pero la pelea se ha puesto muy antip¨¢tica y a lo mejor salen perdiendo las dos cintas, lo que ser¨ªa doble injusticia. Morbo hay, desde luego, el que se quiera: al antagonismo est¨¦tico se superponen otros no menos relevantes: ambos, Trueba y Garci, poseen el ?scar de Hollywood (aunque a m¨ª el del ¨²ltimo por Volver a empezar siempre me pareci¨® un tanto excesivo, algo as¨ª como el Nobel de Cela o el de Echegaray). Tambi¨¦n las ideolog¨ªas andan enfrentadas; m¨¢s progresista Trueba, seg¨²n todos los indicios. Desde el punto de vista art¨ªstico, ya es m¨¢s dif¨ªcil calibrar. Las dos realizaciones acumulan m¨¦ritos y hasta comparten algunos dem¨¦ritos (sobre todo un cierto preciosismo y a ratos una puesta en escena teatral). Entre los primeros, la interpretaci¨®n. Si magistral la de Fern¨¢n-G¨®mez o la de Rafael Alonso, no les quedan atr¨¢s Pen¨¦lope Cruz o Miroslav Taborsky, ¨¦ste en el papel de Goebbels, el gran nazi libidinoso. Pero, en fin, son ¨¦stas apreciaciones subjetivas. El d¨ªa 23 conoceremos la opini¨®n de los expertos. (L¨¢stima que el premio al mejor argumento no se le pueda dar a un tal P¨¦rez Gald¨®s). Por nuestra parte, interesa que todo el mundo vea La ni?a de "nuestros" ojos mirando por nuestras miras, y escuche a la irresitible Pen¨¦lope Cruz hablando un andaluz desinhibido, natural, y cantando La piconera, con su gracia y su tron¨ªo, como Dios manda, pero en riguroso alem¨¢n. Sencillamente inolvidable.
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