El Athletic huye de la Copa

El f¨²tbol, como la gripe, se extiende por contagio. Depende de lo benigno o maligno del virus para determinar su desarrollo. Y los entrenadores hab¨ªan decidido hospitalizar el partido en atenci¨®n a las distintas urgencias que les acucian en la Liga. Por eso naci¨® con dolores musculares, sin ritmo alguno, disputado al albur de las circunstancias particulares de cada momento, casi como un tr¨¢mite deportivo. Griposo en definitiva, fl¨¢cido.Luis Fern¨¢ndez y el debutante Gustavo Benitez, hab¨ªan traicionado de antemano el esp¨ªritu de la Copa. El primero escarmentado por las falsas expectativas, que la estad¨ªstica derrumba a?o tras a?o; el segundo porque no le han fichado para ganar la Copa del Rey sino para mantener la categor¨ªa. El empate se ajustaba a la desidia imperante, m¨¢s que a los meritos de los contendientes.

El Athletic se lo tom¨® con tanta calma que rozaba la parsimonia. Se consol¨® el Athletic disfrutando de las facilidades racinguistas para permitir el acceso a la porter¨ªa sin necesidad de exprimir su inventiva. La desubicaci¨®n racinguista, en jugada, resultaba infantil: el Racing buscaba m¨¢s a Urzaiz que el Athletic. Sin querer pudo golear el Athletic a un rival que lleg¨® de pas¨® y acab¨® adue?andose de un solar vac¨ªo. El conjunto bilbaino domin¨® por inercia, m¨¢s que por voluntad, y se durmi¨® por indolencia m¨¢s que por incapacidad. Los goles racinguistas provinieron de otro efecto contagioso: el virus rojiblanco nace en la porter¨ªa y se propaga entre la defensa.Un zapatazo y una carrera le adaban al Racing un partido que no buscaba y que el Athletic no quer¨ªa.