Secuestrado un periodista espa?ol en Sierra Leona
Los rebeldes exigen la emisi¨®n de un comunicado para liberar a Javier Espinosa, de 'El Mundo'
"Empec¨¦ a retroceder, cada vez m¨¢s deprisa. Y cuando ¨¦l se puso a correr hacia mi, yo hice lo mismo, me di media vuelta hasta alcanzar el taxi. Al llegar, le espet¨¦ a Mohamed: "V¨¢monos de aqu¨ª, v¨¢monos de aqu¨ª, que nos quieren matar". Patrick, horas despu¨¦s del incidente, ya en libertad por el capricho del jefe local de los rebeldes de Calaba Town y por la suerte, con el rostro a¨²n l¨ªvido por el miedo, relata su experiencia: "Tratamos de hacernos los simp¨¢ticos. Les dijimos que ven¨ªamos para escribir una historia sobre ellos, para conocer su versi¨®n de esta guerra. Entonces nos condujeron hasta su coronel. Llegamos a una casa donde hab¨ªa muchos rebeldes fumando droga y bebiendo cerveza. Nos presentaron un hombre que dec¨ªa ser el jefe del grupo. Nos dijo que su nombre era Rambo. Nos ofrecieron beber, pero rechazamos la invitaci¨®n. Estaban muy excitados. Les comentamos que dese¨¢bamos hacer una entrevista. Estuvimos dos horas o dos horas y media con ellos. Nos informaron que eran el mismo grupo que hab¨ªa tenido secuestrado a los seis misioneros javerianos. Incluso, uno de ellos llevaba una cruz sobre el pecho".
Ecomog se moviliza
Aunque Patrick sostiene que esa cruz era de uno de los padres misioneros, puede ser la del obispo de Freetown, Joseph Ganda, a quien se la arrebataron el primer d¨ªa de su captura, cerca del 12 de enero. El misionero espa?ol, Luis P¨¦rez Hern¨¢ndez, asegura que la vio sobre uno de los rebeldes cuando les secuestraron, y que entonces se dio cuenta que la situaci¨®n era muy seria. Mientras Patrick y Javier trataban de negociar con ese grupo su libertad, el gu¨ªa Reginald y el ch¨®fer Mohamed, se fueron hasta Potty Junction, donde se halla el ¨²ltimo control militar de las fuerzas de interposici¨®n africanas (Ecomog). "All¨ª, les informamos de lo que hab¨ªa sucedido. El comandante del puesto reuni¨® a una treintena de hombres para intentar el rescate de los periodistas. Nosotros nos fuimos con ellos. Los rebeldes comenzaron a disparar, no muchos tiros, tres o cuatro... pues deben estar mal de munici¨®n, pero los de Ecomog respondieron con todo lo que ten¨ªan" dice Reginald y a?ade: "al cabo de unos minutos, mand¨¦ al ch¨®fer a buscar refuerzos, pero los soldados nigerianos dijeron que era muy peligroso estar ah¨ª y optaron por regresar a su puesto. Entonces fuimos al cuartel general de Ecomog para informar que unos periodistas hab¨ªan sido capturados por la guerrilla". En el desconchado hotel Cap Sierra, el ¨²nico que funciona en la ciudad, y que es el centro neur¨¢lgico de la prensa, entre los mercenarios, los oficiales de Ecomog y las prostitutas que buscan d¨®lares, se corri¨® la noticia. "Han secuestrado a dos periodistas espa?oles". Las agencias AFP y Reuters, que no sab¨ªan nada de la llegada el d¨ªa anterior de Javier Espinosa, dieron por seguro que los capturados ¨¦ramos Gervasio S¨¢nchez y yo mismo. Retuvieron la informaci¨®n con el fin de contrastarla. La agencia EFE, que acababa de llegar a Freetown, confirm¨® posteriormente de fuentes militares (Ecomog) que los secuestrados ¨¦ramos Gervasio y Ram¨®n y dio la noticia. A las dos de la tarde, una menos que en la pen¨ªnsula, Gervasio y yo arribamos al hotel tras una jornada de agotador trabajo entre mutilados de esta b¨¢rbara guerra. Alberto Masagosa, de Efe, me espet¨®: "?Ram¨®n!, ?Qu¨¦ haces aqu¨ª? Todo el mundo te cree en manos de la guerrilla". En ese momento se nos acerc¨® Reginald, un tanto alterado y nos relat¨® la verdad de lo sucedido. Horas despu¨¦s, Patrick Saint Paul tambi¨¦n lleg¨® al hotel. Hab¨ªa sido puesto en libertad por los rebeldes con la condici¨®n de que la BBC emita un comunicado en el que se diga que el RUF controla Cabata Town (el lugar donde est¨¢ Javier Espinosa) y Wellington y que van a lanzar una nueva ofensiva sobre Freetown. "Eran unos 200 rebeldes, muy nerviosos y drogados. Nos dec¨ªan que Ecomog ment¨ªa, que ellos deseaban la paz y que no eran responsables de las atrocidades que se les atribuyen", asegura Patrick.
Horas infernales
Tras esas dos horas y media infernales, el coronel Rambo decidi¨® poner en libertad al corresponsal de Le Figaro. "Fue una mera casualidad; opt¨® por m¨ª como podr¨ªa haber pronunciado el nombre de Javier. Les intentamos convencer durante media hora de que nos liberara a los dos, que era mejor para ellos, que hab¨ªamos hablado con su l¨ªder militar Sam Bockarie... pero Rambo (25 a?os), se mantuvo firme: "S¨®lo uno y ese eres t¨²". Me montaron una escolta de decenas de rebeldes, pero estos aprovecharon el convoy para intentar atacar el puesto de Ecomog en Potty. Yo les dije que nos iban a matar a todos, a ellos y a mi, que se quedar¨ªan sin armamento y que no podr¨ªan lanzar ofensiva alguna. Se convencieron con ese argumento. Me dejaron solo" y camin¨¦ unos veinte minutos hasta alcanzar el puesto de los nigerianos. Fuentes cercanas a la guerrilla informaron ayer que el l¨ªder del RUF estima que la situaci¨®n puede prolongarse varios d¨ªas y que baraja la posibilidad de sacar al periodista espa?ol del pa¨ªs y entregarlo directamente a las autoridades espa?olas.
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