Ol¨ªmpicos
J. F?LIX MACHUCAAlguien, con ol¨ªmpicas sospechas, acaba de proponerle al COI que rectifique los s¨ªmbolos de su bandera, que all¨¢ donde ondean victoriosos los cinco anillos ol¨ªmpicos figuren otras tantas ruedas de calentitos. De tal manera que, cuando los vientos las sacudan, la pringue se esparza, y sus manchas delatoras hagan caer en la cuenta a los m¨¢s ingenuos que lo menos sancionable en este mundo de camilleros dirigentes son las pildorillas que se tomaba Ben Johnson. M¨¢s prisas que Ben Johnson y sin pildorillas se han metido algunos dirigentes del COI por trincar y echar a correr. Qu¨¦ marcha, primo. Sin necesidad de calentar ni de darle tres vueltas al anillo ol¨ªmpico. Del tir¨®n, como sus hom¨®nimos choricetes del delito vistoso y callejero. Del tir¨®n y salt¨¢ndose las vallas morales que hiciesen falta. No han tenido que utilizar ni zapatillas de clavos. Para qu¨¦. Los clavos los llevaban en las manos y se hincaban en los apa?etes, en las compraventas de terrenos, en las becas de sus hijos y en campa?as electorales de los amiguetes como s¨®lo se hinca el cuchillo en la mantequilla. Las ciudades candidatas a ser sedes ol¨ªmpicas tambi¨¦n generaban sus plusval¨ªas. Aqu¨¦lla que aflojara m¨¢s sus bolsillos y le pagara comisiones hasta al del linimento, esa ciudad prosperaba en su candidatura. M¨¢s que Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional ser¨ªa C¨®gelo o Int¨¦ntalo. En Sevilla, cuando aquel sue?o alejandrino nos dej¨® sin el premio del 2002, las alforjas debieron de estar canijas y exhaustas. Porque, la verdad, prosperamos poco. A lo peor Moreno de la Cova no era el m¨¢s indicado para ir pidiendo por ah¨ª para luego aliviarle la vejez a los venerables ancianos del COI. Cacerolos hab¨ªa en la cocina de la ciudad que, al calor de una garbanzada con sus buenos chorizos, habr¨ªan puesto a los trincones del COI como s¨®lo Argui?ano pone sus platos: rico, rico, rico. Pero bueno, ya lo sabemos para otra vez. Sigan en el COI los de ahora o se cuele la apisonadora angloparlante. El dinero no sabe de idiomas y siempre maneja el lenguaje de las manos. A la hora de trincar tan buenas son unas inglesas como unas catalanas. Joder, si sabr¨¢n las manos catalanas del gusto por el dinero. Por lo pronto, en lo m¨¢s alto del COI, descansa un catal¨¢n. Esta vez la pringue no ha manchado a los andaluces.
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