Una belleza de v¨¦rtigo
Acantilados calizos de 100 metros flanquean el r¨ªo entre Retiendas y Valdesotos, en el macizo de Ayll¨®n
La geolog¨ªa, hasta hace poco, era una ciencia que cog¨ªa de refil¨®n al espa?olito com¨²n, para el que no hab¨ªa m¨¢s roca que la de los saneamientos, m¨¢s fallas que las de Valencia, ni tect¨®nica m¨¢s tec-t¨®nica que ?rsula Andress. Prueba de que esto ha cambiado es la popularidad de que gozan hoy parajes como la sierra de Guara o la de Cuenca por su riqueza en piedra caliza. O, m¨¢s exactamente, por las maravillas que el agua ha obrado en ella: ciudades encantadas; tajos a pico ¨®ptimos para la escalada; simas mil para la pr¨¢ctica de la espeleolog¨ªa; hoces o ca?ones fluviales que hay quienes los descienden a nado embutidos en un traje de neopreno y quienes, si una trocha lo permite, preferimos hacerlo a pie enjuto.Por caprichos de la geolog¨ªa, Madrid es pobre en terrenos cret¨¢ceos, y para una serrezuela que hay -la Caleriza, Cuchillera o de Patones-, est¨¢ tan concurrida por hombres-ara?a en los escarpes del Lozoya cabe el pont¨®n de la Oliva, y por fisgones con linternita de galeno en la cueva del Reguerillo, que apenas queda sitio para el encanto. As¨ª es que para disfrutar a sabor de la profunda belleza de la roca caliza en las proximidades de Madrid hay que irse como poco a dos leguas a levante del mentado serrij¨®n, hasta dar con la hoz que el Jarama ha labrado entre Retiendas y Valdesotos, en las soledades guadalajare?as del macizo de Ayll¨®n.
Desde Retiendas, el caminante ha de salir por la maltrecha carreterilla que pasa junto al camposanto y, en llegando a un puente, abandonarla para seguir bajando por la pista que corre por la margen izquierda del arroyo del Pueblo -afluente del Jarama-, entre chopos, encinas y corpulentos quejigos. Es el camino, viejo conocido de los excursionistas, que conduce en media hora escasa al monasterio de Bonaval, una de las primeras fundaciones del C¨ªster en Castilla (1164) y la m¨¢s rom¨¢ntica ruina de la sierra de Ayll¨®n. Todo ¨¦l, edificado con siller¨ªa de roca caliza, rubia como el sol.
A la vista del cenobio, el camino se bifurca: el ramal de la derecha baja lamiendo la fachada del asciterio para ir a desembocar en el Jarama; el de la izquierda, que es el nuestro, corre por encima del antiguo molino de los monjes -entre cuyos restos se reconoce la alberca, el caz y la torre por la que se precipitaba el agua hacia la rueda- y se adentra en la curva hoz. No sabr¨ªamos decir qu¨¦ impone m¨¢s: los paredones de un centenar de metros cayendo a plomo sobre el r¨ªo, o la angosta vereda, trazada a media altura en la escarpada umbr¨ªa donde, a pesar de la pendiente, medra un espeso quejigal salpicado de enebros y arces de Montpellier.
Rebasado el trecho m¨¢s acantilado de la hoz, la senda rodea por la derecha una amplia pradera, un respiro que nos tomamos antes de embocar una nueva angostura, ¨¦sta de menor profundidad, pero donde el camino se reduce a una cornisa tallada en la roca viva, con un par de pasos en los que no ser¨ªa razonable bailar una tarantela. Aguas abajo, y como a una hora y media del inicio, veremos una gruta bostezando orilla de un olivarcejo; luego, el feo puente por el que cruza la carretera de Puebla de Vall¨¦s a Valdesotos, y a su vera, varios de los apriscos que los cabreros habilitaban anta?o en las oquedades. Unos 200 metros m¨¢s adelante, el Jarama nos depara la ¨²ltima sorpresa: un puente medieval en perfecto estado, apoyado sobre un arco central de medio punto con dos peque?os arcos peraltados a cada flanco, colocados ¨¦stos a tal distancia del lecho que no es probable que caten el agua salvo que sobrevenga otro diluvio; 30 metros mide su rasante empedrada, guardada por pretiles que divergen cual bocina hacia los extremos, tal como se siguen representando los puentes en los mapas. ?Ser¨¢ necesario decir cu¨¢l es la roca dorada, clara como el agua del mozo Jarama, de la que est¨¢ hecha esta bella puente?
Tambi¨¦n sobre ruedas
D¨®nde. Retiendas (Guadalajara) dista algo menos de 100 kil¨®metros de Madrid y tiene acceso tanto por la carretera de Burgos -desvi¨¢ndose en el kil¨®metro 50 hacia Torrelaguna y siguiendo por Patones de Abajo, Uceda, El Cubillo de Uceda y Puebla de Bele?a- como por la de Barcelona, sali¨¦ndose en Guadalajara por la GU-124 hacia Yunquera de Henares, Humanes y Puebla de Bele?a.Cu¨¢ndo. Paseo llano de tres a cuatro horas (seis kil¨®metros de ida y otros tantos de vuelta por el mismo camino). Sin dificultad, porque se sigue siempre la margen izquierda del Jarama, y es factible en toda ¨¦poca, a pie o en bicicleta.
Qui¨¦n. Patxi Su¨¢rez, Jos¨¦ Luis Yustos y Jos¨¦ Antonio Izquierdo son autores de El r¨ªo Jarama (Los Libros de la Catarata), con rutas por la zona.
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