Justicia, pol¨ªtica, sociedad
Un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n, la justicia sigue estando en el centro de la pol¨¦mica. En las ¨²ltimas fechas, dos decisiones judiciales acerca de cuestiones completamente dispares han provocado gran atenci¨®n medi¨¢tica y ciudadana. Ante la perplejidad de la opini¨®n p¨²blica, se conoci¨® una sentencia del Tribunal Superior de Catalu?a que negaba la agravante de ensa?amiento en un caso de asesinato en el que el cuerpo de la v¨ªctima presentaba 70 pu?aladas. La Audiencia Nacional, por su parte, ha denegado a Josu Ternera el permiso para asistir a la Comisi¨®n de Derechos Humanos del Parlamento vasco, provocando gran divisi¨®n de opiniones. Tengo para m¨ª que ambas decisiones se ajustan perfectamente a derecho. Aunque, a simple vista, la primera me pueda parecer que atenta al sentido com¨²n y la segunda que pol¨ªticamente es discutible. Para situar estas divergencias entre justicia y opini¨®n creo que se debe partir de dos argumentos, aunque puedan parecer contradictorios. Primero: impartir justicia no se puede hacer en funci¨®n de los impulsos emocionales de la opini¨®n p¨²blica. La funci¨®n del juez es aplicar las leyes con todas las garant¨ªas y ello puede chocar muchas veces con la sensibilidad ciudadana. Si la justicia fuera funci¨®n de las corrientes de opini¨®n, podr¨ªamos encontrarnos con las arbitrariedades m¨¢s absolutas. La justicia no puede hacerse por sufragio universal. Segundo: si hay un desacuerdo demasiado manifiesto y repetido entre justicia y opini¨®n p¨²blica, es decir, si la ciudadan¨ªa no entiende las razones que la justicia aplica, es que algo falla. Las inercias burocr¨¢ticas de una justicia lenta y poco abierta a la opini¨®n hacen que la informaci¨®n sea deficiente, pero tambi¨¦n cuenta la confusi¨®n de papeles que ha cargado a la justicia de sospechas pol¨ªticas.
Porque parte de la p¨¦rdida de prestigio de la justicia tiene que ver con cierta perversi¨®n del equilibrio de poderes. El debilitamiento del Parlamento, buscado de modo deliberado por los partidos que se han alternado en el Gobierno, en un proceso destinado a decantar el sistema de poderes del lado del Ejecutivo, ha hecho que la justicia estuviera asumiendo unas funciones de control de los gobernantes que en realidad no le corresponder¨ªan sino en ¨²ltima instancia. Ante la inoperancia del Parlamento y la deficiencia de los mecanismos de representaci¨®n si alguien opera como poder de contrapeso del Ejecutivo es el poder judicial el que encarcela corruptos o frena planes urban¨ªsticos abusivos. Y esto acaba contaminando todas las actuaciones judiciales. Incluso un asesinato por 70 pu?aladas acaba generando especulaciones pol¨ªticas.
Este poder a?adido que ha ido asumiendo la justicia desde que el PSOE invent¨® el principio de que no hay responsabilidades pol¨ªticas sin condenas judiciales en firme y desde que el PP encontr¨® en la v¨ªa judicial el camino definitivo para derrotar a sus adversarios no s¨®lo expresa una indeseable mutaci¨®n de los equilibrios del sistema de poderes, sino que tiene consecuencias graves para la propia justicia. Porque, en la medida que el eje del conflicto pol¨ªtico se desplaza del Parlamento a los juzgados, los partidos pol¨ªticos se lanzan a la conquista de posiciones y mayor¨ªas en los ¨®rganos judiciales, con lo cual el zafarrancho es catastr¨®fico. S¨®lo faltaba que el PSOE despu¨¦s de 13 a?os de gobernar descalificara la justicia por una sentencia, la del caso Marey, que les fue desfavorable y se comportara como un grupo de agitaci¨®n extraparlamentaria para que valga absolutamente todo. Si el PSOE la mont¨® en Guadalajara contra el Supremo, ?por qu¨¦ el GIL no podr¨¢ montar sus albarotos contra el juez Torres o EH contra la Audiencia Nacional? Suma y sigue en el deterioro institucional.
En este marco, resulta complicado explicar que las decisiones judiciales no deben concordar con los buenos sentimientos ni siquiera con el consenso popular. Y es dif¨ªcil que no se entienda en clave pol¨ªtica una decisi¨®n como la de impedir que Josu Ternera participe en la Comisi¨®n de Derechos Humanos del Parlamento vasco.
La falta de sinton¨ªa entre justicia y opini¨®n p¨²blica ni es un hecho irrelevante ni se puede atribuir s¨®lo a cierto oscurantismo de la justicia. Ocurre en el contexto de una mutaci¨®n en el sistema de poderes que amenaza con hacernos perder a todos, jueces, ciudadanos y pol¨ªticos, en la negra noche de la confusi¨®n de papeles y responsabilidades.
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