La banca s¨ª tiene patria ANTON COSTAS
El euro parece haber desatado o coincidido con una nueva fiebre de fusiones bancarias en Europa. Los casos del Banco de Santander y del Banco Central Hispano (BCH); de la Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale y el Paribas en Francia; las anteriores de UBS y SBC en Suiza, o la del Christiania Bank y el Portsbanken en Noruega, son ejemplos de esa tendencia a las fusiones. Como la conducta humana tiende a la imitaci¨®n, no es improbable que esa fiebre se contagie y veamos en los pr¨®ximos meses brotar nuevos casos. En Espa?a, Emilio Ybarra, presidente del Banco Bilbao Vizcaya, ha reconocido que la fusi¨®n del Santander y del BCH influir¨¢ en el futuro de su grupo. Y tambi¨¦n las caixes, llevadas de la emulaci¨®n, alimentan la expectativa de que "algo hay que hacer" para no perder posiciones. Entre nosotros hay quien ve este proceso con cierto temor. ?No acabar¨¢n algunas de nuestras instituciones financieras m¨¢s familiares fusion¨¢ndose con otras europeas, perdiendo as¨ª otro signo de identidad? Posiblemente, para aquellos que son m¨¢s sensibles a estos signos de identidad nacional ya es bastante tener que convivir con la holandizaci¨®n del Bar?a como para, encima, tener que caer ahora de nuevo en el viejo s¨ªndrome de la falta de aptitud de los catalanes para la actividad bancaria. Pero no es necesario, de momento, que las campanas toquen a rebato. A diferencia de lo ocurrido en otros sectores -automovil¨ªstico, qu¨ªmico o farmac¨¦utico-, en la banca no ha habido fusiones entre instituciones financieras importantes de diferentes pa¨ªses, con la excepci¨®n importante del alem¨¢n Deutsche Bank con el Bankers Trust de EE UU. No creo que veamos, de momento, fusiones paneuropeas entre bancos o cajas de primera l¨ªnea. Hay varias razones que me llevan a pensar de esta forma. Aunque es cierto que en un mundo globalizado el capital no tiene patria, la banca s¨ª. Las instituciones financieras necesitan ganar dimensi¨®n, capitalizarse y cotizar en los mercados de capitales m¨¢s importantes del mundo. Pero no dejar¨¢n por ello de tener patria o, si se prefiere, tener su sede en un pa¨ªs determinado. El factor naci¨®n pesar¨¢ de forma importante en las estrategias de fusiones bancarias. La banca no es una actividad como cualquier otra, y no s¨®lo porque, como sucede con la cartera, est¨¦ m¨¢s cerca del coraz¨®n que cualquier otra actividad. Hay adem¨¢s razones relacionadas con la naturaleza del negocio bancario al por menor, con la cultura de cada pa¨ªs, con las especiales relaciones entre banca, industria y poder pol¨ªtico, y tambi¨¦n con factores relacionados con las dificultades inherentes a la propia gesti¨®n del proceso de fusi¨®n, que se ven incrementadas cuando se lleva a cabo entre instituciones de diferentes pa¨ªses. Todos esos factores hacen presumible que no veamos grandes fusiones bancarias paneuropeas, al menos en los primeros a?os del proceso de uni¨®n europea. La banca al por menor, que constituye el n¨²cleo de la actividad de la gran banca, est¨¢ muy relacionada con las formas de vida, actitudes y comportamientos predominantes en cada pa¨ªs; es decir, con su cultura. Y esa cultura de pa¨ªs ha forjado tambi¨¦n culturas bancarias diferenciadas. Ese elemento cultural constituye un obst¨¢culo a las fusiones transnacionales. No es lo mismo vender tejidos, lavadoras o sanitarios en mercados extranjeros que vender productos financieros. Esas diferencias de cultura tender¨¢n, al menos al principio, a dar prioridad a las fusiones nacionales, o dentro de ¨¢reas con fuertes similitudes, sobre las fusiones paneuropeas. A los obst¨¢culos que pone el factor cultural hay que a?adir los derivados de las especiales relaciones hist¨®ricas existentes entre banca, industria y poder pol¨ªtico en cada pa¨ªs, especialmente en los pa¨ªses europeos continentales (como tambi¨¦n en Jap¨®n). Banca y poder pol¨ªtico acostumbran hablar el mismo idioma. Adem¨¢s, en las autoridades pol¨ªticas y en la misma opini¨®n p¨²blica pesar¨¢ el llamado efecto sede; es decir, la posibilidad de que las fusiones trasladen los centros de decisi¨®n de las principales instituciones financieras nacionales fuera del pa¨ªs. Eso puede significar que se pierdan actividades de alto valor a?adido importantes para el crecimiento a largo plazo. Este efecto sede est¨¢, por otra parte, muy pr¨®ximo a un extendido sentimiento nacionalista. Las fusiones son, sin duda, una de las v¨ªas que tienen las empresas para sobrevivir en un mercado cada vez m¨¢s abierto y competitivo. Pero no son el ¨²nico camino, ni posiblemente el m¨¢s f¨¢cil. Conviene que los dirigentes empresariales no se obsesionen con las fusiones y analicen su conveniencia en cada caso. Su pretendida inevitabilidad no deja de ser un t¨®pico que defienden especialmente los intermediarios y algunos directivos que obtienen de las fusiones importantes beneficios y prebendas. Sin embargo, no existen argumentos te¨®ricos o emp¨ªricos que avalen la validez general de esta v¨ªa. Pienso que la posici¨®n de la banca y las cajas de ahorro en Europa ante la internacionalizaci¨®n de los mercados, el euro y el estrechamiento de los m¨¢rgenes no pasar¨¢ tanto por fusiones paneuropeas como por fusiones nacionales que busquen fortalecer su posici¨®n en el mercado interno y, a partir de ah¨ª, su capacidad de proyecci¨®n en mercados exteriores. En todo caso, pasar¨¢ por "fusiones de baja intensidad" entre instituciones de pa¨ªses diferentes, pero con fuertes similitudes; es decir, acuerdos estrat¨¦gicos de colaboraci¨®n entre instituciones de diferentes pa¨ªses, manteniendo cada una de ellas su plena autonom¨ªa nacional. Anton Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona.
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