Libros perdidos
Se cuentan pavorosas historias acerca de c¨®mo desaparecen los libros de las librer¨ªas a poco de llegar a ellas sin que nadie haya posado una mano en sus tapas; se habla de trenes que cruzan la noche cargados de libros cuyo destino es tan inquietante como el fr¨ªo reflejo de la luna en los vagones de carga; se dice que, bajo los despachos de las editoriales, hay pozos ciegos adonde van a parar ediciones enteras y operarios que siempre est¨¢n abriendo otros nuevos, sin descanso. Y, en fin, se puede decir, ya en t¨¦rminos empresariales, que Espa?a edita m¨¢s libros de los que el mercado puede soportar. Esto no parece inquietar a nadie, lo cual no es l¨®gico a primera vista; pero si nos atenemos a la idea central de que la facturaci¨®n se considera en general mucho m¨¢s importante que los libros que facturan, la cosa tiene sentido. La imagen actual del directivo moderno (atleta de empresa que toma decisiones ejecutivas en asuntos sobre los que no tiene tiempo de reflexionar) tambi¨¦n opera sobre el mundo editorial, quiz¨¢ ahora m¨¢s que antes, debido a que se ha convertido en una industria apetecible. Con este sistema se edita mucha morralla, claro est¨¢, aunque la industria siga fuerte porque factura; mientras el ciclo no reviente, todos contentos. Pero no todos. Hay libros cuya p¨¦rdida es un dolor y m¨¢s que un dolor: un s¨ªntoma de debilidad de esp¨ªritu, y quiero poner dos ejemplos. ?Qu¨¦ tal estamos de memoria hist¨®rica reciente? Ahora que todo el mundo, en cuanto tiene la oportunidad, saca en la conversaci¨®n el tema de la p¨¦rdida de valores en nuestra sociedad, me parece una pregunta pertinente. Pues bien, a prop¨®sito de valores, les dir¨¦ que el antrop¨®logo Joan Frigol¨¦ encontr¨® en el curso de sus investigaciones a un trabajador murciano, Juan, nacido en 1901. Ah¨ª hab¨ªa lo que los antrop¨®logos sociales llaman una "historia de vida", esto es, un relato en primera persona de la vida de un personaje real, en relaci¨®n con su grupo -aqu¨ª, la familia- y el entorno social. En este caso, un campesino que cuenta su historia de supervivencia y la de su familia. Frigol¨¦ trabajaba sobre el concepto de masculinidad en la Espa?a rural desde principios de siglo hasta mediados de los sesenta, y se encontr¨® con este testimonio, sobre el que ha trabajado con rigor y emoci¨®n.
El libro es impresionante, es como volver a tocar el nervio central del pa¨ªs al que pertenecemos. En el cambio que se est¨¢ produciendo en Espa?a desde hace un par de decenios est¨¢ faltando, sobre todo, la referencia y el contraste con el pasado inmediato y las caracter¨ªsticas culturales propias. No hablo de la miserable reducci¨®n nacionalista, sino de la memoria colectiva. Hoy parece que tendemos a echarnos en brazos de lo nuevo como si ¨¦se fuera el ¨²nico modo de quitarnos el pelo de la dehesa; pero lo aut¨¦nticamente nuevo tiene siempre detr¨¢s el peso de la tradici¨®n; la moda, en cambio, carece de peso espec¨ªfico.
El segundo libro es el que contiene las memorias de Sim¨®n S¨¢nchez Montero, veterano comunista. Pocos como ¨¦l pueden representar (y representar con ello a mucha gente an¨®nima, comunista o no) ese n¨²cleo de virtudes que son la valent¨ªa, la honestidad, la resistencia, la solidaridad y el orgullo. Sin pavonearse un punto, contando simplemente lo que fueron las cosas y lo que fue su vida en este siglo, se despliega, por la fuerza de los hechos, un c¨®digo de honor y lealtad con los valores que tanto echamos ahora en falta y un modo de vivirlos tambi¨¦n impresionante. Y lo m¨¢s sangrante de todo esto es que no ha llegado a interesar ni a dos millares de personas. ?D¨®nde est¨¢n, por lo menos, los compa?eros? Ahora la lucha debe ser por un sitio en alguna ejecutiva y por salir en los medios de informaci¨®n a opinar sobre lo divino y lo humano. Ese libro -que, como el anterior, es un libro de dignidad- tambi¨¦n se ha perdido y no precisamente en esos trenes que cruzan la noche, sino por el desinter¨¦s de todos los que se mesan los cabellos por la falta de valores de nuestra sociedad actual.
El libro de Joan Frigol¨¦ se titula Un hombre; el de Sim¨®n S¨¢nchez Montero, Camino de libertad. Si acaban siendo dos "libros perdidos" habremos perdido algo nuestro con ellos.
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