35 HORAS Los disparates, nuevo yacimiento de empleo
Alivia comprobar que el riesgo virtual de p¨¦rdida de competitividad por parte de las empresas como consecuencia de la aplicaci¨®n de la jornada semanal de 35 horas no se extiende al universo de los opinantes insatisfechos y/o confusos: patronos de aqu¨ª y de all¨¢; expertos parlamentarios de la leal oposici¨®n; tertulianos de radio y contados columnistas de ocasi¨®n. No hay decreto que pueda debilitar la libre competencia en desatinos al hablar y escribir sobre las 35 horas: "No crear¨¢ empleo", profetiza Juan Jim¨¦nez Aguilar, la CEOE en pleno y la mitad de la CEA (desde luego ser¨¢ as¨ª si los empresarios se declaran abstencionistas); "una burla a la clase obrera", sentencia Luis Carlos Rej¨®n (de ah¨ª que los sindicatos de Andaluc¨ªa, Espa?a y la Humanidad hayan sido los primeros en reclamarla); "prudencia", advierte el ministro de Trabajo, Manuel Pimentel, como si pidiera tiempo mientras aterriza en el despacho con la pista mojada y a la vez que su Gobierno le impugna el acuerdo a los ayuntamientos catalanes que han osado implantar la p¨¦rfida medida. Descontamos, en fin, los disparates sobre el contenido del Decreto del Consejo de Gobierno de la Junta de Andaluc¨ªa: que implanta las 35 horas semanales; que reduce la jornada a los funcionarios de la Junta; que permite trabajar menos cobrando lo mismo... Afirmaciones todas que se parecen tanto a la letra del Decreto como el Fuero del Trabajo al Estatuto de los Trabajadores. De donde cabe inferir que los servicios de disparates pueden ser un "nuevo yacimiento de empleo", no previsto por Jacques Delors. M¨¢s sutil ha estado la OCDE al llamar la atenci¨®n sobre el "incierto" dividendo que pueden repartir las 35 horas y que "s¨®lo contribuir¨¢ de forma moderada" al descenso del paro. Seg¨²n este razonamiento, habr¨ªa que disuadir a cualquier inversor en un proyecto empresarial ante la incertidumbre del dividendo que arrojar¨¢. Cierto, lo que se dice cierto, s¨®lo se sabe y a posteriori, por ejemplo que los beneficios brutos de los principales grupos empresariales que cotizan en Bolsa en nuestro pa¨ªs crecieron un 24% en el primer semestre de 1998, mientras "el ritmo de creaci¨®n de empleo moder¨® su crecimiento" en el segundo trimestre, seg¨²n destacaba en portada, hace unos meses, con el mayor alarde tipogr¨¢fico, un importante diario. El impulso a esta medida pol¨ªtica que es "las 35 horas", es decir, incentivar la creaci¨®n de empleo derivada de su implantaci¨®n en la empresa privada, como ha hecho el Gobierno andaluz, es el efecto de la fuerza de quienes creemos que los poderes p¨²blicos tienen hoy la responsabilidad de explorar todas las iniciativas conducentes a la creaci¨®n de empleo. De ah¨ª que el manoseado Decreto no contemple s¨®lo incentivos a la creaci¨®n de empleo por la reducci¨®n de jornada sino tambi¨¦n por la disminuci¨®n y eliminaci¨®n de horas extraordinarias; por la contrataci¨®n indefinida a tiempo parcial; o por la sustituci¨®n por vacantes, ausencia legal, etc¨¦tera. Primando, adem¨¢s, a los j¨®venes, mujeres y parados de larga duraci¨®n. En definitiva, quienes ponen en entredicho esta normativa hablan de o¨ªdo o defienden las viejas y deca¨ªdas posiciones neoliberales que atribuyen al crecimiento econ¨®mico la exclusiva responsabilidad en la creaci¨®n de empleo. Pero est¨¢ sobradamente probado que ello es insuficiente y lo ser¨¢ mucho m¨¢s en un siglo XXI dominado por el imperio de las telecomunicaciones y las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n. Las 35 horas no pueden ni deben, por otra parte, poner en peligro la competitividad de las empresas, lo cual ser¨ªa suicida. En los ¨²ltimos 120 a?os, en los m¨¢s importantes pa¨ªses industriales, los ingresos reales han aumentado de nueve a diez veces y el tiempo de trabajo se ha reducido a la mitad. Los aumentos de la productividad han sido tan grandes que ha sido posible distribuir el aumento de prosperidad a la vez en forma de salarios m¨¢s altos y en forma de tiempos de trabajo m¨¢s cortos. Las reducciones de tiempo de trabajo han dado el ¨ªmpetu necesario para que surgiesen nuevas formas m¨¢s intensivas de organizaci¨®n del trabajo y de utilizaci¨®n del capital. En un reciente n¨²mero de Papeles de Econom¨ªa Espa?ola, dos profesores alemanes especialistas en la materia (Gerhard Bosch y Steffen Lehndorff) disertaban con profundidad sobre la "Reducci¨®n de la jornada de trabajo y de empleo", y demostraban que el factor decisivo que determina los efectos sobre el empleo no es s¨®lo si hay reducciones del tiempo de trabajo, sino tambi¨¦n "c¨®mo son puestas en pr¨¢cticas". Aportaban interesantes estimaciones emp¨ªricas de la efectividad sobre el empleo de las reducciones colectivas del tiempo de trabajo, que registraban resultados positivos si se dan determinados supuestos. Se trata de condiciones relacionadas con la negociaci¨®n entre empresarios y trabajadores, en un paquete global y a medio y largo plazo, de las compensaciones salariales (para evitar que afecte a los costes laborales unitarios); y con una flexibilizaci¨®n que permita a las empresas la adecuada organizaci¨®n del trabajo y su ajuste a la demanda. Ni las 35 horas son, pues, la piedra filosofal que nos llevar¨¢ al pleno empleo ni est¨¢n concebidas para que s¨®lo la empresa soporte la carga. Hay un m¨ªnimo com¨²n sacrificio para todos: Administraci¨®n P¨²blica, que incentiva; empresarios, que deben comprometerse a ganancias de productividad ligadas no s¨®lo al factor trabajo (capital, gesti¨®n, tecnolog¨ªa...); sindicatos (que pueden negociar productividad y un moderado crecimiento de las retribuciones a cambio de m¨¢s empleo), y trabajadores, que deben aceptar contrapartidas a las horas de ocio ganadas. Habr¨ªa que reivindicar un esfuerzo de los opinantes siquiera sea para abordar el debate con seriedad y aceptando, con Her¨¢clito, que el tiempo fluye: de no ser as¨ª, la nave del progreso social estar¨ªa a¨²n varada en 1833, cuando los trabajadores ingleses alcanzaron su gran objetivo: la jornada de cinco y media de la ma?ana a nueve de la noche.
Rafael Camacho Ord¨®?ez es portavoz del Gobierno de la Junta de Andaluc¨ªa
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