Llega el tir¨®n de "Shakespeare enamorado", un precioso caramelo hinchado y enga?oso
Salta la sorpresa con "Encuentros nocturnos", una magn¨ªfica comedia negra berlinesa
ENVIADO ESPECIALEl tir¨®n de p¨²blico y cr¨ªtica que ha creado en Estados Unidos la enga?osa y acaramelada pel¨ªcula Shakespeare enamorado, que le ha proporcionado nada menos que 13 candidaturas a los pr¨®ximos Oscar, lleg¨® ayer a la Berlinale. Como era presumible, el bomb¨®n col¨® su barniz de resultoner¨ªa y su epid¨¦rmica brillantez. Pero el cine que merece la pena volvi¨® a refugiarse en el g¨¦lido madrug¨®n de la primera sesi¨®n, donde se proyect¨® la admirable -un trenzado de historias duras filmadas con notable gracia- comedia negra berlinesa Encuentros nocturnos.
La mezcla, muy bien calculada y equilibrada, de comedia de enredo y de drama sentimental, de donde proviene la eficacia de Shakespeare enamorado, hay que buscarla en una aplicaci¨®n, ligera y descargada de rigores, de la sagaz f¨®rmula que el dramaturgo brit¨¢nico Tom Stoppard emple¨® para introducirnos en los pasillos no iluminados del castillo de Elsinor, escenario de Hamlet, en su obra teatral escrita en los a?os sesenta, y convertida por ¨¦l mismo en pel¨ªcula 30 a?os despu¨¦s, Rosenkrantz y Guildestern han muerto. De hecho, Shakespeare enamorado es una habil¨ªsima carambola a tres bandas resultante de la aplicaci¨®n de esa f¨®rmula a la m¨¢s liviana arquitectura teatral de Romeo y Julieta.
Carambola
Tom Stoppard vuelve a estar en el gui¨®n de Shakespeare enamorado y la primera banda de su carambola de lujo es la inversi¨®n del juego al que jug¨® con Hamlet: introduce la popular f¨¢bula de los amantes de Verona en el propio ¨¢mbito de la vida privada de su escritor, al que convierte en una especie de Romeo en busca de su Julieta, que resulta ser una guapa muchacha de la Corte de Isabel I que tiene una irrefrenable afici¨®n al teatro y que, como no les estaba entonces permitido a las mujeres subirse a un escenario, se escapa de palacio disfrazada de muchacho, es decir, de actor joven y guapo, es contratada para hacer de Romeo y, de paso, encandila vestido con calzas de macho al suspirante William, lo que evidentemente endulza con alm¨ªbar eclesial -segunda banda de la carambola- el asunto de la homosexualidad del poeta. Resulta que el adorado ni?o arist¨®crata de Shakespeare es en realidad una preciosa nena, Gwyneth Paltrow, y en los nidos sacramentales del m¨¢s rancio conservadurismo brit¨¢nico se oye un suspiro de alivio: Will no era maric¨®n. La tercera banda de la carambola est¨¢ obviamente en el tira y afloja del supuestamente accidentado proceso de escritura de Romeo y Julieta por el joven y guapo Shaks, al que s¨®lo le faltan chapas en las puntas de los zapatos para echarse un paso de claqu¨¦ a lo Fred Astaire sobre los tablones de la tarima de El Globo, teatrillo que ni est¨¢ en Londres ni en Broadway, sino a medio camino, en pleno Atl¨¢ntico, es decir: en zona de naufragio. Obviamente, el tinglado es tan leve, que flota y no naufraga. Por una parte, Gwyneth Paltrow y Joseph Fiennes (aunque ¨¦ste se pase un poco de acelerado) lo hacen muy bien, y ella mejor que bien. Y, por otro, la reducci¨®n de la s¨®rdida vida teatrera a estampita adquiere tonalidades y proporciones ciertamente seductoras, pues es due?a de esa forma menor y amu?ecada de la belleza que llamamos lo bonito. Exactamente, de eso se trata: una bonita pel¨ªcula y nada (absolutamente nada) m¨¢s. Pero Shakespeare enamorado est¨¢ plagada de gui?os de complicidad culta y de toques de cosa trascendental, casi sagrada, por lo que hay quien, con todo el derecho, la encara como una impostura, con cara de perro por guapa que sea y acicalada que est¨¦.
Gente reconocible
Nada guapa ni acicalada, mucho m¨¢s humilde e infinitamente menos enga?osa es la comedia arrabalera berlinesa Encuentros nocturnos, pero calladamente, con mugre en vez de jab¨®n isabelino de dise?o, va m¨¢s lejos. Habla de gente reconocible y juega con ellos a la amistad, el amor y el dolor ver¨ªdicos, por lo que la mirada de la c¨¢mara dentro de los sucios vericuetos de la indigencia en los estercoleros humanos de Berl¨ªn, tiene rectitud solidaria y gracia ¨¢spera, pero porosa. No hay camuflaje en este viaje sobre las aceras donde se hacinan y mueren despojos de una ciudad herida. El relato de estos cruces de itinerarios nocturnos de la gente berlinesa desdichada est¨¢ ba?ado en humor y por ello proporciona conocimiento. Es una de esas pel¨ªculas que no se contempla de verdad a no ser que se viva. Su fealdad es hermosa. Su sencillez, compleja. Su negrura, di¨¢fana. Su ira, apacible. Abre en canal las tripas de unas cuantas soledades errantes y nos hace compartirlas para destruirlas, haci¨¦ndoles compa?¨ªa. Su acidez est¨¢ templada por la inteligencia. La dirige Andreas Dresen y le dan carne viva unos int¨¦rpretes tan veraces y tan convencidos de que lo que hacen es un pedazo de verdad, que parecen interpretarse a s¨ª mismos y elevar a documento la ficci¨®n que construyen sin fingirla.
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